Pide México a países de la región a unirse frente al fenómeno migratorio
PACHUCA, Hgo., 18 de enero de 2025.- Admito que la primera vez que escuché sobre el tema, me pareció otra tomadura de pelo y puntada, sin embargo, la iniciativa de que al Golfo de México se le cambie de nombre y se le renombre como “Golfo de América”, no es una ocurrencia de Donald Trump, quien este lunes asume el cargo (nuevamente) como presidente de Los Estados Unidos. Dicha iniciativa se viene cocinando por lo menos desde hace ocho o diez años por parte de los congresistas demócratas y está fincada en motivos expansionistas que pretenden llevar a la Doctrina Monroe a otro nivel.
La razón es porque Estados Unidos está terminándose las reservas de explotación petrolera en el territorio adyacente a su país. Motivos similares se yerguen para proponer la anexión de Canadá como otro estado de la Unión Americana, así como la compra de Groenlandia, territorio que desde 1953 pertenece a Dinamarca. Respecto a este último, pretende entrar en la carrera hacia el polo ártico y la explotación de recursos naturales que allí se encuentran, carrera que, por cierto, China y Rusia le llevan la delantera en este rubro.
Respecto a Canadá, el objetivo es aprovechar los recursos forestales, así como la asociación tecnológica con los emporios mineros canadienses, famosos en el mundo por la rapacidad con la que operan. De paso, cortar el vínculo remoto de este país con Europa. En pocas palabras, Trump pretende asegurar su área de influencia (espacio vital) cambiando la lógica belicista de su antecesor, la cual como sabemos fue un rotundo fracaso. A este respecto, es muy probable que la Ucrania de Zelensky sea el sacrificio pactado para mantener el ambiente tranquilo en aquella parte del planeta. Al mismo tiempo que esto sirva como un acto de “buena fe” de cumplir su promesa de hacer volver a los soldados estadounidenses de cualquier conflicto que se esté librando en esa u otra área del globo.
En el caso de nuestro país, el gobierno mexicano esta torpemente subestimando los posibles escenarios que se avecinan. Primero, porque a más de cien días de iniciado el sexenio, el auto proclamado “segundo piso de la 4T”, no han hecho nada más que enrarecer y complicar la situación en asuntos como el combate contra la delincuencia organizada y común. Por si fuera poco, se sigue actuando con la desfachatez y confianza como si el fantasma de Palenque (AMLO) aun estuviera presente, que en teoría sabemos ya no está, pero en la práctica no lo podemos asegurar. Luego de que la ahora presidente Claudia Sheinbaum intenta imitar a su antecesor no solo con el tono peculiar de su voz en sus discursos, sino con la realización de proyectos de desarrollo poco pensados que al final se quedarán a medias.
El mismo punto débil de esta administración, es el elemento clave para que Donald Trump emprenda acciones militares directas en contra de la soberanía nacional. El incremento de células delincuenciales a lo largo y ancho de México, la nula efectividad que las fuerzas del orden público y Guardia Nacional ejercen para terminar con este problema, son el ingrediente principal para que Trump arremeta en pro de elevar al carácter de grupos terroristas a estas asociaciones delictivas. Poco sirve seguir copiando los esquemas bilaterales del sexenio pasado, los cuales, en corto tiempo, se ha visto son ineficaces. Los “abrazos no balazos”, y “los otros datos”, solo se los creen quienes no salen a enfrentar el día a día a las calles, quedándose con la retórica emitida en las mañaneras del pueblo.
Hoy sabemos que nuestro vecino del norte es capaz de volar sus torres emblemáticas en el corazón de Wall Street, lazar bombas atómicas, atentar contra sus presidentes e incluso, montar incendios en California para cubrir las huellas de innombrables, inculpar y redireccionar sus políticas. Luego entonces, ¿Por qué no serían capaces bajo el pretexto de terrorismo criminal de invadirnos (por segunda vez)?
En fin, habrá que esperar como desarrollen durante esta administración las relaciones México-Estados Unidos. Entre tanto, diré a título personal, que yo en el lugar de la presidente Claudia, despediría a sus asesores y contrataría un sequito menos aplaudidor, con los pies en la tierra, y de ser posible, menos woke y progres buenaondita, pues ya vimos que esa infortunada línea política a Kamala y Biden les costó el regreso de Trump a la presidencia.