Ráfagas: Voracidad panalista
PACHUCA, Hgo., 15 de julio de 2024.- El atentado contra Donald Trump marca un momento de alta tensión política y social en Estados Unidos.
Este intento de asesinato, que dejó a Trump herido y resultó en la muerte del agresor y un asistente, resalta una preocupante tendencia hacia la violencia política en el mundo contemporáneo.
En un contexto donde la polarización política es cada vez más marcada, estos actos de violencia no solo buscan intimidar a los candidatos, sino que también envían un mensaje de descontento profundo y desesperación dentro de la sociedad.
El asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994, candidato presidencial del PRI en México, sigue siendo uno de los episodios más oscuros de la política latinoamericana.
Colosio, quien abogaba por reformas profundas y un cambio en la política mexicana, fue asesinado en un mitin en Lomas Taurinas, Tijuana.
A diferencia del atentado contra Trump, donde el Servicio Secreto logró neutralizar al agresor, el asesinato de Colosio mostró las fallas en la seguridad y la vulnerabilidad de los candidatos en eventos públicos.
La muerte de Colosio no solo cambió el curso de la política mexicana, sino que también dejó una cicatriz profunda en la memoria colectiva del país, evidenciando cómo la violencia puede truncar promesas de cambio y reformas.
América Latina ha sido escenario de varios ataques a figuras políticas. Por ejemplo, en Colombia, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 desató el Bogotazo, un violento levantamiento que marcó el inicio de una era de conflicto interno.
Más recientemente, en 2018, Fernando Albán, un político opositor venezolano, murió bajo circunstancias sospechosas mientras estaba detenido, lo que generó acusaciones de asesinato político por parte del gobierno.
En Europa, aunque menos frecuentes, también han ocurrido atentados notables. En 2016, la diputada británica Jo Cox fue asesinada en un contexto de alta polarización por el referéndum del Brexit.
Este acto de violencia política recordó a la sociedad europea la fragilidad de la democracia ante el extremismo.
La muerte de Cox fue un llamado de atención sobre los peligros de la retórica divisiva y el odio alimentado por las diferencias políticas y sociales.
La violencia política es un síntoma de problemas más profundos que requieren soluciones integrales y a largo plazo, enfocadas en la justicia social, la equidad y el fortalecimiento de las instituciones democráticas.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.