Ráfagas: Voracidad panalista
Es la crisis perfecta.
Los signos irrefutables de la ingobernabilidad y el debilitamiento del Estado mexicano, que ya alcanza niveles de tragedia.
La descomposición institucional provocada por un gobierno al que nada le importan las instituciones, la vida de los ciudadanos, la aplicación de la ley y, mucho menos, la justicia.
Y en medio de esa catástrofe institucional vemos, por un lado, a militares asesinos que son encubiertos por los tres ordenes de gobierno; federal, estatal y municipal.
Militares que matan a sangre fria a presuntos integrantes del crimen organizado y que luego modifican la escena del crimen para hacer creer que se trató de un enfrentamiento entre criminales y uniformados.
Es decir, en video fuimos testigos de un crimen de Estado que fue ucultado y que hoy provocó la indignación presidencial y una nueva campaña contra los medios y los periodistas críticos de AMLO.
Y por el otro lado vimos, también en video, a policías ladrones, de la capital del país, a quienes encubre no solo la Fiscalía de Justicia de la CDMX, sino la jefa de gobierno, Claudia Sheimbaun, potencial aspirante presidencial.
Policías y agentes ministreriales que llevaron a cabo un cateo ilegal en una empresa privada, de la que saquearon tres millones de dólares, luego de alterar la escena del cateo.
Sí, en los dos casos se capturaron en video los crimenes de Estado; un asesinato colectivo y un robo millonario; los dos con el mismo modus operandi, la misma protección oficial y, en especial, la misma impunidad.
Y, claro, asesinatos y robos que llevan “el sello de la casa”; el sello de los gobiernos criminales y ladrones de Morena, el partido del presidente López Obrador.
Pero la tragedia es mayor cuando vamos al detalle.
En los dos casos –el de los militares asesinos y los policías ladrones–, los hechos se conocieron gracias a los medios; a la prensa crítica del fallido gobierno de Obrador.
Por eso, el propio presidente insultó, difamó y calumnnio no sólo a los medios, sino a los periodistas y a los críticos.
Y en su ignorancia infinita, Obrador dijo que sí, que se trató de “un ajusticiamiento”.
¿Y qué es un “ajusticiamiento”?
Según la RAE, se trata de las siguientes acepciones.
1.- Ajusticiamiento es “la ejecusión de una persona en cumplimiento a una sentencia de muerte”.
2.- Y también significa “dar muerte al reo condenado a ella”.
Lo que no sabe el ignorante presidente mexicano, es que en nuestro país –en la Carta Magna–, no existe la pena de muerte.
Por tanto, el “ajusticiamiento” del que habla no es más que parte de su demencial cultura autoritaria y dictatorial.
Peor aún, ayer miércoles, cuando habló del asesinato cometido por militares en Tamaulipas, dijo que “antes”, los periodistas “callaban como momias”.
Y es que la noche previa, como saben, el periodista de Univisión, Jorge Ramos, reveló el video en donde se ve a un comboy militar que, el pasado 18 de mayo persiguió a presuntos criminales, a los que asesinaron sin medir ningún tipo de protocolo de justicia.
El video enfureció a López Obrador quien, una vez más y como lo hace todos los días, volvió a mentir sobre el ejercicio periodístico que ha exitido en México antes y durante su gobierno.
Y es que para exhibir el mentiroso maniqueísmo del presidente vale recordar el “caso Tlatlaya”, ocurrido en ese municipio mexique a mediados del gobierno de Peña Nieto y en donde dos marinos resultaron seriamente lesionados en un real enfrentamiento entre uniformados y criminales; choque que terminó con la muerte de todos los infractores.
Curiosamente, ese acontecimiento fue explotado políticamente al máximo por AMLO, por su partido y por su claque, ya que la ejecusión extrajudicial de Tlatlayas le dio la vuelta la mundo.
Lo cierto es que a diario vemos pruebas de que en México vivimos una de las peores espirales de ingobernabilidad, en donde están a la orden del día no solo los crimenes de Estado, suno los robos de Estado.
Crimenes y robos que solapan López y su nueva mafia en el poder.
Por eso obliga volver a preguntar: ¿Hasta cuando?
Al tiempo.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.