Ráfagas: Voracidad panalista
El Estado soy yo (l’Etat c’est moi). Luis XIV
Las voz entrecortada y las lágrimas en ojos presidenciales me causaron calosfríos, el déjà vu me trasladó a 1982, cuando el entonces primer mandatario, José López Portillo, lloró pidiendo perdón a los pobres y marginados, en un acto teatral inolvidable, pero falso, porque la nacionalización de la banca que anunció ese mismo día en que entregó la banda presidencial a Miguel de la Madrid, no fue en honor a los desprotegidos, sino un intento desesperado de pasar a la historia como un presidente patriota o algo así.
Quisiera llorar de rabia y desesperación, decía un reportaje indígena premiado en mis años universitarios. Esa frase resumía la impotencia y desgracia de los pueblos indígenas manipulados y abusados por los gobernantes una y otra vez a lo largo de 500 años. Esa frasecada vez está más presente resume el dolor que provocan la impunidad y el abuso de poder.
En el lado opuesto de las víctimas están los gobernantes, ellos utilizan la manipulación emocional para tratar de desviar la atención cuando se sienten acorralados, creo que ese fue el caso de los sollozos del presidente Andrés Manuel al recordar frente a reporteros la persecución que han sufrido sus hijos a lo largo de su vida, los llamó a resistir y dijo «se han portado bien». La escena se dio al comentar en su conferencia matutina la publicación del reportaje sobre la llamada «casa gris» de Houston, Texas, donde se exhibe el lujo y esplendor en que vive su hijo José Ramón López Betrán y su esposa Carolyn Adams.
El uso de este recurso manido muestra lo que puede hacer el presidente para quitar los reflectores sobre la contradicción entre su discurso y la nada austera vida que lleva la familia de su hijo mayor, quien cuando menos hasta aquí incurre en un presunto caso de conflicto de intereses debido a la coincidencia entre la fastuosidad en que viven él y su familia, y el incremento en un 500 % en los contratos otorgados por PEMEX a la empresa Baker Hughs en el primer trienio de su gobierno.
El mandatario no repara en su responsabilidad como jefe del Poder Ejecutivo, como garante del Estado de Derecho, se convierte en un beligerante opositor cuando se trata de proteger sus dichos que no sus hechos y defender a los suyos. Me canso gaso, sigue siendo su frase de batalla que refleja su principal rasgo caracterológico.
Sin embargo, el presidente incumple la ley y amaga desde Palacio Nacional al periodista Carlos Loret de Mola de Latinus, lo trata de estigmatizar por atreverse a revelar la incongruencia, trata de validar cualquier argumento o depropósito: al fin que el comunicador es uno de los pudientes que responde a oscuros intereses de la mafia del poder en contra del defensor del pueblo bueno y sabio.
El ocupa de Palacio Nacional con su narrativa fundamentalista y maniquea es un experto en atacar a quien lo critica o exhibe, y como el fin justifica los medios, contraataca «Este comunicador ganó más que el presidente en 2021.» Andres Manuel muestra entonces la gráfica con los ingresos de Carlos Loret quien ganó 35 millones 200 mil pesos, mientras que él obtuvo solamente 2 millones 11 mil pesos.
El poderío de la familia López Obrador-Beltrán alcanzó para que los hijos, sin ser galanes ni disponer de talentos especiales, tengan bellas y destacadas esposas. Además de que, sin incursiones empresariales previas, se hayan convertido durante el gobierno de su padre en emprendedores prósperos en las industrias chocolatera y cervecera sin destacar en algún punto de venta o supermercado.
Dicen que Andrés Manuel es capaz de todo para conservar el poder por el que tantos años luchó y, de paso, recuperar su menguante popularidad. Para muestra un botón: sin importar que transgrede los ordenamientos jurídicos de protección de datros personales y que coloca en posición de riesgo al comunicador y su familia, ordena al INAI, desde su show matutino, que investigue los ingresos privados de Loret de Mola.
¿O sea que desconoce la función del INAI? Me explico, el INAI es el encargado de transparentar el uso de los recursos púbicos y nada tendría que ver con la IP. Es grave que los datos sobre Loret difundidos en la mañanera no estaban siquiera confirmados, pero eso no le importa, ya que en su opinión busca aflojar a sus críticos: «El que se aflige, se afloja», dice AMLO con desdén, mientras que su accionar contrasta con su palabras una vez más puesto que el mandatario utiliza al Ejército, a placer, para eludir rendir cuentas por razones (en sus propias palabras) de «seguridad nacional» y se reservaron los datos sobre el ejercicio de recursos públicos en sus obras magnas.
El atribulado jefe del Ejecutivo sigue mostrando músculo cuando hace una advertencia a los «propietarios» de los medios privados a quienes les recuerda que deben rendirle cuentas a él, pues los medios masivos de comunicación son propiedad del Estado, sólo estan concesionados. No hizo falta que dijera, señores concesionarios, periodistas, reporteros, adversarios,críticos…: el Estado soy yo.
Pese a las presiones en contra, la investigación de finales de enero pasado, efectuada por periodistas auspiciados por Mexicanos contra la Corrupción y Latinus, sigue avanzando, ahora es la periodista Peniley Ramírez quien en artículos sabatinos ha dado seguimiento a los datos que demuestran que los contratos entre PEMEX y Baker Hughes pasaron en la administración de López Obrador de 66 millones de dólares a 343 millones.
Mientras tanto, en la mañanera, tanto su hijo y esposa en sendos comunicados, han arrojado un arsenal de datos para que la investigación continúe ya que José Ramón dijo ser empleado de la empesa KEI Partners, propiedad de los hijos de Daniel Chávez Morán, un empresario chihuahuense dueño de la cadena hotelera Vidanta que, por cierto, asesora de forma honorífica al mandatario en la construcción del Tren Maya.
Entre 11 y 12 de febrero hubo un Space en Twitter #TodosSomosLoret que rompió récord muncial de audiencia en dicha red con más de 60 mil participantes, ahi periodistas y ciudadanos nacionales y extranjeros denunciaron el peligroso y pernicioso comportamiento presidencial, de persecución y acoso a los periodistas, lo que hace propicio el clima violento que ha favorecido la victimización de más de 50 comunicadores durante el actual gobierno, siete de ellos asesinados durante los primeros 40 días de 2022. Claramente este actual fue condenado por AMLO.
El presidente no se mide cuando se trata de defenderse, parece seguir un manual para provocar caos y mantener en su figura la atención mediática. Ahora insistió en denunciar a los periodistas como golpistas (partícipes en un golpe blando) e incluyó a medios de comunicación nacionales y extranjeros estadunidenses que se oponen a los cambios impulsados por su gobierno. Mencionó a los principales diarios y revistas, como The Economist, quien le publicó aquella portada titulada «El Falso Mesías», que le mereció los epítetos: «majadera, mentirosa e injerencista”.
Sin duda en el país y en cualquier nación del mundo hay diversidad de grupos de interés, ideológicos y políticos, toca al jefe de Estado, respetar a quienes disienten de sus ideas y crear un clima propicio para garantizar las libertades de todos, pero López Obrador confunde su misión y al mensajero, en este caso a los periodistas, quienes cumplen con informar a la sociedad sobre hechos de presunta corrupción documentados con pruebas, son sometidos a descalificaciones e improperios.
Basta observar cómo le ha ido a la periodista Carmen Aristegui, quien antes, como aliada de su movimiento fue aplaudida; ahora como crítica de su gobierno ha sido descalificada y denostada. Para él los periodistas deben ser incondicionales y cubrirle las espaldas siempre o son sus adversarios.
Contrario a lo que dice un izquierdoso delirante como Fernández Noroña, respecto a que antes la prensa no tuvo valor para enfrentar a los gobernantes neoliberales, es indicativo del hartazgo que ayer la fuente de la Cámara de Senadores se manifestaran para exigir respeto y protección al gremio; y hoy un reportero de la fuente presidencial, Rodolfo Montes, propusiera no más preguntas al mandatario en protesta por los comunicadores asesinados principalmente por servidores públicos, como señala el mecanismo de protección de la Secretaría de Gobernación.
Las principales organizaciones en defensa de periodistas han manifestado su desaprobación con la conducta del presidente mexicano. La Sociedad Interamericana de Prensa condenó la actitud estigmatizante contra periodistas; Amnistía Internacional defiende a organizaciones como Artículo 19, defensoras de periodistas de los ataques del mandatario, y el relator especial para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), Pedro Vaca Villarreal, pidió al Gobierno de México suspender la sección Quién es quién de las conferencias matutinas porque cada semana se señala y descalifica a periodistas y medios que critican a su administración para que cientos, si no es que miles, de enardecidos y fieles seguidores del movimiento vayan a acosar a los «culpables».
¿Será que todos quienes pensamos distinto a López Obrador estamos equivocados? Es comprensible que sigan apoyándolo los políticos de Morena por distintas razones pero la gente común y corriente, los ciudadanos estamos obligados a analizar lo que ocurre en nuestro país, abramos los ojos, no seamos tan buenos ni tan sabios como los políticos quieren que seamos.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.