Laboratorio Público/ 100 días
Si hay algún personaje de la política hidalguense más atacado por “su propio partido”, es el ingeniero Cuauhtémoc Ochoa Fernández, a quien en redes sociales y en sus actos de campaña como candidato a diputado federal, los militantes de su nuevo partido lo han atacado verbalmente y lo han cuestionado por su radical cambio de bandera al pasar de ser un férreo defensor de las políticas impulsadas por el PRI a un aguerrido impulsor de la Cuarta Transformación, que promueve el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Su cambio de chaleco no es cosa nueva en la política, pues es práctica común en muchos políticos que al no ver satisfechas sus pretensiones con el partido “de sus amores”, simplemente lo abandonan y buscan refugio en otro instituto político, aunque sean diametralmente opuestos.
El objetivo es el sacrificio por el pueblo que aspiran a representar y decir que van a defender hasta con su vida, los derechos de todos sus representados, cuando alcancen el poder, sea en el gobierno municipal o en una diputación federal o una senaduría.
Ochoa Fernández, ha sido históricamente el poder tras el trono en el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) merced a su estrecha relación como los creadores de ese partido a nivel nacional, que es congruente con su intención final, que no es defender el medio ambiente o la ecología en el país, sino servir a los intereses del partido que le abra la puerta. Antes fue el PAN, luego el PRI, ahora es Morena.
Con ese propósito de “defender la 4T”, fue que Cuauhtémoc Ochoa decidió buscar y ganar la candidatura de la coalición “Juntos Haremos Historia”, a diputado federal por el distrito de Tula de Allende.
Su más reciente participación en campaña fue como candidato a senador de la República, con la alianza entre el PVEM y el PRI, cuando fueron candidatos Nuvia Mayorga Delgado y Alejandro González Murillo, quien dejó a su partido, Encuentro Social (PES) para postularse por el Verde Ecologista.
Hoy, la gente en la región de Tula le recuerda a Ochoa Fernández, su paso por el gobierno de Enrique Peña Nieto y que con su presencia avaló actos indebidos, que dañaron las arcas de la nación y su paso como subsecretario del Medio Ambiente, con Peña Nieto.
Su impulsor, Miguel Angel Osorio Chong, quien le abrió la puerta cuando era gobernador de Hidalgo, le metió a la congeladora política, cuando Ochoa Fernández, decidió jugar con el entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray y traicionar a Osorio Chong, en su lucha por la candidatura presidencial, en el sexenio pasado.
Hoy, aparece con chaleco guinda, defendiendo los postulados de la Cuarta Transformación, sólo que ni a los propios militantes de Morena, que hoy lo abuchean aquí y mañana allá, además de usar las redes sociales para refrescarle la memoria al candidato y a la ciudadanía, respecto de los pactos que se hacen, haciendo a un lado a la militancia, esa que creyó en el proyecto de López Obrador y ahora ve como muchos advenedizos se han incrustado en ese partido, con el simple propósito de llegar al poder. Al menos así piensan los críticos de Ochoa Fernández.