(W) Ecos Sindicales: Roberto Zerón Sánchez
La exigencia de disculpas del presidente López Obrador al actual reino borbónico de España y al actual Vaticano que no existían en el siglo XVI se presenta cono la gran oportunidad para replantear el apenamiento histórico oficial priísta que ha determinado de manera autoritaria la definición del proyecto de nación.
Tres puntos se presentan como importantes para replantear el pasado mexicano expropiado por el PRI en los libros de texto gratuito:
1.- La conquista. El único México que existía al comenzar el siglo XVI era el México-Tenochtitlan, una comunidad indígena monárquica, teocrática, clasista, estamental e imperial. No se trataba de un Estado-nación. La llegada de los españoles encontró una guerra entre comunidades indígenas, los tlaxcaltecas se aliaron a los españoles para derrotar a los aztecas-mexicas imperiales, además de que los propios dirigentes aztecas recibieron a los españoles con honores. Cortés conquistó a una comunidad indígena que no alcanzó a fundar una civilización propia.
2.- La evangelización. La conquista fue una estrategia de la iglesia de Roma controlada por el vicecanciller, cardenal y futuro papa Alejandro Borgia. La religión católica se impuso a sangre y fuego y de la mano de la Santa Inquisición. Tuvo una forma de entronizarla: la Virgen de Guadalupe, cuyo estandarte fue la bandera de Hidalgo y Morelos. El padre dominico Bartolomé de las Casas fue la mano suave de la evangelización, cuyo relato sobre la destrucción de las indias condujo a la creación de una estructura de modernización en la relación con los indios evitando la explotación criminal. La evangelización y el mestizaje construyeron una nueva identidad que permitió la existencia de las comunidades indígenas y sus tradiciones.
3.- La Independencia. La clave para entender la conquista, la imposición de una nueva cultura y el mestizaje fue el movimiento de Independencia: el padre Mier registró que el grito de Dolores de Hidalgo lanzó vivas al rey Fernando VII y mueras a los gachupines o españoles explotadores. La independencia buscó construir el Reino independiente de la Nueva España o Imperio Mexicano, y la consumación de la Independencia firmo el acuerdo para ofrecerle el trono del nuevo imperio a Fernando VII. Como nunca hubo respuesta, con el apoyo de la élite independentista se aprobó la coronación de Agustín I como emperador. En 1823 fue destituido para optar por una república federal.
El México indígena originario (más o menos 1000-1521) nunca se consolidó una unidad civilizatoria o de Estado y se ahogó en parcialidades sobre todo religiosas. Ese México indígena fue la expresión de comunidades sedentarias con alto nivel científico y educativo, pero sin una unidad orgánica que pudiera entenderse como un Estado-nación ni una propuesta cultural homogénea. Cuando los españoles entendieron esas rivalidades entre comunidades, fue fácil aliarse con los enemigos de sus enemigos. Por eso ha sido un despropósito exigirles disculpa a los tlaxcaltecas por aliarse a los españoles contra los mexicas que los oprimían.
Por tanto, debe debatirse si hubo o no un México originario o si se trataron de comunidades organizadas de manera dispersa y confrontada. El valor de esas comunidades ha estado en su aportación científica y cultural, pero sin aportar indicios de que fueran todas un Estado confederado.
La conquista impuso una nueva cultura, dejó que existieran las comunidades indígenas, convirtió el catolicismo –ideal de Alejandro Borgia-papa Alejandro VI– a los indígenas y creó el fermento de una comunidad de Estado. La Independencia para crear el Imperio Mexicano, el federalismo de la Constitución de 1824, en centralismo 1836-1946, la Constitución de 1857 y el liberalismo comandado por Juárez y Díaz nunca reivindicaron el regreso al indigenismo comunitario, construyeron instituciones modernas y fijaron la configuración de clases sociales productivas alrededor del Estado-nación.
El problema con las comunidades indígenas ha sido su dispersión comunitaria. La propuesta indigenista del subcomandante Marcos y el EZLN en el alzamiento zapatista 1994-2001 nunca logró una identidad común tipo Estado indígena; por eso comunidades indígenas fuera de Chiapas rechazaron el liderazgo y las exigencias zapatistas de crear en la Constitución el concepto de naciones indígenas.
La herencia indígena forma parte de la identidad mestiza, pero sus propuestas institucionales y de forma de gobierno no alcanzan para regresar al modelo de comunidades indígenas controladas por un consejo de ancianos, los sacerdotes, los militares y las pequeñas burguesías de productores y comerciantes, con un emperador con poderes absolutos.
Y al final de cuentas, hay algo superior, con mayor valor político e histórico que el perdón de los conquistadores: la existencia de un Estado mexicano independiente, autónomo, con cultura propia y equiparable con el Estado español. Exigir perdón implica una mentalidad esclavista latente.
Política para dummies: La política es la forma de presentar un prisma de la realidad para negar otros y dogmatizar la realidad.
http://indicadorpolitico.mx
[email protected]
@carlosramirezh