Radar Político: Parra, se adorna…
PACHUCA, Hgo., 10 de noviembre de 2014.- El gobierno mexicano se enfrenta a lo que no es una de las peores, sino la peor, crisis de inestabilidad social de los últimos años.
La huelga del IPN, seguida de la desaparición de más de 40 alumnos de la normal rural de Ayotzinapa, Guerrero, se convirtieron en un enorme avalancha que arrastra todo a su paso.
Ni la forzada renuncia de Yoloxochitl Bustamante a la dirección del Poli, la licencia del Ángel Aguirre al gobierno de Guerrero o la recientemente captura del alcalde de Iguala, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda, lograron apaciguar los ánimos de un amplio sector de la sociedad mexicana, que como hacia mucho no sucedía, está formado principalmente por jóvenes.
Hasta ahora, el gobierno federal no encuentra el camino para regresar a los estudiantes, cada vez más, a las aulas ni quitarse de encima la inquisidora opinión internacional que lo acusa de permitir un estado de excepción que hoy tiene al país a merced de la delincuencia.
Entre las muchas preocupaciones que aquejan al gobierno federal y su partido, prevalece la cercana elección para renovar 500 puestos en el Congreso, proceso que ya ganaba espacio y tiempo en ambas estructuras hasta que surgieron los trágicos acontecimientos de Guerrero.
La elección federal del 2015, generaba especulación entre la opinión pública y actividad a los miles de aspirantes a una candidatura priísta, cuando la circunstancia que describo, obligó a dejar todo para más adelante.
Por sí no fuera suficiente, la exigencia social del momento puso en alerta a los estrategas tricolores pues son los políticos «tradicionales», los que menos aceptación tienen en el sector que hoy manifiesta su descontento.
Quizás por eso, el gobierno federal impulsó la propuesta de que el sucesor de Fausto Vallejo en el gobierno de Michoacán fuera el académico Salvador Jara y repitió la fórmula en Guerrero con Rogelio Ortega, ambos hombres ligados a la academia por muchos años.
La esperanza parece tener sustento en que los jóvenes del país confiarán en perfiles académicos, en hombres y mujeres ligados a la enseñanza, de contacto permanente con estudiantes; en sus maestros por decirlo llanamente.
Ahora, si este ajuste de 180 grados que propone el gobierno federal en busca de convencer y atraer la confianza de la población funciona, es probable que los perfiles que el PRI busque para la elección del año próximo sean similares; algo que sólo de pensarse daría al traste con las aspiraciones de una gran cantidad de políticos «tradicionales».
En ese escenario es comprensible porque en Hidalgo, cobraron fuerza como aspirantes a una candidatura a diputado federal nombres como el de Rolando Durán, subsecretario de educación; Enrique Macedo, director del Conalep y Carolina Viggiano, titular del Conafe.
Sin duda, la circunstancia política cambia constantemente, quienes viven dentro de esa burbuja saben que un error los puede marginar de las candidaturas, pero en este caso, es el descontento de los estudiantes (acusados de la infiltración de radicales seudoizquierdistas) y un mal manejo de crisis en materia de seguridad, lo que tiene al priismo haciendo ajustes a sus estrategias electorales porque simplemente no puede darse el lujo de perder la mayoría en el Congreso. No puede, porque el proyecto sexenal y sus implicaciones a futuro se derrumbarían .