Pide licencia Félix Salgado al Senado de la República
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de septiembre de 2020. — En la mente de los mexicanos está presente una fecha: 19 de septiembre. De manera coincidente, este día, aunque en diferente año, sucedieron dos terremotos de gran magnitud que han significado cambios en la vida de muchas personas y, sin lugar a duda, del país.
La historia fue la misma en 1985 y en 2017: la solidaridad se hizo patente inmediatamente después de lo sucedido. Ciudadanos salieron a las calles de manera espontánea en ayuda del prójimo -aún sin conocerlo-, sin más herramientas que sus manos y el deseo de rescatar al mayor número de personas posible de entre los escombros de las viviendas, edificios públicos y privados.
De acuerdo a un comunicado de la Máxima Casa de Estudios, los rayos del Sol, la lluvia, el frío, la noche o el cansancio extremo quedaron de lado ante una situación que demandaba la ayuda urgente, la que nadie regateaba.
“Es una coincidencia tremenda que ocurrieran dos temblores destructivos el mismo día del año. Pero todos los días del año se registra una gran cantidad de sismos, la mayoría pequeños e imperceptibles, y si bien en la memoria tenemos presente el del 19, fue más destructivo el del 7 de septiembre de 2017”, asegura Arturo Iglesias Mendoza, del Departamento de Sismología de la UNAM.
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