Subestimando a la presidenta
¡Que tiempos aquellos, señor don Simón!
PACHUCA Hgo., 2 de agosto de 2017.- Durante un sexenio, de 1945 a 1951 en el estado de Hidalgo y en especial la ciudad capital, Pachuca, hubo una singular época de tranquilidad social. Los pachuqueños, que vivieron ese período, cuentan que la gente podía caminar, por las noches, con toda tranquilidad por cualquier rumbo de la ciudad.
Los comerciantes no sufrían asaltos. No había secuestros. Los robos que de vez en vez se suscitaban durante los primeros meses de 1945 disminuyeron notablemente a partir de 1946 hasta 1951. Los homicidios eran ocasionales, uno o dos al año.
¿Las razones?
Las versiones de la gente coincidían: Si la policía capturaba a uno o dos ladrones que, por lo general provenían del Distrito Federal, dichos delincuentes eran objeto de una golpiza y después conducidos a los límites del estado de Hidalgo, donde los dejaban libres con la advertencia de que, si regresaban a Pachuca, se atuvieran a las consecuencias.
Hubo varios reincidentes que ya no vieron la luz que iluminara el camino de retorno a su madriguera: amanecían sin vida en algún basurero en las inmediaciones de la ciudad.
Esa época de tranquilidad fue posible porque el inspector general de Policía del estado de Hidalgo, Raúl Godínez Rubio, era recio, duro. Su modo de trabajar impuso cero tolerancias a la delincuencia. De su actuación sobran ejemplos. Narraremos dos.
LOS COLGADOS
En cierta ocasión, del año 1950, la autoridad recibió denuncia de un robo acaecido en la casa del general comandante de la zona militar ubicada en el Parque Hidalgo, zona residencial de Pachuca. El gobernador giró instrucciones precisas al inspector general de Policía para esclarecer los hechos.
Transcurrieron varios días y en una mañana indeterminada los transeúntes que paseaban por el Parque Hidalgo vieron tres cuerpos humanos colgados de los añosos árboles de la parte occidental del parque, casi enfrente de la residencia del jefe militar, según contó de manera personal el licenciado Roberto Valdespino Castillo (ya fallecido), quien en esos años era estudiante del Instituto Científico, Literario Autónomo (ICLA). Ese era su rumbo para ir a clases y regresar a su domicilio. Afirmó: “yo vi a los colgados”.
RATERO CON SANTONIÑO
Entre los años 1950, 1951, funcionaba en la calle de Guerrero número 126 la joyería Márquez, propiedad del popular comerciante Julio Márquez.
Cierto día, muy de mañana descubrieron a un hombre tirado, muerto, casi pegado a la cortina metálica de la joyería, que en una mano asía un santoniño (pequeña barreta de acero, con pata de cabra en un extremo, que utilizan los ladrones para romper candados y forzar puertas, ventanas o persianas metálicas).
Al día siguiente el diario El Sol de Hidalgo publicó la noticia, pero no se dio a conocer quién o quiénes habían sembrado el cadáver. Corrieron las versiones, muy diversas, pero ninguna satisfizo el verdadero origen de la muerte del supuesto ladrón.
RAÚL GODÍNEZ RUBIO
La Inspección General de Policía del Estado (ahora Secretaría de Seguridad Pública) tuvo como último titular al señor Raúl Godínez Rubio, quien se distinguió entre los muchos jefes de policía al convertirse en una leyenda viviente.
Godínez Rubio nació en Zimapán, en 1913. El 1 de abril de 1945, al rendir protesta el gobernador Vicente Aguirre, se inició, asimismo, la breve y fructífera carrera del inspector Raúl Godínez Rubio, de 32 años, que en poco tiempo fue respetado por los ciudadanos, temido por los delincuentes, admirado por subalternos, coterráneos y compañeros de oficio.
Muchos años después de terminada su gestión como jefe policíaco, don Raúl nos concedió una entrevista en la ciudad de Zimapán, donde administraba una distribuidora de cerveza y fábrica de hielo.
Preguntamos:
–¿Es cierto que, durante su actuación como jefe de policía, los rateros desaparecían de Pachuca, ahuyentados por la propia policía, y que de vez en cuando aparecían, algunos, muertos en los basureros?
–Mire usted, entre los delincuentes hay gente de todo tipo. El ratero cuando sale a robar va preparado para todo. Algunos ladrones probablemente murieron en un enfrentamiento con la policía, enfrentamientos que los había no muy seguido.
–¿Se aplicó alguna vez la ley fuga en Pachuca?
–No, en Pachuca no; repito, hubo enfrentamientos a balazos y algunos delincuentes murieron. Durante el tiempo que me tocó servir como inspector procure que los policías fueran honestos. La policía debe ser honrada cien por ciento, y aun cuando las épocas cambian, también la policía debe estar preparada de acuerdo con el tiempo que le toque servir.
–¿Cómo ha vivido desde que dejó el cargo el inspector de Policía?
Me he dedicado al comercio. Mi actividad ha cambiado totalmente. Nunca he sido víctima de atentados o amenazas. Me han pedido en repetidas ocasiones que vuelva a la policía, pero no, mi actividad ha cambiado. Vivo desahogadamente; no soy ni rico ni pobre; estamos luchando.
–Creo que el mejor juez es el pueblo, es el que reconoce o condena. En 1950, la Cámara de Comercio de Pachuca me entregó un reconocimiento por la labor que desarrollé en la Inspección General de Policía y Tránsito.
(Esta entrevista fue realizada en 1975, cuando don Raúl tenía 62 años, 30 años después de ocupar el cargo policiaco que lo convirtió en un mito viviente.
NI SI, NI NO; SINO TODO LO CONTRARIO
Desde hace años diversos actos de delincuencia han surgido en algunos sectores del estado. La mano dura del secretario de Seguridad Pública, Damián Canales, durante lo sexenios de los gobernadores Miguel Ángel Osorio y Francisco Olvera, alejó temporalmente a narcotraficantes.
Sin embargo, durante los últimos meses desiguales sucesos han alarmado a la sociedad, por ejemplo, lo que rezan tarjetas informativas:
El jueves pasado, las autoridades reportaron el hallazgo de un cuerpo envuelto en una cobija, con una bolsa en la cabeza, en el Corredor de la Montaña.
El 4 de mayo pasado, la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo (PGJH) inició la carpeta de investigación 1-2017-0832 luego de la aparición de unas manos en la localidad Santa Mónica, El Arenal.
El 17 de marzo, dos cuerpos calcinados fueron encontrados en Peñas Cargadas: un hombre y una mujer.
En Tula, el pasado 8 de enero elementos de Seguridad localizaron una cabeza humana. Asimismo.
Hubo una agresión sexual contra dos mujeres en Acaxochitlán, el primero de mayo.
DECLARACIONES OFICIALES
En relación con hechos criminales, se ha publicado en diarios locales:
“Los cuerpos que han sido hallados en Hidalgo con mutilación, decapitados y encobijados son del Estado de México, abandonados por grupos delincuenciales ya identificados, afirmó el secretario de Gobierno, Simón Vargas”.
Asimismo, don Simón especificó: “Las personas que han sido ejecutadas no son de aquí, son del Estado de México (…) Son estrategias del crimen organizado para intimidar, para generar terror”,
“A pesar de ello, Hidalgo sigue siendo seguro”.
LA MATANZA EN TIZAYUCA
El 13 de julio pasado, todos los diarios de Pachuca desplegaron en primera plana:
EL SOL DE HIDALGO: Tizayuca se tiñe de rojo: 11 ejecutados.
CRITERIO: Escapan niños a masare tras brincar barda.
EL INDEPENDIENTE: Asesinan a 11 en fiesta infantil.
MILENIO: Multihomicidio en Tizayuca, por ajuste de cuentas.
SÍNTESIS: Masacre fue un ajuste de cuentas.
CRÓNICA: Indaga la Procuraduría ejecución en Tizayuca.
PLAZA JUÁREZ: Masacran a once.
CAPITAL HIDALGO: Ajuste de cuentas deja 11 muertos.
Sobre la aterradora noticia, los diarios publicaron declaraciones de don Simón Vargas:
“Pese a reiterar que la ejecución de 11 personas en Tizayuca “es un hecho aislado”, el secretario de Gobierno, Simón Vargas Aguilar, aceptó que grupos del crimen organizado han intentado instalarse en la entidad. “Por supuesto, el crimen organizado busca apoderarse de más territorios, esa es su acción, ¿qué estamos haciendo las autoridades?: bloquear que eso se consuma”, Don Simón Vargas agregó que los grupos armados ingresan al estado “sin dañar a la sociedad”.
Don Simón Vargas comentó puntualmente que el crimen organizado no opera en Hidalgo.
Lo escrito en los últimos párrafos, comparado con lo que se vivía en los tiempos de don Raúl Godínez, da pie para exclamar:
¡Qué tiempos aquellos, señor don Simón!