Así no, presidenta
PACHUCA, Hgo., 4 de julio de 2018.- Han pasado 18 años desde que ocurrió la primera alternancia democrática del país, después de siete décadas de hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y en ese momento millones de personas esperaban un cambio significativo en el combate a la corrupción e impunidad, además de acabar con las desigualdades latentes, sin embargo, la transición que trajo Vicente Fox provocó desencanto y desilusión a tal grado que 12 años después regresó el Tricolor a Los Pinos.
La llamada primera borrachera democrática en la que millones de personas creyeron realmente en un cambio terminó en un gobierno cuestionado y criticado por su ineptitud y su permisividad hacia las viejas estructuras gubernamentales que tanto criticó Fox durante su campaña y que se convirtieron en sus aliados ante un Congreso dividido.
El foxismo trajo consigo una primera dama protagonista cuyos hijos se beneficiaron con contratos millonarios por parte del gobierno federal para sus empresas reproduciendo el mismo modelo corruptivo del priismo y los cambios que tanto anunció en su campaña electoral fueron mínimos o imperceptibles, por lo que permitió que paulatinamente se incubara la resurrección del PRI que en el 2000 parecía en peligro de extinción.
El lunes pasado volvimos a vivir una euforia por el cambio que representa Andrés Manuel López Obrador, quien llegará a Los Pinos después de 18 años de campaña y millones de personas confiaron en el proyecto que forjó el tabasqueño de tal manera que incluso su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena),obtuvo la mayoría en el Congreso de la Unión tanto en la Cámara Baja como Alta, además de haber obtenido varias gubernaturas, por lo que se vive un clima de esperanza que ha generado aún mayor expectativa que hace 18 años.
En la luna de miel que se vivirá durante estos meses y los primeros del gobierno de López Obrador permitirá recuperar la credibilidad de los ciudadanos en las instituciones, las cuales estaban desacreditadas por las constantes acciones de corrupción en las que fueron señaladas en los últimos gobiernos, principalmente en la administración de Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, la alegría que existe con respecto al triunfo de López Obrador también puede ser un arma de doble filo, porque los ciudadanos exigirán resultados inmediatos en temas tan complejos como la seguridad y la economía, además de la sensación de bienestar social, por lo que en caso de no percibirlos pueden comenzar a generarse las críticas hacia el nuevo gobierno como ha ocurrido en cada sexenio.
López Obrador ha sido muy hábil para consolidarse como la figura del cambio verdadero después de que la percepción social desacreditó a los gobiernos panistas que se aliaron en varias ocasiones con el PRI, por lo que ahora los ciudadanos esperan que el tabasqueño verdaderamente impulse las acciones necesarias para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, cuyos ingresos son cada vez más bajos y el modelo neoliberal que implementó Carlos Salinas de Gortari desde 1982 fracasó.
A diferencia de Fox, López Obrador tendrá la posibilidad de desarrollar los proyectos que ha contemplado en su gobierno, debido a que contará con la mayoría en el Congreso de la Unión, por lo ue no habrá dificultades que obstaculicen los cambios que ha propuesto para el país.
El mayor castigo que se vivió en esta jornada electoral fue para el PRI, partido que perdió las nueve gubernaturas que se disputaron, además de que perdió algunos de sus bastiones más importantes y los gobernadores priístas tendrán Congresos locales de oposición mayoritariamente de Morena, por lo que ha sido la peor elección en la historia para el organismo creado en 1929 por Plutarco Elías Calles.
Los casos de corrupción que hemos señalado en esta columna como la Casa Blanca, Odebrecht, La Estafa Maestra, Ayotzinapa, Tlatlaya, la fuga del Chapo, la visita de Trump, el endeudamiento y el gasolinazo fueron los factores detonantes para que los ciudadanos se decantaran por otra opción.
Esperemos que en esta emoción e ilusión que vive la sociedad mexicana con el nuevo gobierno no se convierta en un desencanto similar a lo que ocurrió con Fox y si López Obrador ha presumido conocer la historia de México en específico de los presidentes tendrá que maniobrar para evitar convertirse en una nueva versión de la alternancia fallida del país.
Nota aparte: El sentido de cercanía con López Obrador por no ser ostentoso y comer en sitios comunes puede ser un modelo popular y positivo para su imagen, pero los resultados en reducción de inseguridad y desarrollo económico serán los verdaderos criterios para medir su gestión.