Radar Político: Penchyna, de moda
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de agosto de 2017.- El pasado mes de julio, Joe Arpaio, quien presumía ser el alguacil “más duro” de los Estados Unidos, fue declarado culpable de desacato criminal, al haber desobedecido la orden de un juez federal para que detuviera las acciones de discriminación racial hacia los latinos que ordenó realizar al Departamento del alguacil del condado Maricopa, en Arizona y por la que recibiría el próximo 5 de octubre una sentencia de seis meses.
Esta práctica discriminatoria que le narro, estimado lector, y de la cual puedo dar constancia, la viví hace algunos años en Phoenix, donde junto con otros paisanos, fundamos el Club de Hidalguenses en Arizona, precisamente con la intención de crear mecanismos de apoyo mutuo ante el embate inmisericorde del senil y xenófobo Sheriff.
Al más puro estilo del gobierno mexicano y sus “cajas chinas”, y en tanto todo Estado Unidos centraba su atención en el paso del huracán Harvey en Texas, el presidente Trump aprovecho e inició otro escándalo la noche del pasado viernes 25, al otorgar el perdón presidencial al ex alguacil Arpaio, acción que por cierto, pocos líderes republicanos han condenado.
La Casa Blanca esperó hasta las ocho de la noche del 25, hora local, para anunciar el perdón a Arpaio, que Trump después colocó, como era de esperarse, en Twitter. Joe Arpaio, de 85 años, fue condenado por desacato criminal el pasado 31 de julio y debía recibir una sentencia de seis meses el próximo 5 de octubre, pero Trump otorgó el perdón mucho antes de que incluso concluyera el proceso judicial, presuntamente para honrar su medio siglo de “servicio público”.
La decisión, obviamente provocó gran inconformidad y protestas por parte de la mayoría de líderes demócratas de ambas cámaras del Congreso, de múltiples grupos cívicos y de un sinnúmero de defensores de inmigrantes en toda la unión americana.
Para algunos detractores de Trump, su intención es reforzar el apoyo de su base, muchos de ellos nacionalistas blancos, tras la humillante salida de su asesor, Steve Bannon, además, de que este perdón estaría enviando una señal a sus asesores cercanos para que no teman un posible enjuiciamiento en conexión con las investigaciones sobre la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016.
El criminal ex sheriff Arpaio, por su parte, agradeció a Trump y a sus seguidores, y cínicamente dijo sentirse reivindicado porque su condena fue parte de una “cacería de brujas política”, aunque sus acciones fueron de flagrante contravención a la constitución estadounidense, y seguramente no se le estarán otorgando estos perdones a todos los criminales que infrinjan los mismos ordenamientos, lo cual constituye un pésimo referente de justicia selectiva.
Desde ese día y a lo largo del fin de semana, ha habido una lluvia de condenas por medio de comunicados y en redes sociales, por gran parte de los líderes demócratas de dentro y fuera de Arizona.
Salvo un puñado de notables excepciones, el liderazgo republicano en el Congreso encabezado por Paul Ryan, en la Cámara de Representantes, o de Mitch McConnell, en el Senado, ha guardado silencio frente a una nueva controversia que amenaza con deteriorar todavía más la imagen de su partido. Tampoco ha habido reacciones de los senadores republicanos latinos Marco Rubio, de Florida –coautor de una reforma migratoria integral en 2013, que luego abandonó- y Ted Cruz, de Texas, de los principales líderes republicanos que eso si, de inmediato aplaudieron las sanciones oscuras e intervencionistas de Trump en contra del acosado gobierno legítimo de Venezuela.
La sorpresa la dio el senador republicano por Arizona, John McCain, quien dijo que “nadie está por encima de la ley”, y aunque Trump está en su derecho de otorgar este perdón, el hacerlo en estos momentos, mina su argumento de que “respeta el imperio de la ley”, ya que Arpaio “no ha mostrado ningún remordimiento por sus acciones”, requisito legal indispensable para poder ser objeto del citado perdón. Es por cierto, el mismo McCain a quien hace pocos meses visitó la apátrida precandidata panista a la presidencia mexicana, y esposa del espurio Calderón, pidiéndole ayuda intervencionista ante su impotencia y desesperación por el avance de morena y su líder Andrés Manuel López Obrador hacia el 2018.
Por su parte, la estratega republicana, Ana Navarro, enumeró los pocos integrantes de su partido con “decencia” como la mostrada por McCain, y condenó que sin meditarlo, en unos cuantos días y de un solo plumazo, Trump haya impuesto la prohibición de soldados transgénero en el ejército y por otro lado irresponsablemente perdonó a Arpaio, además de apoyar a supremacistas y neonazis.