Ráfagas: Saqueo en Tepeji
Twitter: @OswaldoRamirezG
Septiembre se ha ido pero nos ha dejado cosas para reflexionar; aún resuena el eco jacobinista del discurso y Grito de Independencia que nuestro Huey Tlatoani dio el 15 de septiembre, pese a que para algunos signifique “nada”, otros en un tono un tanto personal lo percibirán como un grito de guerra que les censura sus infamias, su racismo y sobre todo el cinismo político que predican detrás de sus curules, y sí me refiero a esos neo fascistoides que creen que las amenazas con un cuchillo se quitan con unas “disculpas” frente a cámara. Ojalá que esta sociedad en la inmediatez de sus memorias no borre imágenes como las de Daniel Tabe padre del Alcalde panista de la Delegación Miguel Hidalgo en CDMX, y que esa porción de la sociedad que aun padece el Complejo de Doña Florinda se destrabe de una vez por todas de la mente y se dé cuenta de qué lado está la oposición mexicana.
Para la opinión pública de derecha en este país todo aquello que toque sus intereses, privilegios y que además les plante cara será motivo de indignación; aun si estos son solo simples descalificaciones por la simulación y el protagonismo de sus interesados secuaces hacen queriendo tomarle el pelo a la sociedad. Como lo fue el caso de la politóloga Denise Dresser en la marcha que conmemoró el 54 Aniversario de la Masacre Estudiantil de Tlatelolco en la Ciudad de México. Mucho pudiéramos abonar a este punto pero ya las redes se encargarán de ello, y para no herir susceptibilidades ni entrar en discusiones bizantinas diré que es más productivo verla bailar que intentar encontrar coherencia en sus opiniones.
Por otra parte, la post pandemia además de dejarnos una estela de incertidumbre financiera, crisis y guerra que vislumbra en un conflicto mundial ha revelado la cara de un no tan viejo protagonismo de la historia; el fascismo. Curioso o irónico que dicha tendencia resurja en un país que formó parte del Eje Roma-Berlín-Tokio en la Segunda Guerra Mundial. El ascenso de la etnonacionalista Giorgia Meloni en las elecciones del pasado 25 de septiembre, quién además de ser la primera mujer en su país en ocupar el puesto de primera Ministro en Italia ha puesto alerta las oficinas de Bruselas y la Unión Europea por sus discursos incendiarios de campaña.
No obstante, recién a su victoria se vislumbra que en la práctica este discurso cambie, sobre todo considerando la gran dependencia socioeconómica que tiene Italia en este momento de la Unión Europea. Por el momento Meloni se ha desmarcado de las actitudes ultranacionalistas y ha marcado pauta para apoyar las políticas a favor de Ucrania en un franco alejamiento con el Kremlin, con quien no hace mucho antes del recrudecimiento de la guerra entre Rusia y Ucrania manifestó su simpatía por Vladimir Putin. Con esto Italia se une junto a Francia, Suecia y Hungría a los países con tendencias políticas extremistas que de soportar la crisis y el invierno a diferencia de Alemania, podrían plantarle cara simbólicamente a Rusia.
Otro de los eventos trascendentes del mes pasado fue el discurso del presidente ruso Vladimir Putin en la antesala de la firma de anexión de los territorios de Lugansk, Donetsk, Jerson y Zaporiyia el pasado viernes 30 de septiembre. En un acto temerario hacia occidente Putin arengó sobre la doble moral de Europa y Estados Unidos, señalando y condenando la actitud irresponsable de sus gobiernos a los que como señores del “bussines” “”trush” y guerra les importa más asolar naciones con el falso discurso de la democracia (su democracia expansionista), sin tener en cuenta el verdadero bien común. Apeló a un verdadero libre mercado, a la desaparición del yugo financiero pro dólar y a propugnar por la unidad familiar del pueblo ruso. Si bien no se trata de abanderar un sentimiento prorruso ni mucho menos, es claro que el discurso hace eco más allá de sus fronteras en un momento en el que las crisis y manifestaciones en varias partes de Europa son acalladas por los medios de comunicación y sobre todo con la anexión ex profeso de dichos territorios plantea poner en jaque mate a la Unión Europea buscando un común acuerdo para restablecer tratados comerciales sin quejas y sobre todo sin la ruso fobia infundida desde Estados Unidos.
Por último y regresando a latitudes latinoamericanas, este domingo 2 de octubre se celebraron elecciones presidenciales en Brasil. El resultado del dio un estrecho margen de ventaja al ex presidente, líder social y obrero de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva por encima del actual mandatario, Jair Bolsonaro de tendencia ultraderechista. El resultado rompió con todo pronóstico, pues se esperaba que el candidato de izquierda ganase de manera avasalladora. Sin embargo, al final entre otras cosas sopesaron la ausencia de dicho candidato en el último debate así como la férrea campaña de desprestigio que Bolsonaro emprendió en contra de la efectividad del voto electrónico. La sociedad brasileña tendrá que esperar una segunda vuelta el próximo 30 de octubre donde se definirá el ganador. Así pues, tendrán que apelar a la memoria reciente, sobre todo a los resultados positivos que Lula generó durante sus gestiones anteriores en pro de la sociedad. En contraparte el gobierno fascista de Bolsonaro cuenta con considerable aceptación e incentivos mediáticos pero eso no borrará el pésimo manejo de la crisis sanitaria durante la pandemia así como las lindes de corrupción, violencia e inseguridad en la que ha sumergido su gestión al país carioca… En fin, así la F de fascismo y los vientos de crisis y guerra de lado a lado de este mundanal mundo.
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