Ráfagas: ¿Malos manejos en la Comisión de Búsqueda de Personas?
PACHUCA, Hgo., 7 de junio de 2015.- Votar es un derecho fundamental de cualquier ciudadano y, en realidad, es lo que lo define como tal, como ciudadano. Renunciar al voto o invalidarlo de cualquier forma es la anulación de ese derecho y de la misma esencia de la ciudadanía. Pero reducirlo al solo hecho de sufragar es dejarlo totalmente inoperante e ineficaz. No se trata de retroceder anulándolo, sino de progresar, dándole la fuerza necesaria para que haga que el gobierno sea lo que el pueblo decida que debe ser.
El voto es un mecanismo de participación ciudadana que el pueblo de una nación pueda utilizar para ejercer el derecho al sufragio. El voto es ante todo, un acto personal y de voluntad política, además es un derecho y un deber de todos los ciudadanos, esto nunca hay que olvidarlo.
La decisión de una sociedad debe estar solventada en la voluntad de los pueblos de elegir por mayoría a sus gobernantes de manera libre y sin presiones porque solo así podremos tener un país con cambios posibles o tangibles dentro de una nación harta de sus políticos reciclados llenos de promesas huecas que no cumplen y que solo buscan votos y luego se olvidan de la gente a quienes les deben estar en un puesto público.
Ciertamente el votar es una obligación de todos los ciudadanos en este país en cualquier proceso electoral por el cual la población mayor de edad tiene la oportunidad de manifestarse en los sufragios de forma privada de acuerdo a sus tendencias y conocimientos de los candidatos postulantes por lo cual es un poder que no debe menospreciarse, al contrario, se tendría que fortalecer puesto que la única forma que la sociedad puede expresar su aprobación o castigo a cualquier partido político o personaje que pretenda llegar a un cargo público.
Se supone que una sociedad que se dice demócrata podría remover a sus políticos con la revocación de mandato, plebiscito o referéndum que es cuando la población tendría que someter mediante el voto de aprobación o desaprobación a sus funcionarios públicos. Es decir, los votantes en un proceso de sufragio son los que decidirían si están de acuerdo o no con sus representantes que serán evaluados. Sin embargo, esto es una especulación ya que todos los políticos de México, son algunas excepciones, tienen miedo de ponerse en las manos del electorado para que ellos decidan si están de acuerdo o no con su desempeño.
Es verdad que en esta naciente democracia el voto ciudadano siempre ha sido traicionado y olvidado por una política de sometimiento que duró 70 años y que después de dos sexenios ha regresado y no se quiere ir nuevamente del poder, en una ambición desmesurada y enfermiza donde la democracia es lo último que piensan algunos en una sociedad noble que olvida a sus viejos políticos y sus falsas promesas.
La traición de la voluntad de una nación por parte de los políticos debe tener un límite porque un país tiene derecho a construir su historia propia en nombre de los intereses de todos y no de unos cuantos que hacen una oligarquía y se convierten en los funestos negadores de una democracia que no permiten que se cumpla la voluntad popular de un país que se manifiesta mediante el voto, pero que se siente burlada por quienes detentan el poder que no hace caso a su decisión de buscar un cambio que puede llegar en cualquier parte de acuerdo a la votación mayoritaria de una sociedad cansada.
Muchos de esos políticos ya dejaron ir su oportunidad por lo cual es importante permitir que lleguen nuevos personajes con ideas distintas y frescas para gobernar a una sociedad que no encuentra cohesión con sus gobernantes porque viven un divorcio que no tiene solución.
La soberbia tampoco es buena porque muchos de esos políticos creen que son inmaculados y nadie los puede señalar, señores intocables y reciclados cada proceso electoral sin que la población se atreva a sacarlos de la vida pública.
Por eso hay candidatos que se creen dueños y señores de las votaciones por lo que consideran que las elecciones son mero trámite donde la gente les seguirá dando el voto de confianza, pero lo mejor en una sociedad que se dice demócrata es la alternancia.
Y de esa manera es como el poder del voto ciudadano debe decidir a sus gobernantes sin que sea la clase política la que no permita el cambio en una sociedad cansada de imposiciones y desencantada de tanto personaje inocuo en puestos públicos.
Los ciudadanos estamos decepcionados de los políticos, por eso no se cree en el poder cívico del voto ciudadano, única arma de una población para elegir a sus representantes populares en una democracia participativa como es el sufragio. No hacerlo es dejar que algunos sigan pisoteando la decisión popular de una nación.
El voto ciudadano es lo que debe mover un proceso electoral. Ya basta de quejarnos en privado donde nadie los oye. Es el momento en que como sociedad cambiemos el destino de un país que no tiene la culpa de sus malos políticos. Es necesario acabar con la apatía de no sufragar porque podrías ser cómplice de esos malos políticos que no le rinden cuentas a su pueblo.
Por último, los partidos políticos no se mandan solos, menos deciden impunemente cosas a una sociedad, por eso es necesario hacer valer la democracia que esta llamada como principio básico en respetar a las personas que no piensan igual que uno porque lo dice la Constitución en su artículo 35 todos tenemos derecho, como ciudadanos en votar y ser votados, por eso hay que participar y levantar la voz porque todos estamos hartos de los gobiernos y los políticos autoritarios que se olvidan del pueblo y es a quien deben rendirle cuentas. El voto ciudadano es tu poder que debes hacer valer en las urnas.
Twitter @yuriruizarriaga