
Responde Sheinbaum a Trump con aranceles; anunciará medidas el domingo
MÉRIDA, Yuc., 3 de marzo de 2025.-Lo que acontece, por su desafiante visibilidad, hace pensar que los actores fundamentales son los líderes políticos. Sucede aquí en México con López Obrador y Sheinbaum; en Estados Unidos con Trump, Musk y Vance; en Rusia con Putin, o en Ucrania con Zelensky. Desde luego que los gobernantes -Musk ya lo es-, importan, pero su relieve no se da en el vacío, sino en el cambio profundo en la sociedad que es la que los lleva al poder y los mantiene con su adhesión. A pesar del ideal democrático de igualdad, en la práctica las sociedades están ofensivamente diferenciadas en cuotas de influencia; el poder informativo y el económico en sus expresiones oligárquicas se alinean y consolidan en la destrucción de la horizontalidad e igualdad a la que aspira la democracia, así como las instituciones y principios que acotan a las autoridades para impedir la ilegalidad o el abuso de poder. La mejor prueba de la involución política y social es la ausencia de un debate público razonablemente abierto. Prevalece el monólogo y la narrativa del poderoso. Por eso el consenso que goza el autócrata es una de las revelaciones de la insuficiencia democrática.
El espectáculo, y esa es la mejor manera de definirlo, que ofrecieron Trump y Vance en la Casa Blanca (ambos indignos de su investidura), ante su invitado, el presidente Zelenski, es una de las expresiones más grotescas y explícitas de la descomposición en curso. El escándalo es que no haya escándalo ante estos extremos de agresiva y procaz majadería de gobernantes que parecen pandilleros o gánsteres de vulgar escala. A Vito Corleone le daría vergüenza. Desde luego que hay un sector de la sociedad y de las élites norteamericanas muy preocupadas, y que los líderes europeos casi en su totalidad cerraron filas en torno al presidente Zelenski, pero el tema es que lo inaceptable ese hecho; no sólo es un tema de pérdida de sentido político, sino la ausencia de la más elemental dignidad y decencia.
Pero son naciones los actores relevantes. Trump es lo que es, como ocurrió con López Obrador, porque la mayoría les votó con claridad y les concedió una fuerza legislativa mayoritaria. Ninguno de los dos engañó, se presentaron como lo que son y así gobiernan. Los malos modos y peores ideas tuvieron el aval mayoritario en la elección y en el caso de México a lo largo del gobierno. No hay mandato para acabar con la democracia, pero en su caso es implícito porque ellos así lo entienden. Queda por conocer si en EU ocurrirá lo mismo, si la resistencia al embate autocrático será suficiente para contener el abuso, bien sea por la vía judicial, el peso de la opinión pública y, particularmente, la elección de noviembre de 2026.
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