
La Guerra Comercial prolongada de baja intensidad de Trump
Como es ya tradición, unas cuantas veces al año este columnista da la bienvenida a distintos personajes invitados del mundo del activismo, de la política y del periodismo otorgándoles un foro que nos permite disfrutar y conocer un diverso y amplio crisol de ángulos del saber.
En esta ocasión nuestra invitada es la periodista Leticia Vélez Ortiz, egresada de la escuela Carlos Septién. Trabajó durante una década como reportera y secretaria de redacción en el periódico “El Día”, en el suplemento dominical y cultural de este diario, así como en “El Gallo Ilustrado” y en la sección “Metrópoli”. En 1994 fue corresponsal en Chiapas durante el movimiento zapatista, por parte de la revista fronteriza “Qué Pasa¡”. En ese mismo año se asilo en Canadá, después del secuestro y asesinato de su hermano Carlos R. Vélez Ortiz, entonces funcionario de alto nivel del gobierno de Salinas de Gortari y el entonces regente de la ciudad, Camacho Solís. En el 2005 regresa a México y desde esa fecha trabaja como profesora de enseñanza media, media superior y superior, en áreas referentes a comunicación, redacción, español y géneros periodísticos.
LA VIOLENCIA GENERADORA DE CAOS Y DESESTABILIZACIÓN
El siglo XX cerró su ciclo como el siglo más violento y represivo en la historia de la humanidad; Para enumerar rápidamente recordemos dos guerras mundiales, la utilización de armas de destrucción masiva, miles de millones de seres humanos asesinados y masacrados bajo regímenes fascistas, dictatoriales y represivos.
La entrada al nuevo siglo y milenio daba la esperanza de que los grandes avances científicos y tecnológicos abrían las puertas de una civilización más igualitaria y nos subía al pedestal de la evolución.
Efectivamente el ser humano ha alcanzado avances insospechados: viajes espaciales, robótica, nanotecnología, clonación, comunicaciones, un sinfín; pero en la parte humana seguimos comportándonos como animales sanguinarios, carentes de principios y valores. No se respeta ni se ama la vida del próximo ni las grandes o pequeñas diferencias culturales, sociales, ideológicas, políticas, de género, etc. que existen dentro de esta enorme gama llamada humanidad.
Llama la atención los últimos hechos violentos que se han registrado en América Latina: el golpe de estado en Bolivia que por ende conlleva una hondonada de violencia y represión; la utilización de armas en contra de los manifestantes en Chile que han dejado a varias decenas de jóvenes en su mayoría, tuertos o incluso ciegos, y para no ir más lejos en la CDMX en donde grupos de ultraderecha, encapuchados y con los rostros cubiertos han realizado una serie de actos violentos,
vandalismo, golpizas, daños al patrimonio cultural; todo ello en respuesta contra movilizaciones que exigen el respeto a los derechos humanos, equidad, justicia y un ALTO total e irrestricto a la violencia desatada durante el sexenio calderonista.
Todo ello obliga a reflexionar sobre las consecuencias que genera la violencia, sin importar su tipo de manifestación, porque más allá de los hechos ya descritos, lo que llama la atención y marca un punto candente en el devenir político y social es la escalad de violencia, la cual tiene un inicio pero al entrar al túnel no se vislumbra la luz de la razón y la paz que todo ser humano desea y ansía para nuestros seres amados, amigos y conciudadanos.
Reparamos en las formas que adquiere la violencia en tanto prácticas rutinarias para reprimir, aplicar castigos ejemplares, instalar el miedo y salvaguardar la impunidad. Pero también en la violencia como una oquedad que absorbe y devora todo lo que está a su alrededor, dejando una estela de miedo, terror, odio y deseos de venganza que nos arrasa a todos, si perdemos de vista de que la violencia genera más violencia.