Así no, presidenta
Twitter: @OswaldoRamirezG
<<Cada país recibe el circo que se merece. España tiene corridas de toros. Italia recibe la Iglesia Católica. Estados Unidos se lleva a Hollywood>>
Erica Jong. Escritora estadounidense.
La frase “pan y circo” data de la civilización romana de la antigüedad. Proviene del latín “panem et circenses” (pan y espectáculo del circo). Estas palabras están escritas en la Sátira X del poeta Juvenal (circa 100 a.C.). La referencia alude a la última atención que el pueblo romano tenía respecto a involucrarse en los asuntos de su entorno particularmente de la política. Juvenal señala con esto el desprecio a la sociedad de su tiempo y como ésta se pervirtió por perder el espíritu crítico y enfocarse en la diversión impuesta por el imperio romano. La sentencia verbal de este poeta ha traspasado el tiempo, y pese a que el circo romano ya no existe, otro tipo de entretenimiento apoya al sistema sociopolítico actual, el cual, más allá de justificarse en el discurso la libertad de elección y el sano entretenimiento, tiene por objetivo crear contenidos para enajenar a la sociedad. La continuidad de la premisa de Juvenal es más que vigente.
Hoy los protagonistas del circo se encuentran en la radio, la televisión y el internet. Sin embargo, pese a que la televisión ha perdido audiencia, sus principios siguen arrastrando males y prejuicios. La “caja idiota” término despectivo para referirse a la televisión, ha formado (o mal formado) las consciencias de todos los estratos sociales. Basté ver como el programa “El Chavo del Ocho”, producido en la década de 1970 por Televisa, y por el cual vergonzosamente no solo es referente en nuestro país sino en toda Latinoamérica. Detrás de aquella gama de personajes creados por Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”, se esconde la principal premisa de Emilio “El Tigre” Azcárraga Milmo, fundador de dicha televisora: “hacer entretenimiento para gente jodida”.
De la misma manera que el aparato cinematográfico y la radio de mediados de siglo XX contribuyó a crear un discurso y aparato propagandístico a favor del ex presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952), de esa misma forma la consolidación de los empresarios de telecomunicaciones y su vínculo estrecho con la política (priísta y luego panista) revirtió el papel décadas después de socio a jefe derivando en el ascenso del primer tele presidente, Enrique Peña Nieto (2012-2018).
No obstante, el empoderamiento de medios digitales aunado a otros factores, principalmente el hartazgo social fueron algunos de los detonantes para el cambio en forma (y quizás un poco en fondo) generasen en 2018 el ascenso de MORENA al poder. Esta ruptura en la continuidad política prianista no dejó satisfechos a sus grandes beneficiarios. Algunos patrocinadores y por supuesto a Televisa y Tv Azteca y sus filiales han visto afectadas sus ganancias desde entonces. De la mano de estas empresas, personajes del medio artístico vieron de la noche a la mañana perdidos sus privilegios y contratos. Razón demás no solo para criticar a costa del telepropter el Tren Maya o el AIFA sino todo aquello que huela a MORENA, AMLO y 4T.
En este orden de ideas, la derecha, quien para su infortunio no ha logrado consolidar argumentos y bases sólidas para oponerse dignamente al sexenio actual no solo recurre a causas que desconoce, sino que lo hace de manera errónea y superficial. Hoy no solo hace el ridículo con “Legolandia”, supuesta casa gris construida con juguetes lego a escala, con la que pretende protestar contra el presidente y su hijo mayor. Además sobrevalora la participación de Eugenio Derbéz quien fue actor de reparto en CODA, cinta ganadora al óscar como mejor película este año.
La oposición tendrá que buscar mejores representantes de su posturas si no quiere seguir humillándose así misma; la familia Derbéz se ha caracterizado por monopolizar parte de las producciones cinematográficas mexicanas. Gracias al fideicomiso que el gobierno federal designaba para apoyar al cine nacional, se dio la preferencia a los proyectos fílmicos de todos o algún miembro de esta familia, quienes no conformes con esto generaron por años cintas con argumentos simples, pobres y ridículos lo cual representa una gran falta de respeto para su audiencia.
En este pan y circo no solo caben las imprecisiones de la derecha y actores que la acompañan, también da lugar para una que otra pregunta ociosa de los periodistas en las conferencias matutinas de nuestro Huey Tlatoani y por qué no decirlo también una que otra metida de pata anacrónica de nuestro presidente. Por supuesto la enajenación de los medios traspasa fronteras. Es el caso de Jimmie Allen, intérprete de música country, quien lamentó que Vicente Fernández “El Charro de Huentitán” no asistiera a recibir su premio Grammy. Tal vez si le hubiesen aclarado por telepropter que el premio fue póstumo se hubiese evitado tremenda mofa y de paso futuros memes y comidilla en redes sociales.
En este mismo orden de ideas, hace una semana la indignación a proporciones filosóficas se volcó hacia el actor estadounidense Will Smith. Los detalles son de dominio público y no viene al caso ahondarlos. Lo que si señalaré es el lastimoso papel de un intento de héroe otrora comediante. El “Servidor del Pueblo”, Volodimir Zelensky y su raquítica intervención en los premios Grammy. “Nuestros músicos usan chalecos antibalas en lugar de esmóquines”, señaló. Quizás intentaba sensibilizar algún rapero filántropo. Pero su desfachatez no nos engaña, él es parte del problema; su hipocresía e irresponsabilidad le siguen constando muertes a Ucrania. En fin, ya sea con música, bofetadas y notas hipócritas hoy en plena era digital se siguen sirviendo tremendos emparedados y circos mediáticos.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.