Ráfagas: Voracidad panalista
“Los políticos son iguales en todas partes. Prometen construir un puente incluso donde no hay río”. Nikita Kruschev
Todos hemos constatado las dramáticas escenas de un sistema de salud decadente, como fue el caso de 19 personas muertas en el hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Tula de Allende, Hidalgo, ocurrido en septiembre de 2021, cuando el Río Tula se desbordó e inundó el nosocomio, inhabilitando el sistema de oxígeno por corte de energía eléctrica.
Igual fue reproducido por los medios el estrujante caso de la niña de seis años que por una falla en un elevador del Hospital 18 del IMSS, en Playa del Carmen, Quintana Roo, murió prensada. En ambos casos los trabajadores de lasd unidades hospitalarias habían hecho reportes de las inoperancias, esto indica qué por irresponsabilidad no se da respuesta a los requerimientos de previsión y mantenimiento de las instalaciones hospitalarias que exigiría un servicio de calidad mínima.
¿Accidentes? ¿Casos de negligencia administrativa? ¿Fallas en el mantenimiento? ¿Normalización de la tragedia? ¿Precarización de los servicios de salud? Cada día el IMSS recibe decenas de quejas de derechohabientes por insuficiencias en sus servicios, ya por la falta de surtimento oportuno de medicamentos, desde los más comunes hasta aquellos necesarios para la vida.
Diariamente de diversas localidades, se presentan reclamos por la no disponibilidad de quirófanos y cirujanos suficientes para atender la demanda de intervenciones oportunas, desde la más sencilla hasta aquella que, diferida, impediría la metástasis de un cáncer o la pérdida de la vida.
De igual forma, madres de niños menores de 5 años recurren al servicio de vacunación de clínicas del IMSS y se encuentran que no hay disponibilidad completa del cuadro básico de vacunación universal recomendado por la OMS, debido a fallas en el suministro por retraso u omisión en las compras del Instituto, incluida la prueba de tamiz genético para recién nacidos.
Las personas de la tercera edad y vulnerables no tienen a quien reclamar porque en clínicas del IMSS sólo se dispone de la vacuna contra el Covid-19 llamada Abdalá, de procedencia cubana, sin el aval de la Organización Mundial de la Salud, y la cual representa una versión rebasada por la mutación de nuevas versiones del virus.
Por razones de austeridad, el gobierno de la 4T, el pasado mes de junio del presente año, desapareció los protocolos de atención que establecía la Norma Oficial Mexicana (NOM) de 35 padecimientos, entre ellos algunos que tienen altísima incidencia en nuestro país como son las enfermedades metabólicas, obesidad y diabetes.
También desaparecieron la NOM para la atención de cánceres de mama, cérvico uterino y de próstata.¿Qué significa esto? Quitan normas técnicas al servicio del derechohabiente quienes con base en ellas podían exigir estudios, tratamientos o cirugías. Ahora las quitaron con el pretexto de no estar actualizadas, pero en realidad están quitando a los pacientes derechos a poder reclamar una atención de calidad.
Asimismo la recurrencia de enfermedades renales que hace necesaria la realización de tratamientos de diálisis peritoneal y hemodiálisis, mismas que en mayoría son realizadas por servicios concesionados a particulares, son cada vez de más difícil acceso.
Actualmente hay más de 21 millones de trabajadores incorporados por sus patrones al IMSS, ellos junto con sus familias hacen más de 71 millones de población derechohabiente.
Ante este panorama se antoja un despropósito mayor el acuerdo dado a a conocer ayer, 10 de octubre, de que 53.2 millones de personas se incorporarán al IMSS-Bienestar por acuerdo del gobierno federal y 23 estados de la República.
Cómo es posible que el gobierno incapaz de garantizar un servicio médico de calidad a los derechohabientes del IMSS, a quienes pagan por recibirlo, a menos de un año de concluir el sexenio pretenda establecer un nuevo sistema, centralizando la atención e incorporando a más de 50 millones de personas.
La única razón posible es que se trata de uno más de los engaños o sueños guajiros que el presidente por razones políticas pretende vender como panacea entre el electorado de Morena.
El IMSS cumplió 80 años, la demanda creció por encima de la oferta, hay insuficiencias de especialistas, instrumental e insumos. Las carencias han crecido durante el gobierno de la Cuarta Transformación debido a que el presidente Andrés Manuel López Obrador enemigo de realizar diagnósticos, le gusta prometer imposibles, como fue ofrecer: «Tendremos un sistema de salud mejor que el de Dinamarca».
¿Por qué le parece ideal al mandatario el sistema de salud de esa nación nórdica? Porque ha sido reconocido como uno de los mejores del mundo, por brindar un sistema universal de atención, oportuno y eficiente con la misma calidad en los servicios a toda su población, por igual.
La premisa es excelente, pero la meta en un país con la desigualdad del nuestro, es inalcanzable en el corto plazo –seis años de un sexenio–; más aún cuando no se pretende un cambio verdadero sino ganar la gloria de lograr una proeza descomunal –«transformadora»– parte de las fantasías de las mega-obras amlistas, se dilapidan recursos a costa del erario y el pueblo mexicano.
Se comenzó, como en las conquistas históricas, por enterrar logros del pasado, se eliminan tiempos de diagnóstico, se carece de planes estratégicos y de viabilidad, entre otras incongruencias, y para rematar al proyecto se le aplica un supuesto plan de austeridad republicana: el fracaso era inminente, a ver quién rinde cuentas de la ineficiencia para administrar los millonarios recursos destinados al desaparecido INSABI.
Ahora el nuevo reparto de recursos conforme al proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2024 disminuyen en 55.8% los recursos para la Secretaría de Salud, pero aumentan los recursos para el IMSS a 1,345 millones de pesos, 10.2% arriba de lo obtenido un año previo, o sea «es menor al del Insabi, en términos reales, lamentó el diputado Éctor Jaime Ramírez Barba, presidente de la Comisión de Salud.
El diputado panista explicó que aumentó la población y disminuyen en términos reales recursos para medicamentos, asimismo se reducen en más del 50% los destinados a programas de vacunación.
Como dijo Hugo López Gatell, el deshumanizado doctor muerte, en campaña por el gobierno de la Ciudad de México, en una entrevista con Pepe Cárdenas de Radio Fórmula sobre si esperaba el apoyo de los afectados por la pandemia de Covid, contestó con su consabida prepotencia: «No, porque están muertos». El asombrado entrevistador agregó: «me refería a sus familiares», ya no hubo respuesta. Tiene razón López Gatell, uno de los incondicionales de AMLO, filósofo de la 4T: Los muertos no votan, y este movimiento busca electores incondicionales.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.