Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
Luchar contra la pobreza, la marginación y la corrupción, ha sido el lema esgrimido desde hace más de tres décadas por los hermanos Cipriano, Pascual y Vicente Charrez Pedraza, desde aquella ocasión en que pretendían convertir su lugar de residencia en una comunidad independiente del municipio de Ixmiquilpan, a la que bautizaron como Villa de la Paz.
Con preparación profesional y tendencias de ideología izquierdista, estos tres jóvenes de entonces, convencieron con sus actuaciones políticas, efectivamente, luchando por lograr beneficios para la gente de menores recursos en el Valle del Mezquital, actuaciones que incomodaban al sistema establecido y de dominio priista en la región y en el estado.
Poco a poco, fueron descollando y abarcando más espacios de poder, apoyados en distintos momentos por políticos encumbrados, así lograron durante años bajar recursos públicos para la concreción de diversas obras; cuando sus demandas no eran escuchadas encontraron la vía de la presión y ejercían acciones como tomas de oficinas y bloqueos carreteros.
Sin duda, las mejores oportunidades de hacer obra y ellos mismos hacerse de millonarios recursos, las encontraron en la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), primero con la ahora senadora del PAN, Xóchitl Gálvez Ruiz y luego con su sucesora, la también ahora senadora, Nuvia Mayorga Delgado, quien sumó 96 millones 637 mil 392.49 pesos para realizar obras, con lo que los hermanos Charrez se promovieron en busca del voto a favor de Cipriano en las elecciones municipales del 2016.
Hoy, la suerte parece haberles cambiado. Por un lado Cipriano, sigue recluido en el penal de Pachuca, acusado por su propio hermano Pascual, de homicidio en grado de tentativa, además de enfrentar aún la acusación por la muerte de un joven originario de Alfajayucan, quien murió dentro de su auto incendiado a finales del 2018, lo que le valió, perder su fuero como diputado federal de Morena.
Pascual, gobierna, si así se le puede llamar, al municipio de Ixmiquilpan, pero enfrenta el desencanto de muchos de quienes en su momento lo apoyaron y hasta su mujer, Susana Paz, lo abandonó no sólo en su relación matrimonial sino en su proyecto político y, además, advirtió que de sufrir algún daño, hace responsable a su ex marido.
Vicente, por su lado, intenta ser candidato a suceder a su hermano en la alcaldía que han gobernado Cipriano y Pascual (quieren romper record), y para ello ocupa las siglas del Partido del Trabajo.
A propósito, hace unas semanas se difundieron imágenes de una pipa de gas, que presuntamente regalaba gas a los vecinos de colonias de Ixmiquilpan, a nombre del aspirante a candidato del PT, como una forma de ganarse la voluntad ciudadana y comprar su conciencia, de modo que ésta se refleje en las urnas cuando sean los comicios para renovar ayuntamientos.
Cipriano, acaba de difundir en redes una carta en la que se queja de maltrato y de violación a sus derechos humanos y en la misma, quien redacta pero no da su nombre y se dice defensor de Cipriano, acusa que su representado es un preso político, “un hombre que desde la desigualdad en la que creció, tomó la conciencia de la importancia de movilidad social a partir de la responsabilidad de generar más y mejores oportunidades de desarrollo”.
Lo que no dicen, ni dirán jamás, es que su lucha contra la pobreza, la marginación y la corrupción, les ha dado espacios políticos de privilegio, acompañados siempre de importantes dividendos económicos, que se niegan a perder.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.