
Ráfagas: Morena, alcaldes compiten
Un flujo importante de migrantes está cruzando la frontera norte de México, procedente de Estados Unidos hacia nuestro país. No es un fenómeno nuevo, y la llegada del presidente Trump a La Casa Blanca lo ha devuelto al centro del debate público, sin embargo, el mismo personaje lo está desplazando para volcar la agenda internacional en una Guerra comercial arancelaria.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, informó el pasado 3 de marzo que han ingresado a la República 19 mil 652 mil migrantes de distintas nacionalidades: 15 mil 600 mexicanos y 4 mil 52 extranjeros. Todos deportados.
Esta coyuntura ha generado ya una respuesta institucional. Antes de comentarla, es edificante echar un vistazo a la forma en la que el Estado mexicano ha gestionado la llegada masiva de migrantes en el pasado.
La Gran Depresión. En el periodo comprendido entre 1929 y 1934, Estados Unidos repatrió a cerca de 345 mil mexicanos, quienes, ante la ausencia de políticas específicas, enfrentaron grandes dificultades para reintegrarse a la sociedad mexicana.
El programa Bracero. Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y México implementaron el Programa Bracero, que se extendió de 1942 a 1964. Trabajadores mexicanos laboraron en el sector agrícola, de manera consensuada/legal, y temporal. Al finalizar el programa, muchos regresaron a un país que no tenía plazas laborales para ellos.
Los exiliados españoles. Durante el sexenio de Lázaro Cárdenas (1934-1940), México recibió a miles de refugiados españoles que huían de la guerra civil. Esta acogida fue posible gracias a la política de solidaridad internacional del gobierno mexicano. El gobierno brindó facilidades a más de 40 mil personas para que permanecieran en México y desarrollaran aquí sus iniciativas productivas. En esa época nace el icono del tendero español que vende charcutería y otros productos típicos de su país.
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La crisis en la relación bilateral México-Estados Unidos que ha desencadenado el regreso del presidente Trump a Washington ha suscitado una reacción institucional por parte del gobierno mexicano. Para atender el rubro de los migrantes, se ha lanzado la estrategia México te abraza, cuyo objetivo es proporcionar empleo y acceso a programas de bienestar a los repatriados.
México te abraza es un programa dirigido a mexicanos que dejaron a sus familias para convertirse en proveedores, que renunciaron al salario mínimo nacional para conseguir mejores ingresos, aún si en esta apuesta arriesgaban su vida o su lugar en la sociedad. Para ellos, ¿la respuesta del gobierno es asistencialismo?
De manera paralela, los inmigrantes que proceden de países distintos a México dejaron a sus familias y comunidades de origen para buscar algo mejor. Para ellos, el gobierno mexicano no ha anunciado acciones específicas que los acojan.
Hoy por hoy, hay 20 mil personas (y contando) que probablemente se queden en México. Podrían quedarse en este país. Son un capital humano del cual podemos asumir un par de características puntuales.
Por ejemplo, es probable que tengan las herramientas teóricas para que el campo mexicano produzca a un nivel de negocio, o para hacer más rentable el trabajo en un supermercado, o para mejorar las técnicas constructivas de los maestros de obra. La lista de habilidades puede ser extensa.
En este caso, como en muchos, el programa asistencialista no resuelve la cuestión de fondo. Es más rentable que sus ideas florezcan y se transformen en empresas productivas. Desde este espacio, propongo que haya una estrategia que los escuche y oriente para la profesionalización de sus conocimientos, y para la apertura de empresas, en la consciencia de que la inversión es de mediano plazo. Su presencia en territorio nacional, la actividad que desarrollen y el dinamismo que generen pueden fortalecer el mercado interno. Se trata de decenas de miles de personas que pueden dinamizar la economía nacional al detonar otras formas de producción y consumo.
De mi morral
Ante la embestida del gobierno de Estados Unidos por parte del Presidente Trump, no se ha resuelto un problema cuando ya se tiene que enfrentar el siguiente. El gobierno de México por un lado nos pide unidad, pero por otro lado señala y ataca a quienes pensamos distinto. Hoy más que nunca el país nos demanda recordar —por encima de intereses personales, por encima de colores de partido— que la patria es primero.