Ráfagas: ¿Malos manejos en la Comisión de Búsqueda de Personas?
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de febrero de 2016.- El término “padres tóxicos” es tan fuerte que es difícil admitir que lo somos o que fuimos hijos de unos padres así, no es fácil reconocer que algunas o muchas conductas lastiman a los hijos, en su mayoría un padre o una madre tóxica no actúan así conscientemente, y por supuesto, algunas conductas son más tóxicas que otras.
El maltrato no visible se “normaliza”, es decir, se reconoce el daño físico, pero el emocional no, por eso la sobreprotección, el abandono emocional, la manipulación y el chantaje no son siempre reconocidos como conductas que lastiman, aunque también lo hagan: asumir el papel de víctima y culpar a los hijos, utilizarlos como pañuelo de lagrimas, ponerlos en contra de su padre o madre, invalidar sus emociones, resolver todos sus conflictos o ignorar sus necesidades, promover que no sean útiles, impedir que desarrollen autosuficiencia y autorregulación, ser demasiado rígidos con ellos o no tener autoridad y disciplina en casa.
Las consecuencias de tener una infancia con padres tóxicos son entre otras: considerarse poco merecedor de amor o respeto y creerse sin capacidad de logro, ambas giran en torno a la falta de amor propio.
Los padres tóxicos generan un inmenso sentimiento de culpa e inutilidad en sus hijos que los limita para desarrollarse plenamente y construir relaciones saludables.
El origen está en la historia personal de los padres tóxicos que generalmente también han sido criados por padres con las mismas características.
¿Cómo se resuelve? Admitiendo estas conductas y asistiendo a psicoterapia.
Nadie puede cambiar el pasado, lo que ocurrió en la familia de origen no puede ser borrado, pero si transformado para cambiar el presente, empezando por: marcar límites claros, evitar la sobreprotección, actuar y ser adulto, practicar la congruencia, dejar de proyectar culpas y frustraciones en los hijos y manejar adecuadamente los conflictos, sin evitarlos ni exagerarlos.
A veces hay que aceptar que como adultos todavía hay heridas de la infancia que nos duelen, y que requieren atención y cuidado para no herir a nadie más: ni a la pareja, ni a los hijos, y tampoco a uno mismo.
@Lorepatchen
Psicoterapia y Coaching
Entre Géneros, jueves 8 PM por 98.1 FM