Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de junio de 2016.- Está mal que el gobierno haya titubeado para decir que los agentes de la Policía Federal iban armados en Oaxaca. ¿Cuál era el problema de reconocerlo desde el inicio de la controversia?
Resulta decepcionante que en los partidos y en los medios de comunicación haya tantas voces que se pongan del lado de las turbas violentas en ese castigado estado del sur.
No se trata de defender al gobierno, sino de exigirle que cumpla con su obligación: defender la legalidad.
Más de una semana llevan tomadas las carreteras en el Istmo de Tehuantepec por parte de grupos vandálicos. ¿Qué es eso? ¿Dónde se permite tamaño atropello?
Y el gobierno cree que van a llover empresas a invertir en las Zonas Económicas Especiales, nada más porque se dan incentivos fiscales. ¿Y la ley? Esa no se cumple, porque en Oaxaca no hay estado de derecho.
Entre Salina Cruz, Juchitán y la capital oaxaqueña, el domingo hubo más de 40 vehículos incendiados.
Los policías que acudieron a desalojar carreteras a Nochixtlán fueron atacados, les quemaron los pies y manos, perdieron dedos.
En Juchitán fue asesinado de dos tiros en la cabeza el periodista Elidio Ramos Zárate, mientras tomaba fotos de la barbarie que perpetraban encapuchados que incendiaban vehículos y saqueaban una tienda Oxxo.
Y los agresores, más sus encendidos defensores en los medios y en los partidos, pretenden que a los violentos no les pase nada.
Entre los muertos no hay uno solo que sea maestro. Se trata de grupos proclives a la lucha clandestina que con el pretexto de la reforma educativa crean violencia para desestabilizar.
Decepcionante resulta que el sector de la prensa que ha protestado –me incluyo entre ellos- por el asesinato de periodistas en otros estados, como Veracruz, no alce su voz contra este crimen perpetrado contra un reportero en Juchitán por unos rufianes embozados.
Callan porque los asesinos son de su bando ideológico.
Muy decepcionante resulta que en el PAN, el PRD y el propio gobierno, surjan voces que exigen “mesa de diálogo” para los maestros de la CNTE a fin de “detener el conflicto”.
La única forma de detener el conflicto es echar abajo la reforma educativa.
¿Eso queremos? Es lo único que piden los miembros de la CNTE: abrogar la reforma.
Si eso quieren el gobierno y los partidos, adelante, dobléguense ante la minoría violenta y que sigan haciendo su voluntad los que no tienen argumentos, sino bombas molotov.
Y que los pobres, debido a la ignorancia a que los condena un pésimo sistema educativo, continúen siendo carne de cañón de los grupos políticos, de los subsidios y del clientelismo partidista.