Ráfagas: Otra más de la CAASIM
PACHUCA, Hgo., 2 de diciembre de 2024.- El sindicalismo magisterial en México es un universo de contrastes. Por un lado, está el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la estructura sindical más grande de América Latina, cuya trayectoria histórica ha estado marcada tanto por su capacidad de interlocución política como por una percepción recurrente de tibieza en sus acciones. Por otro lado, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) emerge como un colectivo indómito, desafiante y radical, que constantemente se enfrenta al sistema establecido.
Esta dualidad ha generado, entre los propios docentes, una mezcla de frustración, resignación y expectativa. Alguna vez escuché una analogía que describe perfectamente esta situación: los maestros afiliados al SNTE parecen ovejas, o quizás borregos, que siguen dócilmente al pastor. En contraste, los miembros de la CNTE son como una manada de cabras indómitas, difíciles de controlar, capaces de saltar cercos y causar destrozos a terceros.
Por un lado, las acciones del SNTE, aunque enfocadas en la negociación y el diálogo, suelen ser percibidas como demasiado suaves o incluso alineadas con los intereses del gobierno en turno. En cambio, la CNTE, con su espíritu combativo, a menudo recurre a medidas que rozan los límites de la radicalidad, provocando rupturas y enfrentamientos que, en ocasiones, generan más ruido que soluciones.
El reto para el sindicalismo magisterial está claro: encontrar un punto de equilibrio. Como bien dice el refrán popular: “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”. Es imperativo que tanto el SNTE como la CNTE asuman esta máxima, en beneficio de los agremiados.
En el estado de Hidalgo, durante los últimos años, la disidencia magisterial ha menguado considerablemente, la Sección XV del SNTE lleva la batuta en todas las aristas, incluyendo la defensa de los derechos de todo el gremio. Resultó irónico que, en el contexto de la fallida Reforma Educativa de 2013, esta misma sección sindical tuviera que abogar legalmente para reinstalar a miembros de la CNTE que se opusieron abierta y frontalmente a dicha reforma.
El magisterio mexicano no necesita ser calificado como ovejas dóciles o cabras indómitas. Se necesita que el poder sindical radique en su capacidad para equilibrar la negociación y la lucha, el diálogo y la protesta, la resistencia y la construcción.
Retazo con Hueso.
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