Ráfagas: Voracidad panalista
Hace casi cuatro años titulamos el Itinerario Político -del 8 de febrero de 2018–, de igual manera que hoy.
Y es que en aquella ocasión parecía imposible que la sociedad mexicana –agraviada durante décadas por el viejo PRI–, fuera capaz de “comprar” la oferta de un candidato no sólo priísta sino “engañabobos” que punteaba en todas las encuestas.
Lo más preocupante, sin embargo, es que en julio de aquel 2018 la sociedad mexicana votó de manera abrumadora no por el aspirante mejor calificado sino por el candidato que prometió las mayores mentiras.
Pero lo increíble es que hoy, cuando está probado que los mexicanos no sólo “votaron mal” –como dijo Mario Várgas Llosa–, sino que son víctimas del mayor engaño de la historia, resulta que 7 de cada diez ciudadanos siguen confiando en el mismo mentiroso, ya convertido en presidente.
¿Por qué el gusto de los mexicanos por el engaño y la mentira?
Curiosamente, una primera respuesta se localiza en un ejercicio elemental de preguntas.
¿Cómo entender, por ejemplo, que siete de cada diez mexicanos siguen avalando a López Obrador, cuando su gobierno no ha cumplido una sola de sus promesas de campaña?
¿Cómo entender el aval ciudadano al candidato que prometió “primero los pobres” cuando hoy los pobres son cada día más y son más pobres que nunca; cuando la gasolina es mas cara que nunca, cuando el empleo es peor que nunca, cuando la inflación supera todas las marcas históricas, cuando el PIB es de cero y cuando la fuga de capitales es de espanto?
¿Cómo entender que una mayoría de mexicanos apoye a un gobierno que ha solapado más de 120 mil muertes violentas y cuando prometió que en su gobierno “no habría” un solo mexicano muerto?
¿Cómo entender que 70% de los ciudadanos se digan satisfechos con un gobierno que –por indolente y criminal–, provocó la muerte de más de 500 mil mexicanos a causa de la pandemia?
¿Cómo entender que más de la mitad de los mexicanos avalen a un presidente que ha dicho casi cien mil mentiras en sólo 36 meses de gestión?
¿Cómo entender que 70 millones de mexicanos –según las encuestas–, aplaudan al gobierno de AMLO, cuando provocó la mayor corrupción de la historia; la más esncadalosa opacidad, la rapiñá de dinero públioco y el saqueo escandaloso del presupuesto?
¿Cómo entender que la mayoría de los mexicanos apruebe a un gobierno que miente y engaña; que despilfarra el dinero público y les niega medicinas a niños con cáncer; que destruyó el sistema público de salud, que deja morir a millones de pobres sin atención elemental…?
¿Cómo entender que los mexicanos aplauden a un gobierno que pactó con el crimen oranizado, que dejó libre a toda la banda de El Chapo; que deja que los matarifes se apoderen del país completo; que solapa miles de feminicidios…?
¿Cómo aplaudir a un gobirrno que ha solapadado la meurte de 50 periodistas en 36 meses; que convirtió a México en el país más peligroso para el ejercicio del periodismo, que censura, difama y calumnia a sus críticos?
En efecto, sólo una sociedad de idiotas puede seguir avalando a un gobierno fallido como el de AMLO; la misma sociedad que avaló al candidato López Obrador en julio de 2018.
La misma sociedad que aquí dibujamos hace 4 años, el 8 de febrero de 2018.
Y porque de nueva cuenta el tiempo nos dio la razón, a continuación el texto integro de hace cuatro años.
“El tema resulta difícil de tratar y, peor aún, complicado de entender.
“¿Cómo entender, por ejemplo, que el partido y el candidato con más negativos, como son los casos de Morena y de AMLO, encabezan las encuestas –para la aspiración presidencial del 2018–, entre una sociedad que se dice harta de los políticos con mala imagen?
“¿Cómo entender que, por ejemplo, que el partido y el candidato que han perdonado a ladrones, pillos, matarifes y políticos de la peor estofa, estén a la cabeza de todas las preferencias, en una sociedad que dice estar “hasta la madre” de la impunidad?
“¿Cómo entender que políticos nefastos como Manuel Bartlett, Elba Esther Gordillo, René Bejarano, Dolores Padierna y Marcelo Ebrard, entre muchos otros que en sus alforjas cargan un negro historial, resulten purificados sólo por entrar a las filas de Morena y por recibir la bendición de Andrés Manuel López Obrador, mientras la sociedad sólo aplaude y ve hacer y pasar?
¿” Cómo entender que un político nada democrático, autoritario al extremo, con claros tintes dictatoriales, que llamó “Pirruris” a casi un millón de manifestantes contra su mal gobierno en el DF, que impuso al matarife Abarca como alcalde de Iguala, sea el político que encabeza las encuestas y las preferencias?
“¿Cómo entender que un político que tiene más de diez años sin trabajar, que lleva una década sin pagar impuestos, del que nadie sabe de dónde obtiene recursos millonarios para la manutención de una numerosa prole, sea el político que más aceptación tiene entre el electorado?
“¿Cómo entender que la izquierda mexicana y que un partido político como Morena, haya pasado del culto a Cuauhtémoc Cárdenas –el dos veces candidato presidencial y constructor del PRD–, al culto a Cuauhtémoc Blanco, el patán golpeador de mujeres que brilla por su ignorancia? ¿Y cómo entender que luego de ese salto al vacío –de Cárdenas a Blanco–, esa disque izquierda sea la más votada?
“¿Cómo entender que luego de uno de los peores gobiernos en la capital del país, como el de López Obrador, exista la posibilidad de que de la mano de Obrador, su preferida a pesar de graves corruptelas, tenga posibilidades de convertirse en jefa de gobierno de la capital?
“¿Cómo entender que periodistas inteligentes e intelectuales reputados sigan aplaudiendo a López Obrador, a pesar de su desprecio a la prensa, de su repudio a la inteligencia y al intelecto, de su fobia a la educación de calidad, de su “chaparra” preparación, de su odio hacia los críticos de sus disparates y de su rechazo a libertades fundamentales en democracia?
“¿Cómo entender que la izquierda del PRD, esa que logró sacudirse a AMLO y que sobrevivir a sus intentos destructivos, haya cometido suicidio político en una alianza con Ricardo Anaya y con el PAN, que representan todo aquello contra lo que luchó el PRD, contra lo que nació y contra lo que sus padres fundadores emprendieron un largo camino a la revolución democrática de las conciencias?
“¿Y cómo entender que el candidato que no tiene cola que le pisen, que no milita en el PRI, que es un candidato ciudadano, que tiene la mejor preparación, la mayor capacitación para gobernar, el mayor reconocimiento de empresarios e inversionistas se encuentre en tercer lugar, en la cola de las preferencias?
“Sin duda que asistimos a un paradigma en donde la tambaleante democracia mexicana puede ser destruida con las armas y los instrumentos de la propia democracia. Sin duda que podríamos estar en el umbral del fin de la democracia mexicana.
“Algunos dicen que la preferencia por AMLO se debe al hartazgo de los mexicanos por el PRI. Ante esa premisa se impone otra pregunta aún más elemental.
“¿Por qué AMLO encabeza las encuestas si es el representante de lo peor del PRI y si ha reunido en Morena a lo más cuestionable del PRI, del PAN y del PRD?
“El problema, entonces, no son los buenos o los malos candidatos, los malos o los peores políticos y tampoco los pingües negocios familiares llamados partidos políticos.
“El problema parece estar en la sociedad. ¿La mexicana es una sociedad de idiotas? Al tiempo”. (Fin de la cita)
Y sí, queda en cada uno la conclusión: ¿antes y hoy la sociedad mexicana era y es una sociedad de idiotas?
Al tiempo.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.