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PACHUCA, Hgo., 2 de febrero de 2017.- En menos de una década, las disputas agrarias, la rivalidad entre indígenas y policías, y los conflictos religiosos, han sangrado al Valle del Mezquital, donde se concentra un peligroso coctel de pobreza, cacicazgo, desigualdad y abusos, que repetidamente ha incendiado ésta de por sí calurosa zona, ubicada a unos 100 kilómetros de la ciudad de Pachuca.
El pasado 5 de enero, el olor a pólvora envolvió el ambiente una vez más, la carpeta asfáltica de la México-Laredo se tiñó de rojo; el Ixmiquilpan Bronco ardió y a su pasó consumió lo que antes era un cuartel de la Policía Federal, dos autobuses de pasajeros, un camión blindado de la policía estatal de los llamados “rinocerontes” y dos patrullas; ahora completamente calcinados estos vehículos adornan camellones y el acotamiento de esa vía federal, a manera de quizá de advertencia, pero también como recordatorio de aquel cruento enfrentamiento en el que murieron dos civiles, y otros 15 resultaron heridos.
En la última década, los enfrentamientos en el Valle del Mezquital se recrudecieron dejando muerte, heridos y muchos detenidos. Las cifras oficiales desde 2008, hablan de al menos 30 heridos, y seis muertos en diversos choques, todos en el municipio de Ixmiquilpan.
Pero las pugnas más añejas y sangrientas datan de hace casi medio siglo y el número de muertos se eleva a 20, y más de 50 heridos, sin contar las decenas de detenidos. Más de la mitad de estas, han sido entre la policía y pobladores, quienes mantienen una vieja rivalidad que se agudizó el 29 de diciembre del 2008, cuando al menos 500 federales llegaron hasta el municipio de Ixmiquilpan, para rescatar a sus compañeros Víctor Manuel Sánchez y Carlos Martínez Pérez, quienes por la madrugada fueron retenidos en la comunidad Cañada Chica, en protesta por la ola de robos en aquella zona.
Reporteros que cubrieron el dantesco operativo, atestiguaron los destrozos de los federales en las viviendas, los arrestos, mujeres y hombres golpeados, sin importar edad, empujados cual bultos a la batea de las patrullas. El saldo fue de varios heridos y 9 detenidos, entre ellos el líder de la comunidad El Alberto, Alfonso Ramírez, así como dos mujeres, una de 62 años de edad y otra de 24, a quienes se les recuerda con el rostro hinchado, ensangrentado.
Alcaldes van y vienen, casi ninguno ha dejado huella por sus buenas acciones, pero sí por los negocios al amparo del puesto, como la adquisición de ranchos, hoteles, gasolineras; derivando en aquel dicho popular que ya es una máxima de la política ixmiquilpense:
“Si quieres ser hotelero o gasolinero, presidente debes ser primero”.
“Por eso la gente de Ixmiquilpan está cansada, nomás prometen, y lo único que hacen es enriquecerse”, dice con enfado Leopoldo Vargas, líder del mercado municipal José María Morelos y Pavón, y quien asegura que desde la época de Alfonso Corona del Rosal, quien era amo y señor en el Valle del Mezquital, “no ha habido otro político que haya ayudado tanto a esta región”.
“Los políticos llegan a la presidencia municipal sólo a enriquecerse, la mayoría tiene hoteles, por eso es el coraje de la gente”, añade.
Muestra de ese coraje, se evidenció 21 días antes del secuestro de los dos policías federales, cuando una turba enardecida a punto estuvo de quemar vivo al presunto ladrón de autos Alfredo “N” en la comunidad de San Juanico, lugar donde días después se concentró el mega-operativo de agentes federales.
Pero en las páginas del “Ixmiquilpan Bronco”, se cuentan otras sangrientas disputas que no están tan vigentes, por eso hoy, pocos las recuerdan, como la ocurrida en el sexenio del entonces gobernador Carlos Ramírez Guerrero (1963-1969), donde un pleito agrario terminó en tragedia dejando a 10 campesinos muertos.
La masacre de Pueblo Nuevo, considerada “la más sangrienta en la historia de Ixmiquilpan”, vagamente es recordada por algunos pobladores; otros más jóvenes dicen que ni siquiera sabían, pero esta se narra a detalle en el libro “Memorias de mi pueblo. Pueblo Nuevo, 100 años de Historias”, de Homero Biñuelo Bautista.
Los hechos –narra el libro- ocurrieron el 14 de Abril de 1968 en la comunidad de Pueblo Nuevo, debido a la tensión entre usuarios del agua de riego y poseedores de predios foráneos, por el incumplimiento de cooperación de 10 pesos acordada en la comunidad para hacer uso del agua, lo que derivó en un enfrentamiento entre ambos grupos.
En la riña fueron asesinados 10 campesinos, entre ellos: Ignacio Cazuela Romero, Roberto Pérez Romero, Cecilio Hernández Campanilla, Agustín Pérez, Juan Cazuela, Ignacio Cazuela Biñuelo, Gregorio Cazuela Biñuelo, Felipe Hernández Campanilla, Doroteo Cruz Biñuelo, Silvestre Cazuela Hernández.
Vecinos del lugar entrevistados por Quadratín, coinciden que por aquellas fechas, al Valle del Mezquital llegó el Padre Lino, un cura extranjero que compró tierras para repartirlas entre los indígenas, pero tras su muerte, los caciques de la región y algunos políticos se aprovecharon para apropiarse de cientos de hectáreas.
Así ocurrió el sonado caso de Rancho Damasco, un predio de 400 hectáreas que por resolución presidencial “no podía escriturarse a favor de ningún particular”, pero sin embargo estos fueron adquiridos por uno de los sobrinos del ex gobernador Jesús Murillo Karam, para instalar una universidad, y por Irving Pedraza García, hijo del ex alcalde de Ixmiquilpan, Roberto Pedraza Martínez.
El 22 de octubre del 2010, el diario la Jornada reportó la detención de 18 comuneros indígenas acusados de despojo tras exigir la restitución de 86 hectáreas, pero que a su vez eran reclamados por Alejandro González, sobrino de Murillo Karam, y por la empresa Mármoles del Valle del Mezquital, y el club de caza y pesca Campo de Tiro, bajo el argumento de que poseían certificado de inafectibilidad agraria emitido en 1946.
El mismo Biñuelo narra en su obra otras formas de despojo, por ejemplo del “doctor Romero”, quien era el médico del pueblo, y aprovechando que los indígenas no tenían para pagar las consultas les pedía que le pagaran con “un pedacito de terreno”, a lo cual accedían los lugareños “a cambio de ser atendidos de sus males”.
10 AÑOS DESPUÉS, SE REPITE LA MATANZA
Un nuevo episodio de sangre se repitió 10 años después, cuando el control político y el gobierno de Hidalgo ya estaba en manos del líder del Grupo Huichapan, Jorge Rojo Lugo, hijo de Javier Rojo Gómez, fundador de la llamada familia Real, y cuyos herederos, los ex diputados Jorge y José Antonio Rojo, han visto menguado su poder y nulificadas sus pretensiones de continuar el legado político de su padre, y gobernar Hidalgo.
El 20 de agosto de 1978 otra vez en la comunidad de Pueblo Nuevo, una pugna entre pobladores dejó a tres campesinos muertos, y heridas a otras cinco personas.
El diario el Sol de Hidalgo dio cuenta de los hechos en su edición del 22 de agosto de aquel año, y en una nota firmada por el reportero José Luis Martínez Vázquez, se detallaba que el conflicto fue originado por “viejas rencillas entre pequeños propietarios y comuneros de la Población de Pueblo Nuevo”.
Los hechos aquel día, -según la nota- se registraron luego de que el director de la escuela primaria Indigenista de El Zothi, Ignacio Campanilla Cazuela, fue asesinado por Sebastián Biñuelo Cerritos, Emilio Campanilla Cazuela, y otro sujeto no identificado. En aquella ocasión también mataron al juez auxiliar de Pueblo Nuevo, Juan Biñuelo, lo mismo que Vicente Ventura Montiel, mientras que Cesáreo Cazuela Biñuelo quedó herido, todo presuntamente después de una discusión registrada dentro de una tienda.
En el remate de la nota, quedó asentado que el pleito fue por problemas “de faldas y no por cuestiones agrarias”, pero el libro “Memorias de mi pueblo. Pueblo Nuevo, 100 años de Historias”, desmiente esta versión, y afirma que el enfrentamiento ocurrió cuando un hombre identificado como Cecilio Campanilla, quiso dividir los terrenos en partes iguales, lo cual fue rechazado por algunos pobladores que tenían ya construidas sus casas en dicho predio.
LA SANGRE DERRAMADA EN IXMIQUILPAN
Miguel Mundo Cervantes, ex delegado de la comunidad de San Nicolás, culpa al gobierno por la sangre derramada en el municipio de Ixmiquilpan, y asegura que el pasado 5 de enero en el enfrentamiento entre federales y manifestantes “la gente sólo se defendió”.
“Si usted me viene a agredir a mi casa, yo me defiendo, porque me estás ofendiendo en mi casa”, dice aludiendo a la pugna que dejó a dos civiles muertos, y acusa que anteriormente los policías agredieron en varias ocasiones a la población, “como fue en la comunidad de San Juanico, en el Mandhó, en Villagrán, y en el techado en la unión de horticultores donde hubo un muerto, por eso la gente está enojada”.
-¿Está armada la gente en Ixmiquilpan?
-Sí, traen sus escopetas para ir a cazar conejos y ardillas.
-Pero se asegura que tienen armas de alto poder.
-No creo, de dónde vamos a sacar para un cuerno de chivo; no sé cuánto valgan, desconozco el precio.
-Se dice que con dinero de los migrantes.
-Eso no es cierto, los migrantes se preocupan para hacer su casita.
Pero en septiembre del 2010, pobladores de La Estancia municipio de Chilcuautla, exigieron la intervención del Ejército Mexicano, tras denunciar la existencia de grupos armados en las localidades de El Alberto y Cazuelas en el municipio de Ixmiquilpan. El llamado se hizo tras la muerte del ex presidente municipal ixmiquilpense, Cirilo Hernández Quesada, quien agonizó durante seis días en el hospital tras recibir un balazo en el rostro, derivado de un conflicto agrario entre vecinos de la Estancia y El Alberto.
Años atrás, durante el sexenio de Jesús Murillo Karam, el gobierno debió intervenir para evitar que se derramara más sangre, tras un conflicto desatado por la posesión de predios donde se ubica el balneario el Tephé, y que se disputaban los grupos de José Huerta y Rosa Maldonado. Al final, el gobierno repartió otra porción de terrenos al grupo de Maldonado para crear lo que ahora es el parque acuático conocido como Tepathe, a unos metros del Tephe.
Lorenzo Bautista Pérez, integrante de la Comisión de Ixmiquilpan Revolucionario, recuerda que el Tephé “era una alberquita en manos de una familia, incluso hubo enfrentamiento armado, pero gracias a la intervención de la gente hubo negociación para lograr la paz y crear otro balneario que es el Tephate. Sólo hubo heridos de bala, de ambos lados”.
Bautista señala que desde el gobierno de Adolfo Lugo Verduzco (1987-1993) a la fecha se han registrado al menos unos 40 conflictos agrarios de gran importancia, y acusa que el gobierno “ha dado luz verde a los notarios para violentar la ley agraria, dándoles documentos de propiedad y escrituras públicas”, de los predios en el Mezquital.
“Ixmiquilpan se cuece aparte, porque siempre ha sido Bronco, la gente no se deja, y el gobierno no hizo caso, es como provocar un panal o un hormiguero”, remata Jorge Lagunes Cruz, líder de los tianguistas y comerciantes de esta incendiada región.
Fotos captadas el 29 de diciembre de 2008 durante la retención de 2 policías federales en el municipio de Ixmiquilpan.