Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
La adicción incurable al caudillo presidencial secuestra a la democracia en “Morena”. Bajo el mando supremo florecen la ambición por el poder y los apetitos más vulgares. El “partidazo” es incapaz de organizar una rosca de Reyes sin pleitos que estallan en la cara del impuesto líder Mario Delgado. Los aspirantes perdedores acusan juego sucio.
Los desacuerdos son marca de la casa. Ejemplos sobran.
El michoacano Cristóbal Arias, un histórico de la izquierda progresista, se veía con la candidatura a gobernador en la bolsa cuando le avisaron que perdió la “encuesta” frente a Raúl Morón, líder magisterial de la CNTE y alcalde de Morelia. Arias echa chispas y pestes. Rompió con Morena y se arrimó a Fuerza Social, del sindicalista Pedro Haces. Tampoco le hace “fuchi” al PRI con tal de enfrentar al candidato sembrado por voluntad del primer “moreno” del país.
En Guerrero, Félix Salgado Macedonio ganó la partida. El mañoso cacique populista, senador, dos veces candidato a gobernador, dos veces diputado, ex alcalde de Acapulco, actor, cantante, periodista, escritor, pintor, motociclista, impredecible y arrebatado, buen bebedor y mal perdedor, se impuso al emergente Pablo Amílcar Sandoval, hermano de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval y cuñado del antipático John Ackerman, quien califica a Salgado de vulgar mafioso.
Y así por el estilo, hay broncas en Colima, Chihuahua, Tlaxcala, Nuevo León y Baja California. Y para qué seguirle.
Por cierto, atención “morenos” ambiciosos, decepcionados y berrinchudos por “el cochinero”: en el PAN se recibe cascajo.