
Ráfagas: Festival Tlajtoli, mala organización
PACHUCA, Hgo., 11 de agosto de 2025.- En muchas trayectorias profesionales, especialmente en aquellas marcadas por responsabilidades altas y un ritmo de trabajo intenso, llega un momento en que las obligaciones se reducen drásticamente o incluso desaparecen. Lo que antes era un calendario saturado de retos, se convierte de pronto, en un espacio abierto y silencioso. Ese cambio, si no se gestiona con cuidado, puede convertirse en un riesgo: la pérdida de actividad y propósito no solo afecta el estado emocional, sino que también debilita la salud fı́sica y la capacidad de respuesta ante la vida.
La actividad —ya sea intelectual, fı́sica, creativa o social— es un pilar para sostener el bienestar integral. El cuerpo y la mente, acostumbrados a la acción, resienten la inactividad. Diversos estudios confirman que la movilidad fı́sica, la interacción social y el sentirse útil, son factores clave para prevenir el deterioro cognitivo, la depresión y la sensación de abandono. Por ello, es esencial planificar una “segunda misión” antes de que la primera termine.
Si, segundas misiones que alegren, con agenda diaria que les llene de energı́a; como cuando veo la vitalidad de mis padres, y sus ganas de emprender algo diferente todos los dı́as. O, cuando veı́a a los “chambelanes”, tres adultos en plenitud, con quienes compartı́ dos proyectos importantes. Cada vez que me siento sin energı́a, pienso en ellos: siempre dispuestos, con ánimo, con la mente clara, con la sabidurı́a de los años y de los aprendizajes. Todos ya jubilados, pero con deseos de seguir aportando, de mantenerse activos por su propio bienestar y su salud.
Esa imagen contrasta con la realidad de muchos otros que no tienen la misma suerte. Jubilados, o personas que se quedan sin trabajo después de los 40, que enfrentan la depresión y un desgaste cognitivo acelerado, fruto del estrés y la ausencia de una actividad laboral que les dé sentido y recursos económicos suficientes.
En Hidalgo, por ejemplo, se estima que hasta este año, 2025; hay más de 17,500 maestros jubilados, muchos de ellos con la fuerza, el conocimiento y la pasión suficientes para seguir aportando. Sin embargo, para otros tantos, la jubilación en México no solo marca el final de su vida laboral, sino también el inicio de una batalla emocional. Lo que para algunos es descanso, para otros se convierte en un silencio que cala.
Las cifras nacionales dibujan la magnitud del riesgo. En México, incidencia de la depresión en adultos mayores, oscila entre el 15 % y el 20 %, más, sobre el promedio mundial del 7 %.
La Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento (ENASEM 2021) reporta que el 25.3% de las personas de 53 años y más presentaron sı́ntomas depresivos en la ú ltima 1 semana, con un impacto más alto en mujeres (31.6 %) que en hombres (17.7 %). En estudios especı́ficos con adultos mayores, se ha encontrado que casi uno de cada tres padece depresión y que el 96.8 % no recibe tratamiento.
Esta combinación de inactividad, edad y soledad no es solo un malestar emocional: puede convertirse en una antesala de enfermedades fı́sicas, deterioro cognitivo y dependencia funcional. En casos extremos, la depresión severa en personas mayores, está asociada con el incremento de la mortalidad. No se trata de un desenlace inmediato, sino de una erosión lenta, donde la falta de propósito mina las defensas emocionales y fı́sicas.
En el caso de los 17,500 maestros jubilados de Hidalgo, la pregunta es inevitable: ¿qué pasará si este capital humano se pierde en el olvido? Son mujeres y hombres que durante décadas moldearon generaciones, que desarrollaron habilidades pedagógicas, paciencia y liderazgo. Todo ello podrı́a ponerse al servicio de tutorı́as comunitarias, alfabetización de adultos, apoyo escolar en zonas rurales o incluso programas culturales y artı́sticos.
La jubilación no deberı́a significar desconexión ni invisibilidad. Planificar esa “segunda misión” no es solo una estrategia personal, es una responsabilidad social. Porque cuando la campana suena por última vez, no tiene por qué anunciar el final: puede marcar el inicio de una nueva etapa, donde el propósito cambie de forma, pero no se extinga.
Las de chile seco
Puedo contar al menos dos casos: les quitaron el cargo y, con él, les arrebataron el pulso; la tristeza se volvió enfermedad y la enfermedad, despedida.