Ráfagas: Saqueo en Tepeji
Para nadie es un secreto:
Andrés Manuel López tiene un desprecio absoluto por las Fuerzas Armadas.
Lo mismo culpa a los militares de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el municipio perredista de Iguala, por cuyo alcalde José Luis Abarca hizo campaña, como al Ejército Mexicano de represión generalizada.
Pese a estos antecedentes, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha mandado varia señales de acercamiento y entendimiento al tabasqueño, pero él las ha rechazado de manera reiterada de la manera más descortés.
Vayamos a abril/mayo de 2006. Las encuestas a favor de López eran generalizadas sobre el panista Felipe Calderón y no se diga el priísta Roberto Madrazo.
En aquellos tiempos era mínima la imagen y la influencia del presidente de la alternancia, Vicente Fox, y por ello cada institución se movía con entera libertad sin orden ni autorización del jefe del Ejecutivo nacional.
Como ejemplo está el Congreso de la Unión, donde fue recibido con honores en su asunción el 1 de diciembre de 2000 pero a donde no pudo acceder para entregar su último informe de gobierno.
El ejército garantiza respeto al tabasqueño
En un ambiente descompuesto, de confrontación, los altos mandos castrenses decidieron intervenir.
Hubo varios mensajeros.
Algunos generales de división.
Reunidos, convinieron en designar al perredista Graco Ramírez como el mejor intermediario, dada su ascendencia en la milicia y su hermandad con un divisionario, José Domingo Ramírez Garrido Abreu, en cuyos galones van los reconocimientos por haber detenido a Genaro Vázquez Rojas.
Graco llegó ante el secretario de la defensa nacional, general Clemente Vega García, con quien lo unía una vieja relación y con quien habló del ambiente nacional, la política y un compromiso inobjetable: -El Ejército no permitirá la división del país.
Con ese espíritu, pidió al perredista ser mensajero y proponer un encuentro con varios mensajes:
Tres:
-Pero Andrés no aceptó –reveló una fuente a Teléfono Rojo- porque dijo que “él no necesita de nadie ni de nada para ser presidente de México”.
Dejó pasar esa oportunidad y la repitió en 2012, cuando estuvo en la competencia y a través del secretario Guillermo Galván le dijeron que el Ejército Mexicano no juega en las elecciones ni traiciona al pueblo.
Viene su tercera cita electoral y será histórica.
¿Qué hará El Peje?
Elba sueña con recuperar el SNTE
Una diligente lectora hizo notar un error: ayer dimos el nombre del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y entre paréntesis apareció CNTE.
Cierto, pero dirigentes de sindicato y coordinadora acuden con Elba Esther Gordillo en busca de orientación y ha tenido la oportunidad hasta de reconstruir relaciones con ex secretarios generales del SNTE con quienes había roto.
Todos salen contentos, sorprendidos de la vitalidad de La Maestra, de su ausencia de rencor con el régimen y la lucidez con que analiza la situación social, política y electoral del país.
Con esa información de fuentes directas afirmamos: Elba Esther retoma el control y la influencia en el magisterio, tanto institucional como disidente, y algunos entrevén el deseo de recuperar el sindicato. Tarea difícil, al menos en este sexenio.
Porque, no hace falta repetirlo, no hay la menor intención de ceder a sus pretensiones de regresar a su casa para cumplir condenas –de haberlas, y eso está por verse– en prisión domiciliaria.