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PACHUCA, Hgo., 2 de noviembre de 2018.- El cielo está nublado pero la amenaza de lluvia en Día de Muertos no desanima a decenas de familias que acuden al panteón municipal de Pachuca para reencontrarse con familiares, amigos y seres queridos que ya no están en el mundo terrenal pero que, según la tradición mexicana, retornan del otro mundo para convivir con quienes los recuerdan con alguna fotografía.
Algunas familias llegan desde temprano para limpiar las tumbas, quitar la maleza que creció descontroladamente y colocar flores de cempasúchil, así como algunos objetos que el difunto en vida apreciaba, desde algunas botellas de alcohol hasta alimentos, mientras que los niños más pequeños juegan por las lápidas inocentemente sin saber la identidad de los restos que descansan en el camposanto.
Aunque la tradición de convivir con los seres queridos no es tan antigua y famosa en Pachuca como la del Xantolo en la Huasteca, muchas personas aprovechan el día feriado para acudir al panteón municipal y recordar a sus seres queridos que, a diferencia de otras fechas, creen que regresan sus espíritus para tener un momento de dicha.
Doña Jobita Flores, abuela de siete nietos, acude cada año al panteón municipal a recordar a su querido esposo Juan Manuel Rodríguez, quien falleció hace siete años, y con quien pasó 42 años de su vida, y aunque le gustaría poder acudir a su pueblo natal, Acaxochitlán, no puede porque la edad ya no le permite moverse como quisiera y únicamente espera a que sus hijas la lleven al panteón municipal de Pachuca.
Recuerda con los ojos húmedos que con su esposo pasó los mejores años de su vida, pero ahora sólo es un recuerdo en su mente que la llevará consigo, y a pesar de que a sus 80 años sigue con deseos de seguir viviendo, a veces, reconoce, le gustaría reencontrarse con Juan Manuel y con todos sus seres queridos, pues muchos de sus amigos y familiares de su generación se han adelantado y se siente extraña y a veces incómoda con las nuevas generaciones.
Limpia con lentitud la lápida y dice que sus padres están enterrados en un panteón de Acaxochitlán, donde también descansa una de sus hermanas, por lo que le gustaría volver a visitarla y al menos sus hijas le prometieron que la próxima semana irán al camposanto para ver el lugar donde están sus seres queridos.
El caso de doña Jobita es uno de los tantos que ocurren en el panteón municipal, donde se ha convertido en una tradición que las familias pachuqueñas acudan al cementerio para volver a convivir con sus seres queridos e incluso a comer lo que a ellos les gustaba en vida.
Hay tumbas adornadas de distintas formas e incluso algunos que externan su gusto por el futbol, desde el equipo de la ciudad, los Tuzos del Pachuca, hasta el Cruz Azul, el otro equipo que tiene sus raíces en el estado y que se mudó a la capital del país pero que dejó a una afición fiel que incluso en la tumba los sigue alentando.
Algunos llevan mariachis para entonar las canciones favoritas de los fieles difuntos, pero los mismos músicos reconocen que está de moda un tema de la reciente película de Disney Pixar “Coco” llamada “Recuérdame”, la cual se han tenido que aprender por las diversas peticiones de sus clientes.
Pero tampoco faltan algunas otras románticas como “Si nos dejan” de José Alfredo Jiménez, “Deja que salga la luna” de Pedro Infante y “Si Dios me quita la vida” de Javier Solís, que son las que más interpretan los músicos a las personas que un día gozaron de estas melodías.
Aunque llueve ligeramente, las familias permanecen en el camposanto, han esperado un año para reencontrarse con sus seres queridos y el clima no es un impedimento para seguir con la convivencia, por lo que sólo abren el paraguas y siguen en el lugar.
En el aire se respira melancolía y alegría, pero sobre todo se vive una tradición vigente que se repite en todo el país, una fiesta que es admirada por extranjeros y que es común y a veces menospreciada por los mexicanos.