
Laboratorio público: Educación artística
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de noviembre de 2018.- No estuvo ubicada en Irak, ni en Siria, mucho menos en Sudán, ni en Cuba, ni en Afganistan. Tampoco en Venezuela, Libia o Corea del Norte. Estuvo ubicada en la calle Durango del área centro de Phoenix, la capital de Arizona, el estado más antiinmigrante de los Estados Unidos, país que paradójicamente se erige a sí mismo como el paladín mundial de la “libertad y la democracia”. Operó ahí desde 1993, su nombre, “Tent City” el campo de concentración más famoso de la Unión Americana y que se mantuvo legalmente en operaciones por casi un cuarto de siglo, hasta 2016 cuando junto con la salida de su creador como Sheriff del condado, el racista y xenófobo Joe Arpaio, finalmente se logró cerrar ese gulag gringo.
Quien escribe esta columna puede dar fe del tipo de lugar que era. En al menos una decena de ocasiones pude verlo con mis propios ojos durante visitas de asesoría y apoyo a distintos compatriotas indocumentados. Para usted lector que no conoce el lugar, lo describo brevemente; Era un verdadero infierno que durante el verano presenta, un intenso y casi intolerable calor que por las noches no baja de los 35 grados, y por las tardes llega a los 54 grados centígrados. A manera de presión psicológica, los detenidos eran obligados a vestir uniformes a rayas horizontales de color blanco y negro con ropa interior y toallas de color rosa. El lugar era un amplio terreno aledaño al edificio de la cárcel del condado Maricopa, que junto con varias otras ciudades, integra también a Phoenix. El campo de concentración está Instalado a la intemperie con tan solo sencillas estructuras metálicas cubiertas con lonas antiguas utilizadas por el ejército estadounidense durante la guerra de Corea y ahí mismo durmiendo en literas y comiendo alimentos caducos.
Como si fuera en una película antigua, los presos estaban obligados a trabajar encadenados uno a otro, lo cual –salvo pocas excepciones– es una práctica llamada chain gang que se había desechado en Estados Unidos desde 1955. De hecho, Maricopa era todavía hasta 2016, el único condado en todo el país que encadenaba a presas mujeres. Otros presos hacían trabajos forzados dentro de la cárcel, y otros más afortunados, gozaban de un sistema de permisos que les permitía salir a trabajar y regresar a dormir a “Tent City” o “Ciudad de las Carpas”.
Sorprendente pero no increíblemente y en medio de su tradicional retórica antiinmigrante, el presidente Trump, se juega una de sus últimas cartas al lanzar una retrograda e insultante propuesta con el fin de amedrentar a los miembros de la Caravana Migrante que se dirige a territorio estadounidense. Donald quiere revivir ese espacio de ignominia y alojar en “ciudades de carpas” a indocumentados que soliciten asilo en la frontera y con ello, rememorado el espacio más vergonzoso y ofensivo posible a la dignidad humana en su territorio durante el último medio siglo.
Esa amenaza y el costoso despliegue de tropas - de más de 200 millones de dólares - a lo largo de la frontera es lo que recién Trump aseguró la semana pasada cuando sentencio que podría elevar el número de militares desplegados a hasta 15,000, un contingente equivalente al que EEUU tiene en Afganistán, para hacer frente a las ya cuatro caravanas de migrantes centroamericanos que según cálculos podrían sumar ya casi 12,000 personas, más las que se acumulen estos días en el increíble éxodo.
Electoralmente el presidente del peluquín volador, sabe que se juega la vida política y echa toda la carne al asador del racismo, el aliento a los supremacistas blancos, y aumentar votos de un electorado que en buena medida le ha retirado apoyo, pero que también la logrado reclutar a neo extremistas.
La próxima semana estaremos haciendo recuento de resultados, consecuencias y daños, esperando que la razón retome el control de al menos la mayor parte del espectro político estadounidense.