Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
Ayer domingo siete, cerramos una semana más entre estires y aflojes de emergencia sanitaria en México, en medio de la cual, nuestro señor Presidente, aventurado por esa inmaculada estirpe de líder del pueblo, rompió la cuarentena para dar paso a una gira de trabajo por el sureste… Una semana en la que para variar, y solo para variar, además de los banderazos de obras por parte del ejecutivo, fuimos testigos inermes del gorilismo del gobernador de Jalisco, el cual me recordó aquella efigie infortunada del duche Benito Mussolini, líder fascista de Italia durante la Segunda Guerra Mundial; curioso que Enrique Alfaro eligiera inconscientemente a este personaje de la historia como ejemplo a seguir.
¿Será porque además de la pinta física con éste encuentra una razón símil en sus acciones? Solo esperemos que la providencia o mejor aún, Santiaguito o la Virgen de San Juan de los Lagos le iluminen un par de segundos, y le digan que ningún líder fascista ha tenido un buen final en la historia de su vida.
Esta semana también nos dejó guiños pintorescos y esperanzadores para la oposición. Guiños que en su anacrónico subconsciente bien valdrían hacerles la ilusa comparación con los conservadores del siglo XIX. Ese fue el caso del discurso pronunciado por Gustavo de Hoyos, líder de la COPARMEX en la Reunión Iberoamericana de Empresarios, en la cual se quejó amargamente ante el Rey Felipe VI de España, presidente de dicho congreso, asegurando que el gobierno de Andrés Manuel es un “lastre para el desarrollo empresarial en México debido a sus políticas populistas en perjuicio de la economía del país”.
Estas palabras me hicieron llorar socarronamente y pensar por un momento en la Convención de Miramar, aquella en la que un grupo de opositores a Juárez solicitaron al Emperador francés Napoleón III, el envío de un monarca europeo para salvar a México del yugo liberal; es una lástima que esta oposición de siglo XXI esté años luz de retraso de aquella de la Guerra del Reforma y del Segundo Imperio; luego no se quejen de que el presidente se compare constantemente con Benito Juárez.
Ah pero los liberales del siglo XXI no se salvan, pues en medio del pico más alto de contagio de COVID-19 pronosticado para estas semanas en el país, el Presidente Andrés Manuel, en un ejercicio a modo y capricho desatendió las recomendaciones de sus especialistas iniciando desde el fin de semana antepasado una gira por el sureste mexicano. Y es que, cuando hay logros de magna envergadura como las obras del Tren Maya, vale la pena cacaraquearlos, aun siendo poco prácticos para un futuro inmediato de crisis socioeconómica postcovid.
Como sea que fuera ¡Qué importa que estemos en foco rojo de contagios! ¡Qué importa! Mientras se calme la sed de baño de pueblo de nuestro amado y todopoderoso Tlatoani, quien para caprichos de la historia, dio el banderazo en obras ferroviarias a diestra y siniestra, cual Sebastián Lerdo de Tejada o mejor dicho cual Porfirio Díaz en el Istmo de Oaxaca… Nuevamente la historia le juega malas pasadas en el subconsciente a nuestro presidente. En tanto que la sociedad se sigue debatiendo entre discursos, albricias y golpes mediáticos de todos lados.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.