
Ráfagas: Cuestionan nombramiento de Comisionada
Zelensky. Servidor del Pueblo.
El gobierno de los medios digitales.
Twitter: @OswaldoRamirezG
<<En la guerra, los eventos de importancia son el resultado de causas triviales>>
Julio César. Político y militar romano (100 a.C-44 a.C.).
Hace algunas semanas volvió a estar disponible en la plataforma de Netflix la Tv Serie “El Servidor del Pueblo”, programa de variedad familiar y sátira política que catapultó hacia la presidencia al protagonista y actual mandatario de Ucrania Volodimir Zelensky. En su personaje, un profesor de historia de educación secundaria (Vasyl Petrovych Holoboronko) se convierte de manera inesperada en el presidente de su país, gracias a que uno de sus alumnos lo filma y sube sin su consentimiento a internet un video en el que critica la corrupción de la clase política ucraniana. Sin embargo, todo indica que su ascenso como presidente no es una mera coincidencia sino que es parte de un complejo plan en el que los poderes fácticos de su país (políticos y empresarios), quienes pretenden por medio de su elección experimentar con la sociedad y dar una cara “democrática” hacia la sociedad. No obstante, esa idea no sale nada bien para ellos, ya que el recién electo presidente se empeña en llevar un gobierno austero y combatir la corrupción que gobierna en la banca, milicia y demás sectores de su administración, para ello se vale de reformas legales, recorte de personal, una política austera y por supuesto de la contratación de ministros y directivos de áreas de acuerdo al perfil profesional según sea el caso, economía, cultura, banca, etc.
La serie refleja también el modo ostentoso de la clase política y militar, además de la normalización de la corrupción dentro de una sociedad, en la que hasta la propia familia del presidente Holoboronko se siente incómoda y molesta por las reformas y austeridad predicada por su hijo. El llamado de consciencia del personaje interpretado por Zelensky se ve reforzado por los guiños o visiones de algunos personajes históricos, que a manera de consciencia pretenden dar consejo en momentos determinados; así el desfile de Abraham Lincoln, Julio Cesar, Mahatma Gandhi o El Che Guevara, entre otros, se hacen presentes como espíritus sabios que lo guían para tomar algunas decisiones cruciales de su gobierno.
Espero con lo anterior no hacer spoiler para aquellos interesados en dicho programa, y sin afán de reincidir en ello, debo señalar que si bien el humor ucraniano no tiene ninguna ciencia; las problemáticas expuestas en esta serie son tan comunes que hasta rayan en la familiaridad de lo que podemos percibir en cualquier gobierno latinoamericano e incluso hasta hace un sexenio en nuestro país, antes de la llegada de la austeridad y la afamada 4T.
En el aspecto negativo, la serie muestra el racismo, prejuicio y desprecio por grupos de origen ruso a los que se alude de manera poco amable, lo mismo hacia pueblos y países de África y Latinoamérica. Está claro que a los productores y más aún al productor ejecutivo (Volodimir Zelensky), más allá de la sátira y humor negro les gana en acto fallido el desprecio por su país vecino Rusia y su mandatario, Vladimir Putin, de la misma manera que se llenan de zalamerías al referirse a los Estados Unidos, a la banca mundial y organismo internacionales.
No es de extrañar que hoy como mandatario de Ucrania aflorara en él y parte de su gabinete ese espíritu imperativo y egocentrista, a cuyo caso considera como obligatorio que todos los países respalden su pésima jugada de ajedrez en contra de Rusia. Incluyendo a México a quien en el que desconociendo la larga historia de la política diplomática, la embajadora ucraniana no le quedase más que llamarnos amargamente en in intento despectivo “come tamales”. Visto desde esta perspectiva no cuesta creer que haya logrado llegar a la presidencia de su país como el 6to mandatario desde su independencia en 1991, más aún por los resultados desastrosos de su predecesor. Zelensky y sus aliados empresariales en los medios de comunicación tuvieron el escaparate perfecto para atrapar no solo a su audiencia sino a sus electores, en una campaña electoral que se prolongó a lo largo de tres temporadas desde 2015 hasta 2019. Hoy a diferencia de su programa de televisión, su gobierno es un fiasco y total contradicción.
La Telecracia ucraniana corrió con mucha mayor suerte que antaño Televisa en México, la que a tumbos de corrupción y escándalos logró sostener apenas con algunos alfileres la campaña y posteriormente la presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018). En contraste, la suerte de Zelensky como mandatario en el mundo real no tiene un guión y un futuro promisorio, por mucho que intente con ayuda del congreso estadounidense, de Joe Biden y de los chicos de Silicón Valley acallar las aristas del conflicto con Rusia pues desde su inicio se han empeñado en privilegiar la narrativa a favor de Ucrania y los intereses de la OTAN.
Tal pareciera que de momento la agenda mundial en lo que respecta a este asunto le está saliendo medianamente bien a ese grupo que se ha empeñado en hacernos creer que la Guerra Fría no ha terminado, y que aún existe un fantasma soviético por derrocar. En pocas palabras, la lucha por el control de recursos, voluntades y medios de comunicación de manera temporal le es favorable a ciertos sectores de occidente. Aunque no sabemos hasta qué punto puedan resistir, pues no solo China sino una parte de los países pertenecientes a la OTAN apelan por terminar con las hostilidades so pena de que sus economías salgan más descalabradas que beneficiadas.
La arrogancia de Estados Unidos no tiene un punto de retorno; quizás prefieran seguir intentando controlar con un “gobierno invisible” bajo la dirección de sus cuatro amigos en medios digitales; como lo señala Alfredo Jalife-Rahme en su libro “La invisible cárcel cibernética. Google/Apple/Amazon/Twitter (CAFAT) [ORFILA, 2019] En tanto, estaremos expectantes que sigue en esta estrategia de desinformación o mejor dicho en esta Edad Media Digital.