Radar Político: Parra, se adorna…
MÉXICO, DF., 15 de octubre de 2015.- Si bien la inteligencia tiene límites, de todos modos hay de límites a límites: la politóloga crítica desde el conservadurismo Denisse Dresser ha dejado cuando menos tres pruebas de ello en forma de autoplagio de sí misma:
1.- En dos artículos en los cuales sólo cambió el nombre de Vicente Fox en el 2004 por el de Peña Nieto en septiembre de 2015, la politóloga utiliza la enfermedad de autismo como una acusación discriminatoria y negativa. El autismo es un trastorno del autodesarrollo que se mal entiende como aislamiento de la realidad y carencia de inteligencia, a pesar de pruebas que señalan que personas autistas pueden ser aún más inteligentes que las que no lo son. El uso de la enfermedad como acusación de deficiencia mental enardeció a las familias que tienen personas con autismo.
2.- Ese texto de Dresser sobre Peña Nieto acusándolo de ser un presidente autista –en negativo–, publicado en Reforma el 28 de septiembre de este año de 2015, es exactamente el mismo que ella publicó el 7 de junio de 2004 contra Vicente Fox. Son exactamente las mismas palabras y conceptos, sólo con nombres cambiados (http://yalochecaste.com/2015/10/denise-dresser-y-el-autoplagio-round-1-el-presidente-autista-2004-vs-presidente-perdido-2015/).
3.- También lectores acuciosos encontraron otro caso de “autoplagio de sí misma”: el 15 de marzo de 2004 publicó en Reforma una crítica contra Rosario Robles Berlanga titulada “Se busca perredista perdida”: pero el 29 de abril del 2013, también en Reforma, publicó el artículo “La progresista perdida” en el que se plagia su propio texto y reproduce en más del 90% el razonamiento, en algunos párrafos con una frase introductoria. (http://yalochecaste.com/2015/10/denise-dresser-y-el-autoplagio-round-2-se-busca-perredista-perdida-2004-vs-la-progresista-perdida-2013/?utm_content=bufferf8416&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer)
A nadie se le exige la capacidad para crear cada semana un texto inédito; ni a nadie se le condena por reproducirse a sí mismo. Eso sí, el trabajo periodístico crítico requiere de un reconocimiento a los escenarios de la circunstancia: plagiar textos en tiempos históricos diferentes y con personas diferentes –el caso de Fox y Peña Nieto– podría hacerse si se asumiese de cara a los lectores la necesidad de reproducir los mismos razonamientos.
Y si se revisan los archivos con sentido minucioso se encontrará con otra perla: en la revista Letras Libres de mayo de 2006 el escritor León Krauze hizo una reseña del libro México: lo que todo ciudadano quisiera (no) saber de su patria pero a partir del dato de que este libro sería una especie de plagio –o copia o reproducción o calca– del libro America: the book, editado por Warner en 2004. Los autores del libro mexicano Denise Dresser y Jorge Volpi se basaron en el modelo de Jon Stewart, pero incluyendo los dibujos. (http://www.letraslibres.com/revista/letrillas/dresser-y-volpi-inspirados)
El problema con Dresser no radica en su posición opositora muy al estilo europeo, aunque aún sin derivar en la construcción de un partido como Podemos o Ciudadanos, que nacieron de la militancia de profesores de ciencias sociales. La derecha ilustrada es una extraordinaria tribuna para criticar al sistema/régimen y sus instituciones.
Pero lo que se pide es el talento creador para no repetirse. El autoplagio de textos propios para criticar circunstancias distintas lleva a la consideración del machote literario o el esquema narrativo que no implica creatividad ni razonamiento sino el mecanismo del recorta-pega: o flojera o esquematismo analítico.
Y lo más importante es que el plagio demerita la crítica.
Sólo para sus ojos:
@carlosramirezh