(W) Ecos Sindicales: Operación Panal
PACHUCA Hgo., 5 de abril de 2017.- Los tiempos no cambian. La historia se repite. Todo sigue igual.
Posiblemente cuando termine de leer usted el comentario de la Inocente polvorita esbozará una sonrisilla, se rascara o moverá la cabeza, hará un mohín displicente o de plano doblará la hoja.
Sin embargo, le aseguramos que lo que leerá a continuación siempre ha sido una noticia nueva.
Un de las mayores preocupaciones de los presidentes municipales, al hacerse cargo de su importantísima encomienda, ha sido la limpieza de la ciudad y el arreglo de sus calles para lograr el buen aspecto a que tienen derecho los habitantes de la ciudad capital del estado de Hidalgo.
Lo primero que uno de esos presidentes municipales pretendió hacer, fue prestar atención para evitar los basureros. Para el efecto, como los camiones recolectores eran insuficientes ordenó adquirir varios nuevos, aumentando el número de peones para la recolección.
Ese alcalde declaró que luego de limpiar la ciudad de los incontables muladares, se proseguirá de inmediato con el bacheo y la reparación de calles, las que estén pavimentadas o las que no son posible asfaltarse.
Solicitó el funcionario que debe entenderse, entonces, que los vecinos de la capital deben cooperar con la limpieza del frente de sus casas, cuando menos, y no arrojar desperdicios en la vía pública.
LA HISTORIA
Los conceptos anteriores fueron expresados en 1944 por el presidente municipal, Salvador Gil y publicados en el bisemanario Renovación.
Cuarenta años después, en septiembre de 1984, tocó el turno al alcalde Eduardo Valdespino, quien se comprometió al rebacheo de las calles en cuanto termine el periodo de lluvias, para lo cual ya había detectado las arterias en malas o pésimas condiciones.
REGLAMENTOS VAN Y VIENEN
En mayo de 1991, el presidente municipal de Pachuca, Mario Viornery, expidió el Reglamento de manejo de los desechos sólidos en el municipio de Pachuca, que constaba de diez capítulos y 137 artículos. Tan extenso, que al ser publicado en la prensa local, el texto llenó cuatro planas del diario El Sol de Hidalgo.
En los capítulos se incluía el de la colaboración de los habitantes de la ciudad que están obligados a mantener y conservar aseadas las calles, aceras, plazas, jardines y espacios públicos en general.
El capítulo 3 señalaba los tipos de almacenamiento de los desechos. El cuatro, el de la recolección, a cargo de las brigadas. El siguiente, sobre el transporte de remanentes mediante carros de mano y camiones automotores.
El capítulo seis, sobre la disposición final de los sobrantes sólidos, establecía que se realizaría mediante los siguientes servicios:
Relleno sanitario.
Planta de composta.
Planta de reciclaje.
Planta municipal de incineración.
Sitio de confinamiento controlado.
O en su defecto, mediante convenios:
Relleno sanitario concesionado.
Planta de composta concesionada.
Planta de reciclaje concesionada.
Planta de incineración concesionada, y,
Sitio de confinamiento concesionado.
UTOPIA DE COLORES
El reglamento mencionaba los tipos de bolsas para depositar bazofias. Las rojas, las provenientes de hospitales. Las verdes, de los desperdicios de las oficinas almacenes y farmacias; botellas de vidrios, latas o productos reciclables. Las negras, toda clase de basuras generadas en los hogares y restaurantes.
La reglamentación que comentamos nunca se puso plenamente en vigor a pesar de que la pasada administración de Eleazar García alardeó de moderna y progresista, pues fracasó en las concesiones de transporte y destino final de las basuras.
La empresa Cambio Verde fue ineficiente tanto en la recolección como en la tentativa de crear plantas de reciclaje.
Si al leer las líneas anteriores usted no sonríe, debemos culpar al tiempo porque no le dio tiempo a los alcaldes a cambiar los tiempos. En vez de sonreír debemos carcajearnos de quienes han votado por los alcaldes priistas.
La historia se repite.