Ráfagas: ¿Malos manejos en la Comisión de Búsqueda de Personas?
PACHUCA, Hgo., 17 de julio de 2015.- Entre los variados aspectos de la historia de Pachuca figuran los relacionados con el funcionamiento de incontables pulquerías, que le daban vida a la ciudad, y las acciones de los personajes que formaban parte de la parroquia dicharachera, alburera y rijosa.
En algunos barrios de la capital, el pulque y la sangre tejieron numerosos relatos acerca de los duelos a muerte que protagonizaron los mineros venidos de Guanajuato y los nativos de Pachuca.
Gracias a la memoria de varias personas, entre ellas don Jesús Uribe, fue posible reunir una reseña de las pulquerías y cantinas que abrieron puertas en los primeros veinte años del recién pasado siglo, y de lo que sucedió dentro y fuera de esos antros.
Las pulquerías estaban regadas por todos los rumbos y más numerosas cerca de los mercados y en los barrios mineros. Fueron famosas “La Conga”, “Los Tres Mosqueteros”, “El Rey de Oros”, “El KCHT”, “La Rumba”, “La Vaquita”, donde se hacían las tortas más ricas y las patas de puerco a la vinagreta. El dueño tenía fama de enojón.
“Los Mariachis”, “Las Noches de Luna”–de la calle Cuauhtémoc, entre Mejía e Iglesias–. Don Jesús Uribe rememoró que la pulquería “El Brindis” estuvo en el cruce de las calles de Guerrero y Doria, de 1924 a 1934; posteriormente se llamó “Cuatro Vientos”. El señor Manuel Vargas fue dependiente mayor de “El Brindis” y luego dueño de la famosísima “El Reloj de Arena”. Don Manuelito elaboraba cierta clase de vinagre con las babichas (sobrantes de cubas y pulque).
En las calles de Guerrero funcionaron “La Isla de los Monos”, “El Gato Negro”, cuyo dueño, don Flavio Uribe, preparaba exquisitos curados para los gobernadores en turno; “La Gatita Blanca”, “Los Leones”, fundada por Fortunato Uribe, que estaba adornada en sus paredes con unos cuadros al óleo de leones gigantes.
En la calle de Jiménez hasta Abasolo había “El Sabino”, de don Tacho Flores,”El Salto de la Cierva”-en ese lugar mataron a balazos a uno de los famosos “chatos”, pistolero del general Juvencio Nochebuena, que fue presidente municipal y jefe de la policía. Hubo también “La Luz”, “La Zacatecana”.
En el barrio del Arbolito: “El Gran Golpe”, “La Sangre Minera”, “La Veta de Oro”, “El Triunfo de Madero”, “El Puerto Rico”, “El Relámpago”, “El Topacio”, “El Marinero”, “El Tráfico”. En otro punto de la ciudad, en Ocampo y Morelos, “El Campeón” duró casi cien años.
Otras pulquerías de fama, “La Luz Eléctrica”, que estuvo en Arizpe, propiedad de don Gildardo Olvera; “Las Lindas Mexicanas” y “La Bandera Roja”, de las calles de Abasolo. “El Salón de Diana”, de las calles de Venustiano Carranza, donde actualmente está “El Salón Pachuca”, y cerca de ahí “La Neida”
El barrio bravo de El Atorón
Conocido como barrio de la Alta California, actualmente El Atorón, confluyen en él las calles de Altamirano, Texas, Sóstenes Rocha e Instituto, donde estaban ubicadas las pulquerías “La Fuente Embriagadora”, “La Roca de Oro”, “La Hormiga”, regenteada por el coronel Epigmenio Martínez, que se decía diputado constituyente y desapareció en la sierra cuando realizaba una travesía en un río; la lancha en que viajaba se volcó y fue arrastrado por las aguas.
“La Hormiga” después se convirtió en El Atorón. También estaba “La Gloria”, y en Sóstenes Rocha, “La Cumbancha”, propiedad de don Jesús Uribe, quien recuerda claramente que en la plazoleta donde se daban cita sábados y domingos los mineros con sus familias, se desarrollaron los duelos a muerte que sostenían los guanajuas y los mineros de Pachuca.
Había indígenas procedentes de Zimapan a quienes les apodaban “los jefes”. Los oriundos de Guanajuato a quienes los pachuqueños les picaban la cresta cuando decían “todos ustedes son unos pendejos”. Con esas y otras palabras nació la rivalidad entre unos y otros, la cual surgía al calor de los pulques y por quítame estas pajas.
Los guanajuas se quitaban el sombrero y lo usaban a manera de escudo con la mano izquierda y con la derecha empuñaban el filoso cuchillo. El contrincante juntaba piedras que lanzaba a veces con tino, y otras desafortunadas, pues el cuchillo llegaba al abdomen y era destripado. Cada ocho días había muertos, sobre todo los domingos. Si la pelea ocurría a las cuatro de la tarde, el cadáver permanecía tirado muchas horas; cuando las pulquerías cerraban, llegaba la policía, escoltando a dos o tres presos quienes cargaban los cuerpos.
Hubo una vez que un minero apodado “El Chicotazo” sostuvo una pelea con su mujer; el escándalo reunió a mucha gente; uno de los mirones fue por la policía. Poco después llegaron dos gendarmes, que trataron malamente al buscabulla en plena plazuela de El Atorón. Dos de los hijos del matrimonio rijoso vieron cuando la mamá lloraba por el maltrato. Uno de los chamacos fue a su casa por un cuchillo que entregó disimuladamente a su papá, quien materialmente cosió a puñaladas a los policías. La familia del “Chicotazo” tuvo que huir de la ciudad.
Los personajes
En una época tan pintoresca como la que tratamos de describir, era natural que hubiera personajes célebres y pintorescos, como don Marciano Chávez, aristócrata del pulque, quien vestía muy elegante y lucía una leontina de oro. Era alto y bigotón.
En la cantina “El Paraíso”, de la Plaza Independencia, era cliente asiduo un zacatecano que en poco tiempo se hizo famoso porque cuando estaba un poco ebrio soltaba la frase “¿a poco pica?”. Siempre bebía cerveza y le exigía al dependiente “sírveme una bo…mia”. Era fuerte y alto, con voz ronca estilo norteño y soltaba su buen humor cuando le tocaban la marcha de Zacatecas, y aquello se convertía en un despiporre. Cuando salía de la cantina, muy borracho, gritaba “¿a poco pican, cabrones?”.
El torero Juan Silveti gustaba de asistir a las pulquerías de moda, tuvo que aguantar el apodo que le pusieron los parroquianos, “Juan sin miedo” pues casi siempre vestía de charro y se hacía acompañar de amigos y alguna dama, una de ellas la famosa cantante de ranchero Lupe Vélez.
En las décadas de 1960 a 1980, en la calle de Romero, de Guerrero a Abasolo, existían las siguientes pulquerías y cantinas:
“La Lonja”, “Los Leones,” “La Gata Blanca, “La Nueva Guerra”, “El Chavingas,”“La Mexicana”, “Mis Recreos”,“Los Gallos,” “El Jaripeo”, “El Surtidor”, “La Comercial”, “El Quinto Toro”, “Casa Virginia”, “El Faro”, “La Tapatía”, “El Quinto Patio”, “La Suerte”, “La Gran Suerte”, “La Unión de las Américas”.
Actualmente (año 2015) únicamente funcionan La Tapatía, La Nueva Guerra, El Surtidor—de Alfredo Yong—y El Faro.