No alcanza
Twitter: @OswaldoRamirezG
Esta frase que erróneamente ha sido tergiversada y atribuida a Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda durante el régimen nazi en Alemania; tuvo su origen en el alegato que éste hizo para quejarse de la malversación de información que los gobiernos inglés y ruso hicieron antes y durante la Segunda Guerra Mundial, acrecentando la aversión del mundo hacia el Tercer Reich. Curiosamente la simplificación de dicha frase fue consecuencia de Leonard W. Doob connotado psicólogo social que trabajó en la Oficina de Información Bélica de los Estados Unidos (OWI) durante la Segunda Guerra Mundial.
Aclaro una cosa, no se trata de exculpar las atrocidades hechas por los nazis ni mucho menos estar a favor, sino simplemente señalar el doble papel que tiene la información y la interpretación de esta en los medios de comunicación. Además de que en el caso ejemplificado debido a la mala fama y al daño que hizo dicho régimen es fácil satanizar en función a que quien tiene la voz de la historia y los hechos son los vencedores. Cosas como esta me vienen a la mente cuando observo la reciente censura a Donald Trump por las principales cadenas televisivas de EE.UU., en las que alegaba un posible fraude electoral, que dicho sea de paso el proceso ya se ha cerrado dando como ganador al candidato demócrata Joe Biden ahora virtual futuro presidente del país vecino. En este caso la desacreditación del primero y aun presidente de la Unión Americana, fruto de sus discursos racistas y contradictorios hace eco para que al mencionar un posible fraude sus palabras sean pasadas por alto. Pero una cosa es eso y otra la censura a raja tabla ejercida por los medios.
A este tipo de contradicciones y opinión teledirigida se enfrenta la audiencia del siglo XXI en donde además de ser gobernados por la demagogia sociopolítica y el abigarrado y decadente sistema económico, nos enfrentamos a la desinformación y maniqueísmo del cuarto poder; los medios de comunicación. Esos que actúan como mercenarios de la información y que nos hacen dudar cada vez más de ellos. Paradójicamente en este fuego cruzado de (des) información en el que el auditorio se encuentra en medio al otro lado se ubican los opinólogos de las redes sociales, mejor conocidos como youtubers, llamados de esta manera porque la fuente principal donde proyectan su información es la plataforma que da origen a ese nombre.
Cabe señalar que no todos estos pregoneros de medios digitales son malos, algunos cuentan con medios de análisis que simplifican la información a los usuarios. No obstante, la gran mayoría cae en pecados similares a los de los medios tradicionales; la soberbia y la vanidad, haciendo de dicha plataforma algo tan falaz cual chisme de comadres en un lavadero público. Baste decir de la reacción de algunos de estos ante la detención del youtuber conocido como Rata Política el pasado fin de semana, quienes lejos de mediar la situación pidieron la cabeza de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Finalmente la controversia se arregló parcialmente, no sin antes dejar estelas vergonzosas que revelaron que en el furor por defender sus intereses se obcecaron descalificando e incitando al golpeteo mediático en contra del gobierno de CDMX. La lección que queda para youtubers es que ya son parte de la opinión pública y que marcan quieran o no en mayor o menor medida una línea de información y tendencia por lo que las aseveraciones reflejadas a su público tiene que ser con mayor responsabilidad y humildad.
Por otro lado, apelar a un trato imparcial de la información por parte de los medios de información tradicionales; radio, televisión y prensa, ya es mucho decir. A lo largo de la historia y desde que los medios de comunicación, inicialmente la prensa en el siglo XIX se convirtieron en los trasmisores de ideas, su vínculo con los aparatos del Estado se ha ligado en mayor o menor medida, siendo estos los portadores fundamentales de la opinión pública. No obstante, no podemos negar que en el mar plural de las ideas el oficialismo siempre ha estado presente de una u otra manera; Porfirio Díaz tuvo a sus diarios consentidos como El Imparcial (que de imparcial no tenía nada). Francisco I. Madero en cambio tuvo que lidiar con la desbocada libertad de prensa que en cierta manera contribuyó para el debilitamiento de su efímero mandato. Tal fue el roce con la prensa que su hermano, Gustavo A. Madero se atrevió a protestar contra sus excesos de manera peyorativa diciendo que mordían la mano de quien les había quitado el bozal.
Entrado el siglo XX en México el presidencialismo no solo se acercó a publicaciones periódicas, a estas se le agregó la radio y la televisión, esta última como base de sustento político hasta el sexenio pasado, encarnada por las dos principales televisoras del país. No es un secreto que la decadencia en estos medios y el surgimiento alternativo de plataformas en internet como la mencionada párrafos atrás fueron la base para que el sexenio y actual presidente sentaran las bases de su discurso mediático. Por ello no es raro toparse con críticas severas en radio, televisión y en los periódicos ahora desfavorecidos económicamente por la tan afamada 4T de AMLO.
La censura del presidente Trump es un precedente que la oposición al gobierno mexicano actual quiere formar como precedente, y en ese alegato de paso negarse a trasmitir sus conferencias mañaneras y todo tipo de información que el gobierno quiera difundir. Así lo han señalado ya las Televisa y TvAzteca, lo cual puede sonar como “patadas de ahogado”. Tampoco se trata de defender al cien por ciento a la 4T pues el presidente cada que puede genera una tendencia en temas poco urgentes o intrascendentes para evadir los grandes problemas que acongojan a nuestra sociedad. Luego entonces ¿Hasta qué punto estamos cerca del surgimiento de una tiranía del cuarto poder? Mejor dicho, si esta ya existe, ¿Hasta cuándo la sociedad civil pondrá un alto para que la desinformación no tope en golpismo en contra del Estado?
Finalmente yo solo espero que tanto medios tradicionales como digitales actúen con mayor responsabilidad para que no sean éstos (ni el presidente) los que polaricen a la sociedad, y que ni en un futuro lejano ni cercano nos tengamos que enfrentar a tiranos corporativos como l que en la ficción enfrenta James Bond en la película 007: El Mañana Nunca Muere (Tomorrow Never Dies, 1997).
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.