Radar Político: Parra, se adorna…
Twitter: @OswaldoRamirezG
Algarabía y festejo de domingo se vivió muy de mañana, después de un mes de pasión futbolera, los pronósticos y la crónica de un desenlace predecible ya estaba hecha. Nadie niega la destreza indiscutible de Leo Messi y su definición en la cancha, pero tampoco es de ignorar lo que este mundial de futbol hizo aún mas evidente. Secretos a voces que acercan a tan noble deporte a las lindes de un espectáculo mafioso que a la verdadera unidad o al simple hecho de practicarlo por inspiración de sus figuras y equipos favoritos. Pocos son los que desde mi generación hasta unas cuantas atrás no han crecido con el típico futbol llanero o el de media calle o vecindad. Crecer con esa cultura a cuestas de forma directa o indirecta sería lo mismo que negar la apropiación cultural de la imagen guadalupana en gran parte de los mexicanos, aun sin ser católicos.
Y pese a que en ediciones pasadas hice la alusión vaticana de comparar este deporte con la organización de la Santa Sede, creo que mis aproximaciones se quedaron cortas en ese momento, pues no solo el futbol es cultura, deporte, pasión, mafia y religión; es uno de los motores que mueve de manera global los hilos de organismos deportivos, en contubernio claro de empresas, y todo tipo de giros, los cuales son incluso capaces de mejorar o acrecentar la imagen de un gobierno o sistema de poder a placer sea fascista, socialista o democrático. A resumidas cuentas esa gran familia llamada FIFA lleva cada cuatro años alegría parcial a todo el mundo y si acaso un poco de enajenación que rogando a la iglesia Maradonniana, pensemos no termine en familias arruinadas por las apuestas, violencia de género o suicidios como daños colaterales a esta pasión.
Poco importará (si es que acaso importó) después del pasado domingo Qatar; uno de los países donde se antepuso el marketing y el bussines para omitir la violencia a la mujer, la intolerancia religiosa, la persecución homosexual y la pseudo esclavitud laboral. A punta de billetazos voltear hacia otro lado de estos problemas le valió un poquititi-to más de riqueza a dicho régimen. Un gobierno que apenas hasta antier no tenía la menor idea de lo que era el fenómeno del futbol, ni en el compromiso en que se metía, pese a que con antelación había pagado grandes sobornos a la mesa directiva para ser la sede mundialista. Poco importa que una connacional, Paola Schietekat víctima de violación y del machismo qatarí, y de la ineptitud diplomática mexicana esté purgando una condena por “incitar al hombre acometerle dicho acto”.
Es más redituable hablar de Tata Martino y de cómo sus “malas” decisiones estratégicas en el campo fueron para favorecer al equipo contrario, en cuyo caso particular se habla con dolo del segundo partido de la Selección Mexicana en contra del ahora campeón del mundo. ¿Paraqué hablar de coas tristes y amargas en Qatar y del precedente que deja? Vale más atiborrar de un sinfín de programas de crónica deportiva que se debata trivialmente sobre un partido que ya fue y que lo hagan de manera tan apasionada como si con sus opiniones estuvieran dando respuestas para erradicar el sida, el cáncer o el hambre.
Para qué hablar de política y de violencia ¡Eso aburre! “Todos los políticos son iguales”, hay que desestresar al ciudadano, que se olvide se su miseria, de la pandemia y de la guerra. Total, recientemente la revista Times nombro a Zelensky el “Hombre del Año”, y que en estampillas conmemorativas de correo de Ucrania se encuentran homenajeados las fotografías la plana mayor de generales fascistas que lucharon codo a codo durante la Segunda Guerra Mundial a favor de los países del Eje. Un poco de nacionalsocialismo de nuevo milenio no le hace mal a nadie ¿No?
Hoy es vituperado y no se baja a Vladimir Putin de intransigente y demonio dictador que oprime a la pobre de Ucrania, pero hace cuatro años la FIFA celebró la justa mundialista con un modus operandi y motivaciones similares a las que ahora nos remiten a Qatar. Por cierto, dicha federación se conformó desde 1904, pero no fue sino hasta mediados de la década de 1970 bajo la dirección del brasileño Joao Havelange (1974), cuando de la mano de Coca Cola y Adidas emerge gradualmente como la institución que conocemos hoy. La escena y foto icónica de Josep Blatter lloviéndole billetes en la cabeza (2015), fue solo la cereza en el pastel, pastel que por cierto siguen degustando políticos y empresarios a diestra y siniestra, solo que con diferentes protagonistas.
A propósito de ello, sonrisas, festejos y hermandad, fue desde aquella época cuando la FIFA le sirvió y se sirvió del aparato político mundial para enajenar afición en pro del encubrimiento de la violación de los derechos humanos; lo hizo en Argentina 78 siendo cómplice del régimen dictatorial del Rafael Videla (1976-1981), y repitió la fórmula con Putin en 2018 y ahora con Qatar. Menuda manera de acabar con el romance del deporte y mercantilizarlo al por mayor. Tanto que esos jugadores a los que se les encumbra como ídolos e inspiración, son moneda de cambio, imagen pura y mina de oro de marcas, pocas veces se ha visto a los astros del futbol en hacer uso de su imagen para denunciar injusticias.
Una de esas pocas sucedió recientemente, cuando el futbolista iraní Amir Nasr-Azadani, fue condenado a muerte en su país por manifestarse a favor de los derechos de la mujer. La Federación de Futbol de Irán y Amnistía Internacional han pedido se levante la sentencia, pero hasta ahora no se ha dado una resolución positiva. Algunos esperábamos que debido a ser una noticia que concuerda con el momento mundialista, además de que era regionalmente cercano a la cede de esta justa futbolera, hubiese mayor cobertura o indignación, si no de la FIFA al menos de jugadores. Pudo ser un punto de inflexión importante si se boicoteara o si las selecciones de los países finalistas lo manifestaran en lo individual o general, pero ¡Oh sorpresa! No paso. En su lugar hubo una final cardiaca que se resolvió en penales, un partido que dio fruto a memes de discusiones anacrónicas sin sentido, titulares al por mayor y un lleno de más de 2 millones de hinchas den El Obelisco de Buenos Aires, y una Copa Mundial que, aunque la ganaron los más europeos de este continente, toda América Latina siente como suya…En fin, con esa antesala está próxima la Navidad y el Santa de Cola Cola.
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