
Ráfagas: Tepeapulco, extraño robo
PACHUCA, Hgo., 23 de junio de 2025.-Cuando estábamos viviendo la pandemia covid-19, encontré un artículo muy interesante en una revista de ciencia y tecnología, la cual argumentaba por medio de investigaciones y conocimiento, el tiempo que permanecería entre nosotros de forma peligrosa, las vacunas estaban en faceta de pruebas y una vez que estuvieran listas comenzaríamos a ver la luz, sin embargo; en ese momento también anticipaban “las pandemias que vienen”, se referían a las “pandemias mentales” y decía que para esas no hay vacunas y creo que tuvieron toda la razón.
Pensé que después de la pandemia Covid-19 aprenderíamos la lección y los humanos seríamos más conscientes y coherentes, sin embargo, creo que hoy vivimos una degradación social asociada a la división, a la agresión, al fanatismo y al odio que la misma sociedad ha adoptado poco a poco a través de mensajes nocivos de personajes con poder que han influido enormemente. Hoy el desorden, el estrés, la ansiedad y la intolerancia están en alarmante crecimiento, el respeto y la empatía se están extinguiendo y tal parece que no nos importa, lo más peligroso y triste sería tener que adaptarse a ello en lugar de encontrar y aplicar soluciones urgentemente, pues sería insostenible poder vivir entre la violencia y la impunidad.
La violencia siempre ha existido, sin embargo, esto no debe ser un aliciente, hoy debemos actuar de acuerdo a nuestro presente para evitar su avance y reducirla, en este sentido, el arte y el diseño pueden ser “vacunas virtuales” para ayudar y aportar como parte de la solución porque funcionan como herramientas poderosas para prevenir la violencia, fomentan la empatía, promueven el diálogo, generan espacios ordenados y de reflexión, construyen comunidades más unidas.
A través de diversas expresiones artísticas, como la pintura, la música, el teatro y la danza, se pueden visibilizar problemáticas para generar conciencia sobre las causas y las consecuencias de la violencia y ayudar a construir alternativas para una convivencia pacífica.
Las obras de arte pueden iniciar conversaciones sobre temas difíciles aparte de generar espacios de reflexión y, por lo tanto, promover el cambio social para bien.
El arte también permite a las personas ponerse en el lugar de otros, ayuda a comprender diferentes perspectivas para trabajar en una mayor empatía hacia las víctimas de la violencia.
El arte puede visibilizar situaciones de salud mental y agresión que a menudo permanecen ocultas o silenciadas, generando conciencia sobre la necesidad de actuar, generar identidades compartidas y fortalecer el tejido social, creando espacios seguros y promoviendo la convivencia pacífica.
Participar en actividades artísticas puede ayudar a desarrollar habilidades de comunicación, reparación de conflictos y manejo de emociones, que son fundamentales para prevenir la violencia.
Por su parte, el diseño funciona como una herramienta esencial de ordenamiento, innovación y funcionalidad estética que además generan economía, un espacio ordenado provoca respeto al mismo y a sí mismo, además, psicológicamente promueve un estado de ánimo positivo, reduce automáticamente el estrés y la ansiedad por lo tanto nos cambia para bien el estado de ánimo, ya sea para embellecer espacios públicos, urbanos o para el espacio doméstico, visibiliza problemáticas sociales y promueve la participación ciudadana. Por lo tanto, el diseño junto a la arquitectura también actúa como una medicina ante necesidades específicas de la humanidad.
El arte y el diseño pueden ser herramientas poderosas para encontrar soluciones creativas e innovadoras a los problemas de salud mental, ofreciendo alternativas a la confrontación y la violencia.
Al dar voz a la humanidad a través del arte y el diseño, se les empodera para participar en la construcción de sociedades más justas, productivas y pacíficas.