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Terrible el caso de las desapariciones en México, que no es único por desgracia en el mundo, ni el mas acusado pese al número de víctimas 95 mil 121, desde 1964. Cifra en ascenso a la que se hicieron omisos los anteriores gobiernos, que daban cifras reducidas. Pero una desaparición que hubiera sido ya sería lamentable. A lo largo de la presencia del Comité contra la Desaparición Forzada (CED), de la ONU, del 15 al 26 de noviembre en nuestro país, se abordaron los temas que implican la grave situación, pero vale la pena ratificar aspectos que quizá se tocaron, pero no fueron recalcados en el discurso de su presidenta Carmen Rosa Villa Quintana. Uno de ellos, la historia reciente de un sistema que creó costumbres y formas de vida que se fueron convirtiendo en permanentes, como la acción oficial de desaparición de opositores expuesta en centenares de casos, con militares, policías y otros agentes en la participación. Eso no es raro en México; se distribuye en la historia reciente de Latinoamérica. Asimismo aquí, la consolidación de un crimen organizado que propició el propio sistema por sus deficiencias estructurales y su relación cómplice. Se estableció a lo largo de décadas, la relación de gobiernos y personajes vinculados al poder con los actos criminales, y los cuerpos de poder regionales permitidos desde el gobierno central, como los cacicazgos dueños de vidas y haciendas que aún subsisten en el país. Pero lo que menos se abordó, fue la vecindad con Estados Unidos, uno de los factores principales de la desaparición, por la demanda de drogas que impulsó al crimen organizado y la venta desbordada para éste, de las armas.
OCHO AÑOS DESPUÉS NOS VISITÓ EL CED; NUNCA ES TARDE
Ante el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU , el subsecretario Alejandro Encinas reconoció que hay fallas en la seguridad en México que deben enfrentarse. Es la primera vez que el CED viene a México desde su creación y esa apertura fue reconocida por los expertos visitantes. El organismo intentó venir a México desde 2013, cuando los desaparecidos ya se elevaban en el conteo oficial a los 26 mil 121, que no se remontaban al siglo pasado. Estos se le atribuían a Felipe Calderón y los que empezaba a generar el propio Peña Nieto no se incorporaban. Pero ese gobierno no formalizó la invitación. En lapso posterior el CED hizo desde su sede, recomendaciones, una en 2015 y otra en 2018. No se cumplieron según dijo Villa Quintana. En ese lapso, el gobierno priísta siguió aplicando la estrategia de Felipe Calderón, que enfrentó violentamente a cierto sector del crimen organizado y propició una serie de muertos y desaparecidos. Fue en el gobierno de Peña Nieto cuando desaparecieron los 43 de Ayotzinapa que se han convertido en arquetipo de la desaparición. Esa secuela nos sigue impactando. La cifra total que se menciona ahora, fue una actualización que hizo este gobierno, desde la época de Díaz Ordaz la que, junto con la de Echeverría, fue en ascenso. El CED dio un informe desalentador ante la Secretarías de la Defensa, Marina, Gobernación, Seguridad y Protección Ciudadana. Pero aparte, hay que entender que esos organismos que vienen por unos días no penetran en el problema real y lo actualizan al momento, cuando existen 60 años de diferencia en el problema que fue dejado de lado por los gobiernos priístas y panistas, que pasaron. Se vuelca la situación total a este gobierno y lo magnifican los opositores. La propia titular del organismo de la ONU dijo que en su estancia desaparecieron alrededor cien personas, lo que significa 8 personas diarias, cuando los opositores han publicado las cifras que les convienen. El diario El Economista, ha informado de 23 personas diarias. Por lo tanto, se trata de atribuir a este gobierno que el mismo CED reconoce que está colaborando para resolver el problema, desaparecidos de hace seis décadas en un promedio irreal. Lo que se debe de hacer es enfrentar de lleno, en forma conjunta con la ONU, tan grave flagelo. Así se dio a entender, al menos.
PACTO TÁCITO DE IMPUNIDAD, DE BUSCADORES DE DESAPARECIDOS
En guerras recientes que han promovido los imperios las desapariciones se cuentan por miles y miles. Y se desconoce su verdadera situación. Si en el caso de los desaparecidos mexicanos se cuenta desde el siglo pasado, los desaparecidos de otros países deberían de tener la misma situación. En ese caso se integrarían los de las guerra contra Irak, contra Vietnam, los de la Segunda Guerra Mundial que fueron millones. A esta enorme mayoría no se le localizó en casi 40 millones de pérdidas humanas mencionadas. Lo mismo ocurre en otros conflictos bélicos. Poner a México como lo hace el CED entre los más exhibidos es una triste percepción pero no es así, si se revisan cifras. Eso no justifica nada, ni aminora el gran problema que tiene nuestro país, es simplemente dar una situación real ante la población y ante el mundo. Por la situación imperante, en la que ahora medio mundo toma partido para denostar, cuando no lo hicieron en décadas pasadas, han surgido las buscadoras de desaparecidos en organismos que aumentan en forma permanente y que se mueven por todo el país. El problema de esa búsqueda justa y comprensible, es que hay una especie de pacto tácito de impunidad aunque expresado a veces, hacia los causantes de las desapariciones. Las madres y personas cercanas, lo que quieren es encontrar o saber de sus familiares. Esta situación le crea al gobierno un problema, ¿que hacer en caso de que se tengan datos de los verdaderos culpables?.
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