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Con hechos, más que con palabras, López Obrador se dice dueño del Estado mexicano.
En los hechos, decreta la inexistencia de la División de Poderes, que es un equilibrio imprescindible consagrado por la Constitución.
En la práctica, Obrador ya no se asume como presidente, como jefe del gobierno y del Estado mexicanos –como mandata la Constitución–, sino que se comporta como dueño de México y de sus instituciones.
Pero también los hechos, la terca realidad de las decisiones y acciones de gobierno de López –más que sus dichos–, confirman que dejó de ser el mandatario constitucional mexicano para convertirse –precisamente en los hechos–, en la versión bananera del mítico “Rey Sol” del siglo XVII.
Sí, el mexicano López se exhibe, en los hechos, como remedo de Luis XIV de Francia, el tirano a quien muchos historiadores acreditan la máxima discursiva del absolutismo dictatorial: “el Estado soy yo”.
Y es que el mexicano Obrador vive uno de los episodios más peligrosos de la “borrachera del poder”; embriaguez de fin del ciclo en donde los tiranos de la historia han cometido las peores atrocidades.
Y producto de esos caprichos aniñados del “Rey Sol” mexicano, AMLO encabezará hoy, en solitario, la conmemoración de la gesta libertaria y el mítico “Grito de Independencia”, sin la representación de sus pares, los poderes Legislativo y Judicial.
Peor, en los festejos patrios, López estará flanqueado por dictadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela; de las peores dictaduras del continente.
Por eso, frente a tal violación constitucional, obliga preguntar.
¿Por qué tal despotismo de un político que, por años, exigió respeto a la División de Poderes?
¿Qué está pasando en la cabeza de López, para que haya decidido acudir a las peores prácticas del absolutismo de todos los tiempos?
¿De dónde sacó el tirano Obrador el argumento legal para excluir de las Fiestas Patrias –la conmemoración de la Independencia–, a poderes como el Legislativo y Judicial?
¿Cuál es el soporte constitucional de una decisión autoritaria y dictatorial como la privatización de las Fiestas Patrias y el robo, literal, de las instituciones del Estado?
Está claro que no existe fundamento legal para expropiar el festejo patrio. También es evidente que se trata de la venganza política, propia de “un lactante en el poder”.
Pero también es cierto que, igual que en todas las decisiones de su gobierno, la apropiación de las Fiestas Patrias es producto de la concepción autoritaria y dictatorial de un hombre que, en el paroxismo de su gestión, vive una creciente mimetización de que es una divinidad igual a “el Rey Sol”.
Es decir, López ya no cuida las formas y tampoco el fondo y, en el último año de gestión, parece decidido a seguir a pie juntillas el Manual del Dictador; a seguir los pasos de Mussolini, Hitler y muchos otros dictadores que de un plumazo desaparecieron al Congreso, al Parlamento y al Poder Judicial, para probar que fue tocado por la divinidad.
Y si dudan, los hechos retratan al Obrador víctima de su autoritarismo.
Por ejemplo, López ignora al Poder Judicial y a la Corte, porque no ha podido someter a jueces y ministros; porque son el único equilibrio del autoritario poder presidencial que, aún así, actúa a placer para cobrar venganzas, para perseguir opositores y para encubrir criminales y corruptos.
Obrador ignora y excluye al Poder Legislativo, porque no alcanzó la mayoría calificada en las cámaras de Senadores y Diputados y, porque a pesar de que mantiene un control elemental, el Congreso no está totalmente sometido por la dictadura de Palacio.
Aún así, a diario vemos groseros desplantes del “Rey Sol”, como la ridícula entrega del “bastón de mando” a la señora Claudia; auténtica confirmación de que López se asume como un monarca capaz de decidir y dictar el nombre de quien será su sucesora.
Un presidente que vive en una realidad alterna y que se cree sus propias mentiras; fantasías de la supuesta transformación y los éxitos de su reinado.
Y aquí algunas perlas de sus excesos dictatoriales
¿Qué significa, por ejemplo, la demencial persecución de Uriel Carmona, el fiscal general de Morelos, a quien por orden der Palacio le han inventado cuatro ordenes de aprehensión “por cometer el delito” de señalar las raterías y las implicaciones de Cuauhtémoc Blanco, con el crimen organizado?
¿No es propio de una dictadura, de un poder monárquico, la ilegal y grosera persecución contra la senadora Xóchitl Gálvez, a quien desde Palacio le han lanzado todo el peso del Estado?
Pero acaso lo más peligroso del asunto es que, en otro de los episodios en donde López se cree la encarnación Azteca del “Rey Sol”, también se apropiará de la voluntad general, por tanto, se robará la elección del 2024.
No duden que en la presidencial del 2024 por la fuerza ganará “el Rey Sol”. Al tiempo.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.