Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
Algunas reflexiones sobre las Olimpiadas de Tokio 2020
Twitter: @OswaldoRamirezG
Imagine there’s no heaven.
It’s easy if you try.
No hell below us,
Above us, only sky.
Imagine all the people
Living for today…
“Imagina que no hay paraíso. Es fácil si lo intentas. No hay infierno debajo nuestro. Arriba nuestro, solo hay cielo. Imagina a toda la gente. Viviendo el presente…”
El verso en inglés y su respectiva traducción entrecomillada corresponde al estribillo inicial de la canción titulada cuyo título es “Imagine” (Imagina por su traducción al español), del británico John Lennon (1969-1980), quién fuera uno de los integrantes de The Beatles, una de las bandas de rock más importantes de la música universal.
Es curioso que al reflexionar sobre el contenido de la letra, el cual nos haba al anhelo de un mundo mejor, no solo sea coreada por propios, extraños y activistas sino que dicha melodía nos remita al día de su muerte, la cual tuvo lugar el 8 de diciembre de 1980 en las afueras del edificio Dakota en Nueva York, EE.UU., cuando al salir de visitar a su hijo, un supuesto fan se le acercó para ultimarlo con un arma de fuego.
La canción fue escrita en medio de una caótica mitad del siglo XX en plena efervescencia sociopolítica entre Estados Unidos y la Unión Soviética en una pugna de conflictos regionales a lo que les denominó La Guerra Fría, trascendería a la muerte violenta de su autor, siendo desde entonces uno de los temas referentes para abogar por la unidad y la esperanza de la humanidad.
Dicho esto, entendemos que esta canción fuese el tema principal con el que se abrieron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Evento que por las características de nuestro contexto (pandemia de covid-19), se pospuso un año. Al final, entre el escepticismo, la negación y un sabor un tanto extraño entre los televidentes que se desvelaba o desmañanaba para ver las justas de las diversas disciplinas físicas. Las olimpiadas fueron un breve respiro para repensar la fraternidad y por qué la convivencia humana vista desde la competencia deportiva es importante no solo para tener un tema de conversación o mirar indiferente los monitores de nuestro celular o las pantallas de televisión mientras gritamos GOOOL con la selección de futbol, admiramos la destreza y elegancia en la gimnasia rítmica o admiramos el valor, coraje y perseverancia de los participantes en la caminata.
El deporte va más allá de marcas (de productos como de tiempos record). Contiene sueños y anhelos. Edifica no el espíritu interior y exterior; revitaliza la salud y cuando no hay intereses viscerales de por medio, minimiza los focos de violencia entre nuestra juventud.
Sin embargo, en justas como la que acabamos de presenciar, donde las carencias y capacidades saltan a la luz de quienes tienen más menos recursos para entrenar saltan a la vista y generan diferencias abismales, las cuales se ven reflejadas en la medida en que los países apoyan con un presupuesto considerable a sus deportistas. Pero ojo, no en todos los casos a mayores recursos mejores resultados; la victoria y espíritu competitivo va más allá de ello. Baste con ver el claro ejemplo de perseverancia que nos dio Cuba, Ecuador y Dominica, en cuyo caso la barrera hacia el éxito les otorgó grandes satisfacciones en el podio.
En contraste, Argentina y México quedaron muy por debajo de las expectativas deseadas. En el caso de México, no me extrañarán los titulares y tuiteos de lo que derechistas infames a lo largo de esta semana que se dolerán en un sinfín de reproches:
“¡Ah esos países de izquierda! ¡Qué vergüenza!,” “¿No que íbamos a ganar más?” “Estábamos mejor antes” “¡Ah pero eso sí! Desperdiciando el dinero en apoyos para ninis y proyectos que van destinados al fracaso”, y así un largo etcétera.
Otros más justificaran la mediocridad culpando las condiciones de encierro pandémico como causa fundamental por la que los atletas no pudieron mantenerse en forma debido a que los lugares idóneos para su entrenamiento estuvieron cerrados, y no es que esto no sea falso, pero no es una justificación ni tan solo el único problema.
Para otros, los de memoria corta y torpe (suspirantes del prianismo principalmente) las cuatro medallas de bronce representan el mayor de los fracasos y hace más que evidente que para el sexenio actual, la 4T el deporte no es prioridad. Lo cierto es que ni siquiera en los mejores tiempos del PRI ni en los dos sexenios del PAN, México ha sido un referente en el medallero olímpico. Por ahí tampoco va la cosa.
El verdadero problema estriba en dos cuestiones; la primera en la distribución desigual de recursos hacia deportistas, ello producto de la burocratización y corrupción del sistema. Algunos deportes reciben mayor apoyo que otros aun sin dar los resultados deseados, lo que deriva en que si bien los aletas dan su mejor esfuerzo, en algunos casos no se les exige lo suficiente pues como es una partida que “ya está dada” “con que hagan su mejor esfuerzo no basta” (mismo caso en algunas áreas de Conacyt con el desempeño y designación de becas, pero eso es otra historia).
En segundo lugar se debe a la falta de promoción del deporte y la educación física como una actividad que trascienda las calificaciones y el recreo en el sistema educativo medio y básico, es decir, que a los alumnos se les enseñe y se le cultive en esta actividad y que no es una actividad a la ligera, desde luego que bajo las condiciones actuales de encierro cumplir con este objetivo es el doble de complicado.
En relación a lo anterior y bajo algunas reservas hagamos un ejercicio de consciencia y preguntémonos: ¿No acaso en las instituciones educativas privadas se fomenta más el deporte y una parte significativa de nuestros deportistas son candidatos a las justas olímpicas o de juegos panamericanos? O bien ¿No acaso los que tienen mayor oportunidad de figurar como atletas de alto rendimiento son aquellos que por con sus propios recursos entrenan en instalaciones privadas porque a “falta de presupuesto” el gobierno no cuenta con instalaciones idóneas para su entrenamiento?
Habrá que pedirle resultados y explicaciones a la titular de CONADE, la ex velocista Ana Gabriela Guevara, que como atleta es admirable pero como burócrata deja mucho que desear. Mejor aún reprocharle a nuestro amado Huey Tlatoani que si la susodicha no ha dado resultados tendrá que removerla del cargo. Esperemos que si en la mañanera alguien alude a esta sugerencia no nos salga que para hacer efectiva dicha petición se deberá de hacer un plebiscito.
Finalmente, celebramos el esfuerzo de nuestra(os) atletas olímpicos, los medallistas y todos en general, porque al final el 99% de los que tuvieron el privilegio de representarnos son un orgullo, inspiración y ejemplo de perseverancia, valor y coraje. Estemos expectantes de nuestros representantes paraolímpicos, de quienes pocas veces se habla con la gallardía y arrojo que se debiera, pero que en cuestión de resultados son más eficaces en el podio.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.