(W) Ecos Sindicales: Roberto Zerón Sánchez
Seguramente el tema de hoy incomoda a muchos puristas que creen no sólo exagerado sino como una tentación autoritaria del gobierno en turno hablar de un posible o potencial “golpe de Estado”.
Lo cierto, sin embargo, es que la campaña que orquestaron contra el INE, tanto López Obrador, como su partido y su pandilla, tiene todas las características de un vulgar y nada democrático “golpe de Estado”.
Pero vamos por partes.
Según Bobbio, el “golpe de Estado” se define como “la violación deliberada de las reglas constitucionales, por parte de un gobierno, un Congreso, un parlamento o por agentes del Estado que detenten un poder”.
¿Quiénes llevan a cabo el “golpe de Estado”?
1.- Lo pude encabezar el soberano, el presidente y/o el monarca.
2.- También lo puede dirigir algún titular de los poderes políticos; sea el jefe del Congreso, el jefe de un partido o el jefe del parlamento.
3.- De igual manera lo pueden promover las fuerzas armadas –Marina y Defensa–, o los jefes de la policía nacional.
En el caso mexicano, el intento de “golpe de Estado” se lleva a cabo desde tres frentes distintos y de manera simultánea.
Por un lado, Mario Delgado, jefe de Morena, promueve juicio político contra el presidente de Instituto Nacional Electoral, el INE, Lorenzo Córdoba y contra el consejero Ciro Murayama.
¿Y cual es la razón del intento de destitución?
Poca cosa; que los mencionados consejeros del INE –entre otros–, se han propuesto la defensa rigurosa del postulado constitucional que regula la composición de las cámaras del Congreso, luego de las elecciones.
Es decir, que el jefe del partido en el poder, Mario Delgado, aparece como un golpista que busca descabezar al árbitro electoral, porque los responsables de llevar adelante la elección y de calificar sus resultados, exigen la rigurosa aplicación de la Constitución, para que el grupo en el poder no haga trampa de nuevo, con la llamada “sobrerrepresentación”.
Al golpista Delgado se sumó el grupo mayoritario en el Congreso; diputados y senadores de Morena, todos dispuestos a llevar adelante el ilegal e inconstitucional juicio político contra los consejeros del INE.
Pero sin duda el golpista más activo es el presidente López Obrador.
¿Por qué?
Porque en una nueva violación constitucional López ordenó al subordinado Tribunal Electoral “revisar a fondo” el dictamen del INE en el que el árbitro electoral exige cumplir y hacer cumplir la Constitución para evitar la tramposa “sobrerrepresentación” en la Cámara de Diputados.
En pocas palabras, resulta que el presidente mexicano, su partido y sus lacayos en el Congreso “están operando una violación deliberada de las reglas constitucionales”.
Y es que con ello “buscan imponer una mayoría ilegal en la Cámara de Diputados”, luego de la elección de junio próximo.
Queda claro que las acciones de AMLO, su partido y sus legisladores, van encaminadas a llevar a cabo no sólo un fraude electoral, sino a violentar la Constitución de manera deliberada, para imponer una mayoría ilegal
Y para cerrar con “broche de oro” el intento de “golpe de Estado”, vale recordar que el partido Morena tiene capturado al Tribunal Electoral, con lo que podrían asegurar la destitución de los consejeros del INE que estorban.
Pero no termina ahí el intento golpista.
Resulta que ayer jueves, López Obrador volvió a disparar sus misiles mañaneros contra los medios críticos de su fallida gestión y contra algunos de sus “clientes frecuentes”.
Dijo que existe una campaña contra su gobierno y su presidencia, para impedir que su partido gane la mayoría de curules en la elección de junio; campaña en la que –según López–, participan “medios de comunicación” y, sobre todo, críticos como Claudio X González y Enrique Krauze.
Por eso, el mismísimo Obrador pidió al Tribunal Electoral “que revise exhaustivamente” las nuevas reglas que impuso el INE a la distribución en la Cámara de Diputados, luego de la elección del domingo 6 de junio.
¿Y qué significa lo anterior?
Sí, que el presidente ordenó a sus lacayos del capturado (PEPJF), que echen abajo el resolutivo del INE y, con ello, ordena violar la Constitución para estimular el fraude a favor de Morena.
Y sí, aquí y en China, a eso se le llama “golpe de Estado”.
Pero lo que raya en el ridículo demencial es que López Obrador se queja de “una campaña” para que su gobierno y su partido que no consigan la mayoría en San Lázaro.
Ahora resulta que el campeón del proselitismo electorero; el líder social y político que por décadas hizo campaña criticando, difamando, calumniando e insultando a todos los gobiernos, los partidos y los presidentes, hoy se queja de una campaña en su contra.
¿Entenderá el sátrapa Obrador lo que significa un proceso electoral; el papel de los periodistas críticos, los articulista y columnistas que exhiben los fracasos del gobierno; conocerá el papel de la sociedad civil para advertirle a los votantes sobre el peligro de un mal presidente?
Está claro que AMLO conoce a la perfección lo que es un proceso electoral, una campaña y el papel de la crítica.
Pero también es cierto que López fue demócrata hasta que la democracia le permitió llegar al poder. Y ya empoderado, detesta todas las reglas democráticas.
Y por eso López prepara el “golpe de Estado”. Al tiempo
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.