
La calculada victimización
PACHUCA, Hgo., 15 de julio de 2016.- Este lunes 11 de julio, Día del minero, falleció don Ramón Santamaría López, un minero escritor que heredó a sus descendientes y a la ciudad de Pachuca un invaluable repertorio de relatos y vivencias; surgido de sus experiencias adquiridas, desde que tenía 16 años, en la mina Dos Carlos, del actual Mineral de la Reforma y en otras minas de Pachuca, donde conoció a los recios obreros que integran sus crónicas recogidas en el libro Relatos de un minero.
Don Ramón Santamaría iba a cumplir 89 años en octubre, 77 de los cuales compartió con doña Anita, su compañera de toda la vida, con quien procreó cinco hijos: María Esther, María de Lourdes, Miguel, Ángel, Luis Felipe y Juan Carlos.
Minero de prosapia
La sencilla vida de don Ramón la describe él mismo, en Miguel el Chiflonero, como miembro de una familia de prosapia minera. Expone literalmente:
"El medio ambiente en que había crecido era definitivamente de gente minera, de familia de mineros; como consecuencia, desde temprana edad yo a toda costa quería ser minero. Soñaba con mi gorra de seguridad, mi lámpara de carburo y mi guangoche; me emocionaba lo que contaban mis hermanos, cuando llegaban a comer".
“Siempre me sentaba a su lado para preguntarles cómo les había ido en el trabajo, en qué nivel andaban, quiénes eran sus compañeros. Mi hermano Juan era el más complaciente siempre me contaba lo que pasaba en su trabajo, con todos sus detalles. Por él supe, aunque yo nunca había bajado a una mina, cómo eran los rebajes, los chiflones y las frentes, incluso los toques que da el calesero para bajar o subir la jaula. Cada día la mina se me hacía más fascinante y crecían mis ansias de ser minero”.
Al apuntar sus memorias, muchos años después de haberse retirado, don Ramón estampó: “La mina siempre fue mi ideal, en la que viví experiencias que nunca he olvidado, que siempre llevo dentro de mí, muy dentro de mi corazón. Ahora, ya viejo, he decidido darle rienda suelta a mis recuerdos, echarlos fuera, aunque confieso que no es nada fácil en mí rememorar hechos de tantos años atrás”.
Presente histórico
Lo importante en la lectura de la crónica es que el viejo minero escribió con el presente histórico y recordaba con el pasado reciente, lo cual induce a pensar que los acontecimientos narrados están vivos, se perciben como si acabaran de suceder, no obstante haber transcurrido más de 60 años.
Al leer las historias Miguel, el Chiflonero, El Hilario, Presentimiento e Historias de mi barrio, incitan al leyente a adentrarse en los pasajes del quehacer cotidiano de los hogares mineros; a emocionarse con las tragedias que causaron desdicha; lo introduce en los momentos de alegría de los inquilinos de las famosas vecindades del barrio de La Surtidora donde, al convivir amontonados la pobreza los unía y en medio de la desventura surgía en ellos una verdadera amistad y hermandad.
El trabajo del autor fue reconocido y premiado; su primer relato, Miguel, el Chiflonero, publicado en un libro patrocinado por el Museo Nacional de Culturas Populares en 1988. Asimismo, la Universidad Autónoma de Hidalgo, siendo rector el licenciado Juan Manuel Menes Llaguno, lo editó, en 1989, en la serie EconoLibros, serie que incluyó, además, El Hilario.
En 1994, don Ramón sufragó la primera edición del libro Relatos mineros, con las crónicas del Chiflonero, El Hilario, Presentimiento e Historias del barrio de La Surtidora.
Libro único en su género
En edición más reciente agregó los textos Pachuca….por esas calles de Dios y Carta a mi hijo; este último sexto lugar en el concurso nacional convocado por el diario Novedades en 1990.
Queda para la posteridad el pensamiento de don Ramón:
“Quienes escribimos lo hacemos sólo por darnos gusto y quizá con el deseo, como en mi muy particular caso, de que alguien se atreva a leer este modesto trabajo”.
Queda pendiente que el libro—cuyas dos ediciones están agotadas—sea reimpreso por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (Cecultah) o por el nuevo régimen gubernamental que encabezará Omar Fayad, dado que es único en su género y debiera ser divulgado entre los pachuqueños y los estudiosos de la historia minera.