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PACHUCA, Hgo., a 10 de febrero de 2020.- Plantar árboles y “lavarse la cara de verde” no es en sí la solución para compensar la huella de carbono de las actividades turísticas.
Así lo consideró Guillermo Román Moguel, experto internacional en Manejo de Residuos y Sustentabilidad al señalar que el impacto ambiental de una empresa o una obra cualquiera, ya sea en su etapa de construcción o funcionamiento, debe compensarse al menos diez veces para resarcir el impacto no sólo de la infraestructura, sino de su funcionamiento en sí.
Tras llevarse a cabo el anuncio de la reforestación de 11.5 hectáreas del Geoparque Comarca Minera en el que los titulares de Turismo estatal y federal no respondieron sobre planes específicos para resarcir el daño al medio ambiente ocasionado por la actividad turística.
Román Moguel, consideró que no es suficiente el llamado “green wash” (lavado verde por parte de funcionarios gubernamentales, sino que es necesario dar el seguimiento y los recursos, además de considerar la “responsabilidad extendida” de los productores y prestadores de servicios, así como la conciencia social para que quien produzca contaminantes pague por ello.
La base de la pirámide, dijo, es la creación de conciencia, que la sociedad se interiorice y realice buenas prácticas de turismo.
Otra alternativa, explicó, es que los hoteles y servicios turísticos cuenten con guías de buenas prácticas, lo que devendría en una combinación entre pequeños emprendedores y grandes hoteles que compren la idea y el gobierno organice certificaciones y distribuya ingresos a capas más bajas del estrato socioeconómico a través de las buenas prácticas turísticas y se trabaje en disminuir las emisiones.
Ejemplificó que en los hoteles de cinco estrellas se utilizan hasta mil 500 litros de agua por persona por día, situación que puede evitarse promoviendo buenas prácticas entre los visitantes.
Guillermo Román, también experto en diseño, implementación y evaluación de proyectos de reciclaje y manejo de residuos plásticos y peligrosos, señaló que hace falta que se asignen recursos para implementar pilotos o prototipos destinados a la conciencia ambiental turística.
Los mismos, dijo, también pueden ser financiados por las empresas y sobre estos se cuenta con historias de éxito a nivel internacional, en destinos como el Tíbet, donde, dijo, las personas que escalan deben trasladar sus residuos.
Con base en estas historias de éxito, dijo, los destinos turísticos podrían iniciar con proyectos como designarse “comunidades libres de poliestireno” o aquellas que no distribuyen plásticos de un solo uso.
Sin embargo, en Hidalgo, al menos en los pueblos mágicos, comerciantes continúan distribuyendo vasos, platos y contenedores de unicel (poliestireno) para alimentos como fruta picada o antojitos, popotes y vasos no biodegradables en bebidas mezcladas alcohólicas y no alcohólicas, bolsas con botanas, entre otros materiales de grave impacto ambiental.