Así no, presidenta
Twitter: @OswaldoRamirezG
<<El miedo atento y previsor es madre de la seguridad>>
Edmund Burke. Escritor, político y filósofo irlandés (1729-1797).
Entramos a la recta final de este segundo año de pandemia. A dos semanas de que termine el 2021 los sentimientos son encontrados y los ánimos exaltados. Muchos son los cabos y pocos están atados; la miscelánea de titulares sigue siendo marcada desde Palacio Nacional y no pocas veces esta no coincide con las prioridades de las entidades federativas y de los ciudadanos en general.
No hay una cifra alarmante según la Secretaria de Salud sobre posibles contagios y propagación de la nueva cepa de Covid-19, Omicrón. Las cifras oficiales aseguran que la propagación de la nueva cepa se ha contenido y que las muertes han disminuido gracias a la pronta vacunación.
Quizás gracias a ello el ochenta por ciento de los estados de la república mexicana se encuentran actualmente en semáforo verde, salvo Chihuahua, Durango, Aguascalientes, Sonora y Baja California Norte que están en amarillo (Semáforo epidémico de riesgo del 13 al 26 de diciembre de 2021) ¡Mentira! Lo cierto es que el color del semáforo epidémico actual es mera estrategia mercantil con la finalidad de reactivar la economía. Por tanto en un sentido real las entidades que se ostentan con el color verde, en realidad giran en el rango de amarillo y las de este último en naranja.
Bajo esta premisa y exceso de confianza, los controles sanitarios en centrales de autobuses, trasportes y aeropuertos son ambiguos. Ejemplo de ello se ubica en el Aeropuerto Internacional de Cancún, Quintana Roo, donde el control sanitario es deplorable. Los filtros de seguridad no son equitativos y en el caso de que el pasajero salga positivo en las pruebas rápidas, existe la opción de dar salvoconducto “por debajo del agua”, siempre y cuando por una cantidad extra se le genere una nueva prueba rápida, pero esta vez de hacerla al interesado nuevamente, los encargados te indican que “si te urge pasar el control ellos te pueden ayudar”
¿Cómo? Generando un aprueba falsa en la que sus cómplices, que por lo general son algunos de los operarios de taxi seguro del aeropuerto, se realizan la prueba rápida y sustituyen sus datos “limpios” en relación a los del interesado. Claro, lo anterior en función a un soborno elevado aprovechándose de la urgencia de los pasajeros.
En el caso del Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México no se sabe que exista este tipo de prácticas ilegales. Sin embargo, eso no quiere decir que no existan, y muy probablemente funcionen de manera más sofisticada. Lo mismo puede estar sucediendo en los demás aeropuertos del interior del país como el de Guadalajara, Monterrey o Ciudad Juárez. En fin, seguimos viviendo en un México mágico, aquel que simula legalidad, orden y cambios, pero que en el fondo le cuesta aceptar y cambiar este tipo de prácticas.
Respecto a la situación socioeconómica mexicana, la inflación es un mal silencioso del cual el gobierno preferentemente no habla y piensa con aliento positivo ante los efectos de cada año. Sin embargo, los precios del kilo de tortilla, el pan, huevo y otros productos de la canasta básica dicen todo lo contrario. Infortunadamente si eso sigue así para principios de enero del 2022 comprar y partir la rosca de Reyes pueda significar un lujo y privilegio, si no es que desde hace varios años ya lo es.
Pese a los “abrazos y no balazos”, las ayudas y subvenciones otorgadas a varios estratos sociales, la crisis es inminente. Habrá que prepararnos para un severo descalabro en la economía. No por nada, ahora que ya comienzan a circular los nuevos billetes se rumora que el Banco de México tiene proyectada la emisión de ejemplares con un valor de 2 mil pesos. Si esto se llega a concretar, lejos de celebrar el poder adquisitivo del peso mexicano, será con toda probabilidad un síntoma de que lo peor está por venir, puesto que por regla general cuando una moneda emite billete con una denominación muy alta es un síntoma de una posible crisis.
Ahora bien, estamos en época navideña; las luces de árboles y series alumbran indistintas en casi todos los hogares (lo incierto y espantoso vendrá después, cuando la cuenta de luz revele en el mes siguiente, la magia lumínica y el desengaño en nuestros bolsillos).
Las flores de Nochebuena (poinsettias para los gringos) a pesar de que este año subieron significativamente su precio, están presentes en casas, jardines, balcones y plazas públicas. El ponche, la música y el olor a pólvora en el aire, producto de cuetes, palomas y chispitas son un desfile de emociones y nostalgia.
Pese a la pandemia, comienzan a llevarse a cabo posadas tradicionales o pequeños bailes y fiestas alusivas a ello. No obstante, aun con las reservas del semáforo epidémico incierto, hay una luz de esperanza en nuestros nuevos hábitos ante esta también llamada “nueva normalidad” La población no baja la guardia, crece el interés por aplicarse la vacuna de refuerzo proyectada a efectuarse para inicios del 2022.
En este ánimo chillante con sabor a color vino tipo 4T no queda más que citar a propósito del 22 de diciembre “Día de Policía”, una frase candorosa al puro estilo de Los Polivoces:
“La policía siempre en vigilia o lo que es lo mismo, el amor es una cosa esplendorosa hasta que te cae tu esposa”
Quitando las impresiones y acciones negativas de algunos policías y sus jefes al mando, valga pues una felicitación a las fuerzas del orden público, que son la primera línea de contención y que hoy tristemente se encuentran en gran medida superadas por la ineptitud de sus superiores y por el armamento y organización de la delincuencia.
La historia de la policía en México data de tiempos inmemoriales; en la época de la Gran Tenochtitlan existió una figura llamada “Topillis” que eran vigilantes encargados de cuidar el aseo y el orden de la ciudad, así como de detener a individuos que alteraran la convivencia o que efectuaran hurtos a la población. Durante la época colonial el orden público fue designado a los alguaciles, quienes tenían la consigna de ejecutar las órdenes directas de virreyes y los que efectuaban las detenciones y la vigilancia.
Existió la figura pública de los “guarda faroles” que con el tiempo se convirtieron en parte de la policía. Más tarde, en 1826 se creó un cuerpo municipal denominado “celadores públicos”, integrado por hombres a caballo. Durante el Porfiriato funcionó la “Policía Rural”, que tenía como fin vigilar caminos y apoyar a la “policía urbana”. En 1923 surgen las primeras mujeres policías, las cuales tenían la función de vigilar parques y jardines públicos. Con la desaparición progresiva del ferrocarril como medio de trasporte principal y el surgimiento de vías rápidas, autopistas y uso masivo del automóvil a mediados del siglo XX la policía se vio en la necesidad de crear las primeras academias y con ello adaptarse a nuevos tiempos. Sirva pues esta breve semblanza como felicitación para los buenos elementos, porque para los malos, ya saben lo que se les desea.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.