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MÉXICO, DF, 18 de abril de 2015.-En el terreno de la ecología, las consecuencias del desarrollo basado en la economía han provocado un aumento sin precedente en las tasas de extinción de especies. “En los últimos 100 años se han registrado en órdenes de magnitud más grandes de los que habían ocurrido en toda la historia”, consideró César Augusto Domínguez, director del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
Al participar en el Décimo Congreso Internacional de Arquitectura con Alta Tecnología Bioclimática y Diseño Sustentable. Sustentabilidad de escala, organizado por la Facultad de Arquitectura (FA), indicó que se ha propuesto que esta era se conozca como el Antropoceno, por el significativo impacto global que las actividades humanas han tenido sobre los ecosistemas.
En su exposición El capital de México, la sostenibilidad y la vinculación de la ciencia con la toma de decisiones, recordó que hay 17 países megadiversos, 11 de ellos albergan alrededor de 60 por ciento de las especies que se conocen en el planeta, nuestra nación entre ellos, cuyo territorio aloja entre 10 y 12 por ciento.
También, a escala global ocupa el segundo lugar en reptiles, tercero en mamíferos, quinto en plantas vasculares y anfibios, así como el octavo en aves. Sin embargo, forma parte de la lista de naciones con mayor número de especies amenazadas.
Al respecto, consideró que ese problema está relacionado, entre otros aspectos, con la densidad y tasa de crecimiento demográfico, así como con la calidad de la gobernanza, el PIB, las pérdidas de bosque, la conversión de áreas naturales, la captura de especies marinas, el uso de fertilizantes y la contaminación.
Se pronostica que para 2050 la población mundial será de nueve mil millones. “Tenemos un incremento desmedido que a nadie beneficia, lo que genera una enorme desigualdad social y una explotación irracional de los recursos naturales”, sostuvo.
Domínguez apuntó que de acuerdo con algunas estimaciones se calcula que para 2030, el 60 por ciento de la población mundial vivirá en metrópolis y habrá dos mil millones de personas más que requerirán espacios en ciudades, es decir, el establecimiento de 13 urbes de unos cinco millones cada año, particularmente en las zonas menos desarrolladas del mundo.
“Requerimos una política basada en el desarrollo sustentable y aquí es importante la contribución de arquitectos, ecólogos, biólogos, sociólogos y economistas, entre otros”.
Por ello, planteó la necesidad de fortalecer la investigación científica y la capacitación de recursos humanos, desarrollar alternativas para la producción de alimentos y energía, identificar sitios prioritarios para el mantenimiento de bienes y servicios ambientales, la conservación de ecosistemas y la biodiversidad, la planeación territorial para la ubicación de actividades productivas y asentamientos humanos.
“No se trata de hacer que la ciudad sea bonita, sino igualitaria, consciente con el ambiente. Es necesario actuar localmente para incidir en forma global. Debemos generar los esquemas que permitan crear soluciones. Basta de hacer diagnósticos, movámonos hacia la generación de acciones, lo cual sólo ocurrirá con la confluencia de todos estos profesionales”, finalizó.