
La guerra de aranceles entre EU y China, oportunidad dorada para México
PACHUCA, Hgo., 8 de abril de 2025.-Algo se ha roto en México. Nuestro país está descompuesto, enfermo de algo que creció de a poco. Hay evidencias de que un mal aqueja a este país. Transparencia Internacional publica una de ellas de manera periódica desde 1998. Esta organización es la encargada de medir y dar a conocer anualmente la percepción de corrupción, crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional, con un indicador de 100 puntos posibles.
Durante la segunda década del siglo, México tuvo una calificación entre 35 (2014) y 31 (2020). En su última medición, México obtuvo la calificación más baja de su historia, con 26 de 100 puntos posibles, a la altura de países como Iraq y Uganda. En el ranking internacional, nuestro país ocupa la posición 140 de 180. En el primer lugar está Dinamarca, con una calificación de 90 puntos, 64 más que México. La última posición la ocupa Sudán del Sur, con 13 puntos. Más cerca del sótano que de Dinamarca, sólo 13 puntos nos separan del peor evaluado.
México está enfermo, diagnosticado de corrupción. En nuestro país, pasamos de largo algún semáforo en rojo, algún soborno a un policía de tránsito, volteamos a otro lado ante el robo de algún recurso público, vemos cómo se coloca a amigos en algún puesto para el que no estaban calificados… Y nos creamos excusas para usar software pirata, para convertir la vía pública en estacionamiento privado, para evadir impuestos. Le restamos importancia porque el otro roba más, porque no estamos de acuerdo en cómo se usa el dinero que se recauda, nos callamos porque, al fin y al cabo, “nadie se ha muerto de eso”.
México está enfermo y el primer paso para que un enfermo sane es tener un diagnóstico realista. El costo de la corrupción, con descarnada honestidad, es de vidas humanas. La corrupción empobrece, la pobreza cobra vidas. La corrupción ahuyenta la impartición de justicia, la falta de justicia cobra vidas. La corrupción lleva a puestos de decisión a perfiles incompetentes cuya negligencia cobra vidas.
Esta es la gravedad del problema que enfrentamos.
Nuestro herido país está anestesiado por su propio veneno. Estamos paralizados ante la idea de emprender una lucha cuesta arriba para empezar a sanar, porque en el pasado también lo laceramos. Por una parte nos acostumbramos a no cumplir las leyes, y por otra, a no exigir. Pero somos, como sociedad civil, el recurso que tiene México.
En otras ocasiones he referido que el combate a la corrupción no puede ser bandera de quienes se presentan como superiores morales, ni de la sociedad civil sola, ni de los partidos políticos. Estos ya le fallaron a la sociedad. En 2023, el INEGI publicó que los mexicanos consideran a los partidos políticos y a los policías como los entes más corruptos, pero incluso ellos tienen que combatir la corrupción. Sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, gobierno, iniciativa privada, todo aquel que quiera sanar a México, debe sumarse al combate a la corrupción. Y el que encuentre en la enfermedad de nuestro país incluso la menor prerrogativa, debe ser señalado y denunciado por sus actos de corrupción.
Porque no queremos perpetuar la pobreza, la injusticia y la negligencia, es imperativo asumir este reto, y hacerlo con base en valores y pragmatismo: a todos nos conviene tener un país con una economía dinámica, donde las autoridades protejan la vida y el patrimonio de los ciudadanos que cumplen la ley. No le demos más cabida a este padecimiento, no permitamos que coexista.
Desde mi morral
La lista de palabras fue larga, muy larga. La de acciones, no tanto.