Abandonan a recién nacido en parque de Cancún
CIUDAD DE MÉXICO, 29 de marzo, 2017.- Existe la percepción ciudadana de que para el presidente Enrique Peña, su único objetivo al frente del Poder Ejecutivo era el de ganar la elección presidencial del año 2012 y tomar posesión del cargo. Una visión de la administración Peña, que se ha venido repitiendo con la fuerza de la inercia, sin que se observe algún indicio de reflexión que propicie la rectificación del rumbo tomado -o impuesto por los hechos-.
El gobierno de Peña Nieto no cumplió con su propuesta de crecimiento económico. Sobrevendió una reforma fiscal que resultó ser recesiva. No hay multimillonarias inversiones en telecomunicaciones. En julio de 2013, se esperaban 700 mil millones de pesos de inversiones en el sexenio en el sector, el cual registra tasas de dos dígitos de crecimiento en el país. Pero esas inversiones, no llegaron.
La corrupción es un “fenómeno cultural” fue una frase que Peña Nieto expresó en aquella malograda entrevista con los periodistas de la serie “Conversaciones a Fondo”, en agosto de 2014 y que hasta la fecha sigue presente. En la crisis de Iguala-Tlatlaya. Peña Nieto tardó diez días en mencionar el caso de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos en Guerrero. Minimizó y quiso ocultar la ejecución de 22 personas en Tlatlaya, Estado de México.
Entre la ciudanía se cree que uno de los principales errores de diseño del actual gobierno fue formar un gabinete de “cuotas y cuates”. Lo grave es que en la medida que crece la percepción pública de la debilidad de Peña Nieto, también se incrementan las fracturas en su equipo de gobierno. Basta observar la reciente encuesta del periódico El Universal. “Para 21% de los entrevistados en el aumento a los precios de las gasolinas es lo peor que ha hecho hasta ahora el presidente Enrique Peña Nieto”.
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