Ráfagas: Voracidad panalista
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de agosto de 2018.- El término cacique era ampliamente utilizado en los ejemplares del periódico Regeneración que publicaban los hermanos Flores Magón para referirse a los hacendados que eran beneficiados en el porfiriato con grandes prebendas para mantener el control político del país y aunque en el discurso la Revolución Mexicana combatió contra esta forma de dominación, se reconfiguró en los sindicatos que aparentemente les restituían los derechos laborales perdidos a los trabajadores y cuyos líderes alcanzaron el control total con cuotas de colaboradores.
Aunque en el periodo posrevolucionario algunos líderes sindicales trataron de defender los derechos de sus agremiados, los políticos del nuevo régimen presidencialista lograron acercarlos a sus intereses por medio de riquezas similares a las de los grandes hacendados del porfiriato.
Los líderes sindicales se acercaron al poder político y manipularon a sus agremiados con las famosas cuotas sindicales de tal manera que se convirtieron en caciques implícitos que dominaron a miles de trabajadores que servían para sus intereses y principalmente para apoyar al mandamás del país, el presidente de la República, que durante 70 años fue la persona que controlaba todo sin consultar a nadie más, y para mantenerse en sus respectivos cargos—poco democráticos— tenían que ser “palomeados” por el jefe del Ejecutivo y servir a sus intereses.
En la actualidad hay líderes sindicales absolutos que han permanecido en funciones más tiempo del establecido, ya que en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, liberada la semana pasada, arribó a la cima del magisterio en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y logró posicionarse como una de las figuras políticas más importantes del país a tal grado que logró crear su propio partido político y maniobrar con los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, con los cuales incluso tuvo mejores prebendas que con los priístas.
Otro personaje que también se ha convertido en un líder vitalicio es Carlos Romero Deschamps, quien no sólo ha vivido como el dirigente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) desde hace más de 30 años, sino que también ha ocupado diferentes cargos en el Congreso de la Unión por la vía plurinominal con los colores del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Los recursos económicos que ha manejado a placer en los últimos años de la gallina de los huevos de oro que ha sido históricamente Petróleos Mexicanos (Pemex) lo ha situado como uno de los hombres más ricos del país, quien además ha seguido la escuela priísta con familiares incorporados en la nómina de la empresa al servicio del estado.
Pero aquellos dirigentes sindicales que no han logrado negociar con los gobiernos en turno no han sido beneficiados tan abiertamente como el caso Napoleón Gómez Urrutia, quien desde 2002 se desempeña como dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, y que tuvo que exiliarse en Canadá, donde radica en la actualidad pero que volverá a México como senador de la República por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Si en México durante muchos años la democracia estuvo disfrazada de la llamada “Dictadura Perfecta” como lo bautizó el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en los sindicatos ésta prácticamente es nula y los procesos de elección de dirigencias son simulaciones en las que los líderes convocan a elecciones para reelegirse con una oposición que en su mayoría es comprada y cuyos resultados tampoco son transparentes para la opinión pública.
En los estados la situación es similar, y los líderes regionales son cercanos al dirigente nacional que palomea tal o cual candidatura e incluso apoya abiertamente a un aspirante con cuadros internos de trabajadores para participar en procesos que son resueltos sin contratiempos.
Y aunque los sindicatos al igual que los partidos políticos ya son entes obligados a transparentar los recursos públicos que reciben para sus operaciones, la realidad es que el seno de los grandes sindicatos del país no son abiertos para la ciudadanía que únicamente acepta con molestia las formas de actuar de sindicatos, que pese a sus operaciones poco claras siguen siendo el anhelo de miles de empleados que son contratados sin las mismas garantías laborales y que en cuanto tengan la posibilidad de incorporarse no dudarán en hacerlo ante una situación precaria del campo laboral del país.