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PACHUCA, Hidalgo., 16 de febrero del 2021.- Giselle Ochoa Hofmann, mexicana apasionada de los números, imparte clases en la Universidad Nacional Autónoma de México, en bachillerato y en maestría. Formó parte del Seminario Universitario para la Mejora de la Enseñanza de las Matemáticas (SUMEN) y participó en la publicación del libro “Consideraciones para la mejora en la educación matemática de la UNAM”.
Desde que era niña le gustaba resolver problemas de los libros de Alfa. Las personas que la inspiraron a estudiar matemáticas fueron sus maestros de educación básica, en especial su profesora María Betancur.
A sus 19 años su vida cambió al casarse y quedar embarazada, el cual fue de alto riesgo, motivo por el que tuvo que abandonar su carrera.
“Mí mamá estaba muy molesta, sus ideales se habían visto frustrados o así lo veía, le reclamó a mí esposo –si ella no quiere estudiar que no diga que fue por falta de oportunidades. Y ahí es cuando vuelvo a retomar la carrera; no fue una cosa fácil porque ya tenía una hija, un esposo, una casa y una carrera, los recursos no sobraban, en ocasiones vendía ropa o cositas, también en ocasiones me ayudaba mi familia.”
“El éxito que he tenido en mi vida ha sido por las personas que han estado a mi alrededor.”
Más tarde, trabajó como actuario, una actividad de sol a sol y que no le permitía estar con sus hijas; de repente se quedó sin empleo, su hija enfermó e incursionó en educación.
“Empecé en la Secretaría Pública de Educación (SEP) a nivel de secundaria; nunca pensé que mi perfil fuera docente, ahí encontré la alegría en un trabajo, es decir, ya no trabajaba porque me pagaran sino por gusto.”
“En la Secretaría de Educación Pública, era muy burocrática y aunque ganaba concursos al año me desplazaron, porque había llegado el dueño de la plaza.”
Dio clases en la Universidad Nacional Autónoma de México, primero con pocas horas, desafortunadamente por el deceso de uno de los profesores, ella ocupó el lugar del catedrático.
“Dar clases de matemáticas es mi pasión más grande, un privilegio, ver la cara de los niños cuando me dicen ¡Yo ya aprendí! A lo mejor no logro que tengan todos los aprendizajes, pero sí que vean las matemáticas como algo bello, útil, divertido.”
“Las matemáticas son como un juego de nintendo, cuando tú te clavas con el videojuego hasta que le ganas, pero si no le entiendes es tu peor tortura.”
“Nadie es malo para las matemáticas, no es que no puedas, es que ya tienes un bloqueo para hacerlo.»
“Hace 10 años, en mi salón vi a una persona con discapacidad visual y dije dentro de mí, las matemáticas son 90% porciento visuales, yo estaba traumada, le hablé a este niño y le dije – no sé que voy hacer contigo, tenemos dos aspectos a atender; la primera te paso con seis y me olvidó de ti o la otra te evalúo como los demás, pero nos vamos a fletar los dos, tú decides que vamos hacer y me contestó – nos fletamos los dos.”
“Le llamé a su mamá a ver cómo podíamos trabajar porque en la aula no le podía enseñar y resulta que vivían cerca de mi casa, así que después de la escuela le daba clases en mi casa, dos a tres veces por semana.”
El método de estudio de la maestra Hofmann, fue con plastilina, pintura inflable, hasta que descubrió la técnica de trabajar con papel albanene.
“Tenía que escribir en una reflexión de 180 grados para que al voltear pudiera leer de manera correcta lo que yo escribía, si al papel albanene lo colocas en una tabla de terciopelo, lo que generas es un relieve y con ello hice que sintiera, lo que no podía ver, a partir de ahí aprendió matemáticas.”
“Él ahorita es un caso extraordinario, actualmente es politólogo, trabaja en el gobierno de la Ciudad de México, el fue una de mis primeras experiencias, que marco mi vida.”
“Sí él aprendió, pueden todos, es cuestión de cerrar huecos que no sabes, es decir, quieres aprender ecuaciones lineales, pero no sabes sumar y no entiendes que es una incógnita y cómo se despeja, jamás vas a entender ecuaciones lineales, tienes que saber todos esos preconceptos que necesitas para aprender algo; empezar desde cero, para ir generando los aprendizajes, nada nace por generación espontánea.”
“Las matemáticas sí son difíciles, ya que es un metalenguaje, es decir, va más allá del lenguaje; puedes ver un dos pero no lo puedes sentir, simplemente son objetos matemáticos que tú generas en la mente y hay que hacerlos comprensibles, además se representan en diferentes formas, se abordan diferentes aspectos, tienes que saber esa correlación de los aspectos matemáticos y cómo se vinculan entre ellos.”
Respecto a la pandemia la maestra Hofmann ha implementado métodos de estudio para que los alumnos aprendan de manera virtual, ya que enseñar matemáticas a distancia es un poco más complejo porque las plataformas no están diseñadas para la materia.
“Al no saber la respuesta fisiológica, tratas de hacer algo y dices ojalá me entiendan y con esta experiencia empecé a dar clases animadas, ha sido un aprendizaje brutal con respecto a las tecnologías, en 15 minutos, tienes que hacer que entiendan y aún más con estas generaciones de cristal, tienes que ser muy dinámico con los adolecentes y que estén contigo.”
La gratificación más grande para la maestra Hofmann, es ver que sus alumnos la corrijan cuando comete un error, ya que eso quiere decir que si están aprendiendo o que hagan trabajos extraordinarios la hace muy feliz.
“Una de mis alumnas un día me busca por facebook para una explicación y me dice – mi mamá va estudiar la licenciatura de matemáticas y está tomando las clases conmigo y dice que sus vídeos son muy bonitos y entendibles. Me llamó mucho la atención.”
“Cuando doy clases en bachillerato, le digo a los maestros, no vas a generar matematiquitos, tienes que generar el gusto, tampoco vas a generar genios, no se trata de eso, tenemos que generar estrategias que motiven el espíritu de investigar y aprender; si nosotros enseñamos para obtener una calificación, la enseñanza no va a tener ningún mérito, si ellos ven que te apasiona, también ellos se apasionarán con la materia, el reflejo del docente son sus alumnos.”
La maestra Hofmann recordó que al principio del siglo XX la mujer no incursionaba en las matemáticas, y si estaba dentro eran reconocidas con nombres de hombres, en este sentido se vieron muy instruidas, sin embargo no quiere decir que no hayan sido genios o simplemente se ocultaban dando las investigaciones a sus esposos como fue el caso Mileva Einstein y el reconocido fue su marido Albert Einstein; por suerte en los últimos años se ha permitido que más mujeres incursionen en las matemáticas.”
Abundó que en su tiempo de estudiante no aplicaba el tema de género, más bien eran pocas las personas que se interesaban por la ciencias exactas, pues en su salón sólo eran cinco alumnos y en la actualidad hay 60 personas en una aula.
“Hoy, a las mujeres se nos permite visualizarnos en la ciencia, pero no quiere decir que no hayan estado presentes desde antes.”