
Letras Minadas: La Fiscal y el Comisionado, cuestionable trabajo
PACHUCA, Hgo., 13 de mayo de 2025.- Para todo individuo, la acción de trasladarse de una ubicación a otra es un imperativo. El transporte eficiente favorece el desarrollo económico, la igualdad, el bienestar social e incluso la higiene mental.
La falta de un sistema de transporte público eficiente lleva a los ciudadanos a elegir entre pagar más por cada traslado o privarse de hacer una o varias actividades. Ir al trabajo, a la escuela, a los servicios médicos o a divertirse se vuelve una complicación cotidiana que cada ciudadano debe resolver con sus propios medios. Pero esto impacta directamente en el buen funcionamiento de la sociedad. Veamos el caso hipotético en el que una sola persona, habitante de Pachuca, enfrenta el problema del transporte.
Dani vive en Pachuca. Una semana cualquiera, debe ir a la escuela, de ahí trasladarse a su trabajo y de regreso a su casa; una vez por semana se da su tiempo para salir con sus colegas.
Dani aprendió a manejar hace poco, así que prefiere hacerlo sólo cuando no tiene que incorporarse a carriles de alta velocidad, ni padecer los grandes congestionamientos de las horas pico, ni cuando la temperatura convierte a su auto en un horno. Tampoco usa su auto para ir al centro, porque no hay suficientes lugares de estacionamiento. En realidad, casi no usa su auto.
Para ir a la escuela, Dani camina 15 minutos de su casa a la parada de la alimentadora del Tuzobús, espera otros 15 minutos a la alimentadora, ya en la estación de origen, espera 15 minutos más a que pase el Tuzobús. Al llegar a la estación de destino, camina sólo unos 8 minutitos más, y listo. Ya se trasladó los 9 kilómetros de distancia que separan su casa de la escuela.
Algunos días, Dani puede irse en bicicleta de su escuela al trabajo. Un solo transporte del origen al destino, ¡qué bien! Sólo tiene que viajar entre automovilistas que van a 100 km por hora y esquivarlos, porque no hay carriles para ciclistas, ni señalización, ni cultura vial. También tiene que esquivar los insultos que le lanzan desde los autos y desde las banquetas.
La jornada laboral de Dani transcurre sin sobresaltos… pero al salir, ya no está su bicicleta. “Yo no nací en transporte, caminaré hasta mi casa”, se dice con un aire temerario de lucha antisistema. Su casa no está tan lejos, así que puede regresar a pie. Los 50 cm de ancho que tienen las pocas banquetas que hay en su camino están invadidos: por autos, por algún puesto ambulante, por heces de mascotas. Dani tiene que caminar por un arroyo vehicular mal señalizado y lleno de baches.
Al fin, llega el viernes. Dani quedó con sus colegas en Zona Plateada. Alguien le da aventón, por lo que recorren en 15 minutos los 9 kilómetros que los separan del antro. A la 1:00 de la mañana, Dani quiere regresar a casa, pero su colega no. Decide tomar un taxi. Sólo tiene que conseguir una unidad disponible: sale del lugar, con la esperanza de que alguno pase casualmente. 20 minutos más tarde, no se ha detenido ninguno. Alguien de confianza le da el teléfono de un taxista, y le advierte “Más o menos van a ser 100 pesos”. Sólo 20 minutos después, el chofer de un Tsuru 2004 le dice a Dani que no, que son 200 pesos. Ya qué…
Al fin, a las 2:00 de la mañana, Dani cierra la puerta de su casa, un poco triste porque le quedan 50 pesos para estirar el fin de semana, pero feliz por no haber sido víctima de asalto, porque el Tsuru no falló y porque sólo tardó unos minutos en regresar. Poco a poco, la idea de que el mejor transporte público es el privado va ganando terreno en la mente de Dani, quien más temprano que tarde se sumará como automovilista a las largas filas de unidades que trasladan a una sola persona.
En Pachuca, es urgente analizar el transporte público y privado como un sistema integral, para mejorarlo contundentemente.
Desde mi morral
La salud y la seguridad son derechos inherentes a todos los ciudadanos, no son moneda de cambio de un movimientos políticos.